La guerra nos cambia la vida.
Tendremos problemas porque los productos
nos van a costar más.
Lo triste es que los salarios, los ingresos
de los hogares se mantendrán iguales.
Como dicen, “tenemos que ajustarnos los
cinturones”.
Sorprende cuando se va al supermercado al revisar
los precios.
Carne, pollo y otros productos subieron los
precios de un día para otro y lo único que puede hacer el consumidor es aceptar
la decisión del vendedor.
Los
que saben dicen que “la
guerra en Ucrania ha causado una gran conmoción en los mercados de productos
básicos, alterando los patrones mundiales de comercio, producción y consumo de
forma tal que los precios se mantendrán en niveles históricamente altos hasta
fines de 2024, según se afirma en la edición más reciente del informe del Banco
Mundial titulado Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de
productos básicos)”.
Lo
que viene, lo que estamos viviendo no será fácil.
Cinturones
ajustados para aguantar “el pretinazo”.
®rada®luisemilioradaconrado
@radareconomico1
https://radareconomicointernacional.blogspot.com/

Las perturbaciones de los precios de los
alimentos y la energía causadas por la guerra de Ucrania podrían durar años
Ha comenzado el cambio hacia patrones de
comercio más costosos; la transición hacia una energía más limpia podría retrasarse
CIUDAD DE WASHINGTON, 26 de abril de 2022.

La guerra en Ucrania ha causado una gran conmoción en los mercados
de productos básicos, alterando los patrones mundiales de comercio, producción
y consumo de forma tal que los precios se mantendrán en niveles históricamente
altos hasta fines de 2024, según se afirma en la edición más reciente del
informe del Banco Mundial titulado Commodity Markets Outlook (Perspectivas de
los mercados de productos básicos).
El aumento de los precios de la energía en los últimos dos años ha
sido el más pronunciado desde la crisis petrolera de 1973. La suba de los
precios de los productos básicos alimentarios —de los cuales Rusia y Ucrania
son grandes productores— y de los fertilizantes, en cuya producción se utiliza el
gas natural como insumo, ha sido la más marcada desde 2008.
"En conjunto, esto representa la mayor crisis de productos
básicos que hemos experimentado desde la década de 1970. Como ocurrió entonces,
la crisis se ve agravada por el aumento de las restricciones al comercio de
alimentos, combustibles y fertilizantes", dijo Indermit Gill,
vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco
Mundial. "Estos acontecimientos han comenzado a agitar el fantasma de la
estanflación. Los responsables de formular políticas deben aprovechar todas las
oportunidades para elevar el crecimiento económico en sus países y evitar tomar
medidas que causen daños a la economía mundial”.

Se espera que los precios de la energía aumenten más del 50 % en
2022 antes de atenuarse en 2023 y 2024. Asimismo, se prevé que los precios no
energéticos, incluidos los de los productos agrícolas y los metales, se
incrementarán casi un 20 % en 2022 y también se moderarán en los años
siguientes. No obstante, según las proyecciones, los precios de los productos
básicos se mantendrán muy por encima del promedio quinquenal más reciente. En
caso de que se prolongue la guerra o se apliquen sanciones adicionales a Rusia,
los precios podrían subir aún más y mostrar más volatilidad de lo que se prevé
en la actualidad.
Debido a las alteraciones en el comercio y la producción
relacionadas con la guerra, se espera que el precio del petróleo crudo Brent
ascienda, en promedio, a los USD 100 el barril en 2022 —el nivel más alto desde
2013—, lo que representa un aumento de más del 40 % en comparación con 2021. Se
prevé que este valor se moderará hasta llegar a los USD 92 en 2023, aún muy por
encima del promedio quinquenal de USD 60 el barril. Adicionalmente, las
proyecciones indican que los precios del gas natural (europeo) llegarán en 2022
al doble de los de 2021, mientras que los del carbón serán un 80 % más altos,
ambos en máximos históricos.
"Los mercados de productos básicos están experimentando una de
las mayores crisis de la oferta en décadas debido a la guerra en Ucrania",
señaló Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, que
elabora el mencionado informe. "El consiguiente aumento de los precios de
los alimentos y la energía está generando un alto costo humano y económico, y
probablemente frenará los avances en la reducción de la pobreza. La suba de los
precios de los productos básicos exacerba las presiones inflacionarias, ya
elevadas en todo el mundo"

