No sabemos que a pasar con nuestras
vidas.
Tremenda encrucijada en la que
estamos.
Y lo preocupante es que son todavía
muchos los ciudadanos del mundo que no son conscientes de la desgracia.
De lo que está pasando y lo que podría
ocurrir si no cuidamos el planeta y nuestras propias vidas.
Tapabocas, eso para qué, dicen algunos…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
EL RELOJ DEL APOCALÍPSIS
Amylkar D. Acosta M
“Reloj no marques las horas…reloj
detén tu camino” Roberto
Cantoral García.
EL DÍA D
Desde el año 2007 se celebra todos los
años, el último sábado del mes de marzo, esta vez el 27, La hora del Planeta,
iniciativa ésta considerada como la de mayor convocatoria e impacto en la
opinión ciudadana en todo el mundo contra el cambio climático y la pérdida de
biodiversidad, en procura de despertar la conciencia sobre la inminencia de una
catástrofe global sino paramos esta alocada carrera destructiva de la que llama
el Papa Francisco nuestra “casa común”.
Como lo planteó recientemente la
profesora de economía y Directora del Instituto de Innovación y Propósito
Público en University College London Mariana Mazzucato, “esta es la
oportunidad. Si no arreglamos el Sistema, no tendremos ningún chance frente a
la tercera gran crisis (la de 2008, la de 2020 y la creciente inhabitabilidad
del planeta) y todas las otras más pequeñas que traerán aparejadas en los años
y décadas que vendrán”.

Y como bien lo dijo el periodista
español Luis Bassets, “la crisis por el coronavirus puede ser el ensayo general
para la próxima y más grave provocada por el cambio climático”.
De modo que las lecciones aprendidas
de esta pesadilla nos deben servir para estar mejor preparados y entrenados
para enfrentar la crisis provocada por el cambio climático.
Pues bien, la jornada periódica de La
hora del Planeta surgió en 2007 en Sidney (Australia), liderada por la
organización ambientalista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus
siglas en inglés) y desde entonces ha venido in crescendo, como si fuera una
bola de nieve, extendiéndose a casi 200 países. Se trata de un gesto sencillo,
pero de gran simbolismo, consistente en apagar las luces de las casas, las
oficinas, los edificios, monumentos y sobre todo de sitios tan emblemáticos
como la Ópera de Sidney, la Torre de Eiffel en París, el Coliseo de Roma, la
Puerta de Brandeburgo de Berlín y la Torre Colpatria en Bogotá (Colombia) por
una hora, entre las 20:30 y las 21:30.
Este año, a diferencia de los otros,
por las limitaciones propias de la crisis pandémica, se celebra de manera
virtual, sin las aglomeraciones y movilizaciones tumultuosas de enantes. La
celebración de La hora del Planeta este año tiene una connotación especial,
dado que el mundo se ha percatado de la necesidad de actuar ya, sin más
dilaciones, para proteger la naturaleza y nuestro hábitat, de que no hay plan B
porque, por ahora, no hay otro planeta habitable distinto al globo terráqueo.

Este será un año en el que presidentes
y jefes de Estado de todo el mundo se darán cita para abordar y revisar el
cumplimiento de las metas del Acuerdo de París (2015).
El 25 de abril, Día de la Tierra, a
instancias del Presidente Joe Biden, se reunirán 40 líderes mundiales, entre
ellos Xi Jinping de China y Vladimir Putin de Rusia, en una cumbre virtual,
preparatoria de la aplazada 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Cambio climático (COP26) que tendrá lugar el 1º y el 2 de noviembre en Glasgow
(Reino Unido).
Esta será antecedida por la 15ª Cumbre
sobre la Biodiversidad, prevista para octubre, la cual tendrá a China (Kunming)
como anfitriona.
EL CONTEO REGRESIVO
A propósito de La hora del Planeta,
bueno es recordar que la ONG El Boletín de Científicos Atómicos, fundada por el
genio Albert Einstein y científicos de la Universidad de Chicago en 1945, creó
después de la segunda guerra mundial, en 1947, el Reloj del juicio final,
utilizando las imágenes del apocalipsis, el cual tenía por objeto darse una
métrica que permitiera medir el riesgo y la inminencia de un cataclismo
planetario.

Con el paso del tiempo dicho Reloj
derivó en un indicador de la vulnerabilidad del mundo frente a las catástrofes
que podrían provocar ya fueran las armas nucleares, el cambio climático y/o las
tecnologías disruptivas en otros ámbitos, aupadas por la 4ª revolución
industrial. Desde entonces las manecillas del Reloj del apocalipsis nos indican
qué tan cerca estamos y a qué velocidad nos aproximamos al “fin de los
tiempos”.
Cada año la decisión sobre la nueva
hora del reloj la toma el Boletín de los Científicos Atómicos en consulta con
la Junta de Patrocinadores del Boletín, que incluye a 13 premios Nobel. Hasta
ahora las manecillas del reloj, diseñado por la pintora Martyl Langsdorf, han
sido ajustadas más de veinte veces, con márgenes de 2 a 17 minutos.

Según Rachel Bronson, Presidenta y
Directora ejecutiva del Boletín estamos actualmente “más cerca de la medianoche
o del fin del mundo que nunca en su historia”, al avanzar el último año 20
segundos, aproximándonos a los 100 segundos para la medianoche, donde la media
noche El periódico. Barcelona. Enero, 28 de 2021 representa el apocalipsis.
Ella lo atribuye a la pandemia del coronavirus y a la falta de progresos
registrados en 2020 ante riesgos nucleares y los atribuibles al cambio
climático.
En concepto de Rachel Bronson,
"la letal pandemia de covid-19 sirve como una 'llamada de atención'
histórica, una ilustración vívida de que los gobiernos nacionales y las
organizaciones internacionales no están preparados para manejar las amenazas
que verdaderamente ponen fin a la civilización como las armas nucleares y el
cambio climático".

Sólo desde el año 2007 se tomó en
cuenta el cambio climático como un riesgo grave e inminente para la humanidad
que demandaba, a juicio de Rachel Bronson una respuesta “urgente e inmediata”
que no se vislumbra. A su juicio “parece que estamos normalizando un mundo muy
peligroso”, estamos durmiendo con el enemigo. Y fue más lejos al decir que a
ellos les gustaría alejar las manecillas de la medianoche, pero que la realidad
se lo impedía. Sería muy grave que el mundo no se pellizcara, que no saliera de
zona de confort y que siguiera pensando con el deseo, mientras las manecillas
del reloj siguen marcando el conteo regresivo de la debacle en ciernes a
consecuencia del cambio climático.
Santa Marta, marzo 27 de 2021 www.amylkaracosta.net