sábado, 29 de junio de 2019


Barranquilla, es una ciudad acogedora.

Muchos de los que nacimos y vivimos en la capital del Atlántico estamos orgullosos de nuestra urbe. 

Sin embargo, tenemos claro que nos falta mucho por desarrollar.

Ver algunas calles deterioradas en el norte de la ciudad preocupa.
Nos imaginamos lo que deben sentir nuestros visitantes y los comentarios que expresarán cuando les pregunten: ¿Cómo les fue en Barranquilla?

Y lo que sentirán nuestros vehículos al pasar por algunos huecos que tienen varios meses de estar acompañándonos con una paciencia conmovedora.

Hay mucho por hacer, a pesar de los desvelos de nuestros dirigentes, encabezamos por el alcalde Alejandro Char.
Ahí vamos, pero hay que trajinar muchísimo todavía...

En esta columna, publicada en el diario el Herado, Jairo Parada, nos habla del tema...

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1 ,  



Soñando la ciudad de Barranquilla

Por Jairo Parada

Asistir a los eventos de ProBarranquilla es actividad obligada para quienes desean conocer nuevas propuestas sobre el desarrollo de la ciudad. 

La semana pasada, ExpoProBarranquilla nuevamente nos invitó a soñar sobre una ciudad mejor que la actual, ya no sólo basada en sus ventajas de localización, siempre repetidas hasta el cansancio, sino en el tema clave de desarrollar su grado de conectividad con la región Caribe, el país y el mundo tanto en el plano físico y económico, como en el nuevo eje de la economía del conocimiento y la conexión digital. 
La verdad es que el tema de las “Ciudades Inteligentes” es clave para el desarrollo futuro, pues actualmente estamos lejos de reunir estos requisitos.

A pesar de que la Gerencia de Ciudad nos informó que el 96% de sus ciudadanos tienen teléfonos móviles, apenas el 56% de los hogares disfrutan del servicio de internet.  Ser ciudad inteligente es algo mucho más profundo: No sólo tener una estructura de conectividad de fibra óptica y buen internet, sino que se debe garantizar un desarrollo productivo poderoso y lo que es más importante un desarrollo institucional elevado, caracterizado por alta participación ciudadana, gobierno transparente, contratación clara y democrática, combinada con presupuestos elaborados en forma participativa.
En un ensayo que publiqué en la Revista Problemas del Desarrollo de México, abrí la discusión sobre si ello era mito o realidad para el Caribe colombiano. La buena noticia es que la ciudad de Barranquilla es la que más posibilidades tiene en el Caribe, pero debe trabajar mucho en temas  que tienen que ver con la gobernanza de la misma. De eso hoy tenemos muy poco dada la hegemonía que hoy sufrimos. La participación ciudadana sólo llega en Barranquilla al 18%, nivel muy bajo. Además, si a ello le sumamos todavía su alta tasa de homicidios del 25.7 por cien mil habitantes, su condición de gran lugar para vivir queda sólo reducido para la minoría que vive en el norte de la ciudad. Tasas de desempleo bajas, pero combinadas con una informalidad del 55% no es todavía un logro sostenible. De ahí que estos ejercicios de ver lo mucho que nos falta y hacia donde debemos apuntar, son  válidos.  
El tema de las economías creativas puede ayudar y el impulso a los distritos culturales debe concretarse en proyectos concretos y bien financiados que trasciendan las fotos en los periódicos. Terminar el museo del Carnaval es maravilloso, así como la fábrica de cultura, pero debe tenerse claro que los ladrillos apenas son parte de la historia. Detrás de todo ello debe garantizarse un buen crecimiento industrial que la ciudad no debe perder, hoy amenazado por la globalización y el cierre de empresas.

Lamentablemente la Secretaría de Desarrollo de la ciudad es una dependencia débil sin recursos, que debería estar proyectando un  centro poderoso de identificación de proyectos. ProBarranquilla hace la promoción, pero hay que pensar la ciudad en esa dirección, combinando con un fuerte desarrollo en el sector de servicios modernos. Hacer obras de infraestructura es necesario, pero deben mantenerse, algo que entristece si hoy camina uno el Paseo de Bolívar y las ruinas de lo que fue la Avenida del Río en la Loma. Mazzanti nos invitó a otra arquitectura, flexible, modular e incluyente. Jean Luca Galletto de Global Futures nos motivó a pensar en cambio climático, equidad y democracia.

¿Nos le medimos a esto?