Se prevé que este año los precios del trigo aumentarán más del 40 %
y alcanzarán un máximo histórico en términos nominales. Esto ejercerá presión
sobre las economías en desarrollo que dependen de las importaciones de trigo,
en especial las que provienen de Rusia y Ucrania. Según las proyecciones, los
precios de los metales se elevarán un 16 % en 2022 para atenuarse luego en
2023, pero se mantendrán en niveles altos.
"Los mercados de productos básicos están sometidos a una
enorme presión; algunos precios llegan a récords históricos en términos
nominales", señaló John Baffes, economista sénior del Grupo de
Perspectivas del Banco Mundial. "Esto tendrá efectos indirectos duraderos.
El marcado aumento de los precios de los insumos, como la energía y los
fertilizantes, podría dar lugar a una reducción en la producción de alimentos,
en particular en las economías en desarrollo. La merma en el uso de los insumos
afectará la producción y la calidad de los alimentos, lo que a su vez influirá
en su disponibilidad, en los ingresos rurales y en los medios de subsistencia
de los pobres".
En el artículo destacado del informe se analiza en profundidad el
impacto de la guerra sobre los mercados de productos básicos. También se
examina la manera en que dichos mercados respondieron a perturbaciones
similares en el pasado. En el análisis se concluye que el impacto de la guerra
podría ser más duradero que las crisis anteriores por al menos dos razones.
En primer lugar, el margen para sustituir los productos básicos
energéticos más afectados con otros combustibles fósiles es ahora menor, ya que
los aumentos de precios se han extendido a todos los combustibles. En segundo
lugar, la suba de algunos productos básicos también está impulsando los precios
de otros bienes: el aumento del gas natural ha elevado los precios de los
fertilizantes, lo que a su vez ha presionado al alza los valores de los
productos agrícolas. Además, las respuestas normativas implementadas hasta
ahora se han centrado más en los recortes tributarios y los subsidios —que a
menudo exacerban la escasez de la oferta y las presiones sobre los precios— que
en medidas a largo plazo dirigidas a reducir la demanda y alentar fuentes
alternativas de suministro.
La guerra también está generando patrones de comercio más costosos
que podrían dar lugar a una inflación más duradera. Se espera que provoque una
desviación significativa en el comercio de energía. Por ejemplo, algunos países
ahora buscan abastecerse de carbón en lugares más remotos. Al mismo tiempo,
algunos de los principales importadores de carbón podrían aumentar las
importaciones provenientes de Rusia y, a la vez, reducir las originadas en
otros grandes exportadores. Es probable que este desvío resulte más costoso,
según se señala en el informe, porque implica mayores distancias, y el carbón
es voluminoso y costoso de transportar. Con el gas natural y el petróleo se
observan desvíos similares.

En el corto plazo, el alza de los precios amenaza con perturbar o
retrasar la transición hacia formas de energía menos contaminantes. Varios
países ya han anunciado planes para ampliar la producción de combustibles
fósiles. Los elevados precios de los metales también están impulsando el costo
de la energía renovable, que depende de metales como el aluminio y el níquel
para baterías.
En el informe se insta a los funcionarios responsables de formular
políticas a actuar con prontitud a fin de minimizar los perjuicios para sus
ciudadanos y la economía mundial. Se los exhorta también a diseñar programas de
protección social focalizados, como los de transferencias monetarias, de
alimentación escolar y de obras públicas, en lugar de establecer subsidios a
los alimentos y los combustibles. Una prioridad clave debe ser invertir en
medidas de eficiencia energética, lo que abarca el acondicionamiento de los
edificios para protegerlos del clima.
En el informe también se alienta a los
países a acelerar el desarrollo de fuentes de energía con cero emisiones de
carbono, como las energías renovables.