sábado, 6 de abril de 2019

El estilo de la escritora británica Zadie Smith Por Lecturas Dominicales de El Tiempo

Me encanta esta mujer...
Me puso a reflexionar.






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@radareconomico1

El estilo de la escritora británica Zadie Smith

La autora de 'Dientes blancos' es una de las voces más importantes de la literatura anglosajona.
Por: Lecturas Dominicales
 
29 de enero 2019 , 01:38 p.m.
Zadie Smith irrumpió en el mundo de la literatura como un huracán. Tenía 24 años cuando su primera novela, Dientes blancos, llegó a las librerías y fue suficiente para que críticos y lectores empezaran a verla como la futura gran figura de las letras británicas. Smith nació y creció en un barrio obrero de Londres, habitado por todas las razas y todas las culturas. Hija de un fotógrafo inglés y de una modelo jamaiquina, Zadie (originalmente Sadie, pero en tiempos de colegio ella decidió cambiar la s por la z para hacer su nombre más interesante, y también para hacer coincidir su inicial con la de un muchacho que le gustaba), estudió filología inglesa en la Universidad de Cambridge.
Por esa época empezó a escribir sus primeros relatos. Eran cuentos cortos que llamaban la atención de quien los leía, por su prosa poderosa, la esencia que les impregnaba a sus personajes y la capacidad para describir el mundo en el que vivía. Algunos de esos relatos los publicaba en revistas literarias. Un día recibió la carta de un editor que le preguntó si tenía una novela en camino, posible de publicar. En ese momento a ella ya le rondaba en la cabeza la idea de lo que quería hacer con Dientes blancos, así que escribió las primeras páginas y se las envió. La novela narra la historia de las familias de dos excombatientes de la Segunda Guerra Mundial, de orígenes culturales diferentes. Es un retrato del Londres multirracial, es una reflexión sobre la identidad. Dientes blancos es muchas cosas: un mundo que resulta imposible resumir. Es también una experimentación de recursos literarios, que resulta ser lo más interesante para Zadie: en más de una ocasión ella ha hablado de la importancia que le da al estilo por encima del argumento. Lo que sucedió a partir de la publicación de Dientes blancos sorprendió a todos. Incluso a su autora. La crítica la llenó de elogios. “Un debut que asombra por su consistencia. La voz tiene auténtico timbre literario”, dijo el escritor Salman Rushdie. “La sorpresa no es tanto su talento de escritora, ni su dominio en la progresión del relato, como su increíble capacidad para captar la naturaleza humana”, escribió Le Monde. Llegaron los premios, las traducciones, las entrevistas y, por supuesto, la presión por escribir la siguiente novela. Dos años después, Smith publicó El cazador de autógrafos, que no generó tantos fuegos artificiales como su debut, pero confirmó que estábamos ante una escritora de raza. Algo que no ha dejado de demostrar en cada obra, sean novelas, cuentos, o ensayos, un género que también cultiva con especial talento. 

Con 24 años, ¿cómo logró sobrellevar la presión generada por el éxito de su primera novela y seguir con su trabajo literario?

Lo único que puedo decir es que provengo, de parte de mi madre, de una larga lista de personas con voluntad fuerte, y lo que quería, más que la fama, más que el dinero, era escribir bien. Ha sido mi único objetivo desde la infancia y solo persistí en él. Pero ciertamente en los primeros años tuve momentos en los que pensé que no podía continuar. Tengo voluntad fuerte, sí, pero también puedo ser tímida y un poco sensible y algunos de los comentarios en ese momento realmente me desanimaron. Cuando veo lo que les pasa a las jóvenes escritoras debutantes, siempre siento una especie de simpatía traumática. Recuerdo cómo se siente.

¿Ha vuelto a leer Dientes blancos? ¿Qué sensación le produce esta novela hoy?

No. No tengo ninguna sensación al respecto, excepto la gratitud por lo que me dio y la conciencia clara de que nunca podría leerla de nuevo.

En 'El cazador de autógrafos', Zadie Smith confirmó su capacidad para crear personajes y llevarlos a un universo particular. En este libro narra la historia de un joven que persigue autógrafos de famosos. Los colecciona, los vende, incluso llega a falsificarlos. Smith toca en esta novela un tema que le seguirá interesando en sus siguientes obras, tanto de ficción como ensayísticas: todo aquello que rodea la fama; el culto a la celebridad, con su exceso de fachadas. En su obra más reciente, Tiempos de swing, ese tema está presente. 


¿Propone una salida para este deslumbramiento?

Mirar más allá de la pantalla sería un comienzo.

Hay otra temática muy suya: la amistad. En 'Tiempos de swing' vemos a dos niñas que se vuelven amigas, pero con los años las diferencias se hacen evidentes y el lazo que las une va desapareciendo. Da pie a una reflexión sobre la imposibilidad de mantener una conexión a lo largo de la vida.

Creo que las conexiones genuinas entre las personas son más raras de lo que pensamos. Mucho de lo que creemos que es amistad resulta ser un performance, de una forma u otra. Pero no me parece que sea imposible, simplemente es difícil. Es algo de lo que te das cuenta a medida que te haces mayor. El fin de semana pasado estuve en una iglesia para la celebración del día de Martin Luther King. Era una de estas iglesias que predica el amor, para las que Dios es amor y “todo lo demás es anecdótico”. Cuando joven hubiera pensado que la fe no tenía sentido a menos que fuera algo difícil, que te restringiera de alguna forma, a menos que te pidiera que aceptaras un absurdo. Como Kierkegaard dijo: que Abraham había aceptado un absurdo cuando se preparó para matar a su propio hijo. Pero sentada en esa iglesia hace pocos días, llena de personas de todos los tipos de fe, de todos los credos, de todas las sexualidades, y así sucesivamente, pensé que los británicos tienden a burlarse cuando la iglesia “feliz y de aplausos” pide algo mucho más difícil que cualquiera de las restricciones de los protestantes o la ortodoxia católica: ¡esta iglesia me pidió simplemente que amara a mi prójimo como a mí mismo! Y esa petición resulta ser una tarea lo suficientemente grande como para cumplirla en toda tu vida. Y pienso de la amistad y el amor algo así. Cuando eres joven crees que es fácil. Luego, en la mediana edad, puede ocurrir que el número de personas a las que has “amado como a ti mismo” se empieza a desvanecer y resulta ser, de hecho, extremadamente pequeño.

La amistad de las dos niñas protagonistas, en 'Tiempos de swing', nace a partir de la danza. ¿Es cierto que usted quería ser bailarina cuando niña? ¿Qué es lo que más le gusta del baile?

Realmente nunca quise ser bailarina, pero bailar me atrae porque es una manifestación física del espíritu, o del alma, para usar una palabra todavía más antigua. Y también es técnica: todos tenemos un alma, una sensibilidad, una forma de ser, pero no todos pueden transmitirlo con claridad. Un bailarín entrenado puede hacerlo. Un escritor entrenado, también.

La danza y la música, en efecto, han estado muy presentes en la obra de Zadie Smith. Ha escrito ensayos sobre personajes como Michael Jackson, por ejemplo, y en dos ocasiones asumió el papel de periodista para entrevistas a Eminem y Jay-Z, por cuenta de su gran interés por el hip hop. Los temas de la escritora británica son infinitos, aunque siempre vuelve a la zona de Londres donde creció, Willesden, en el noroeste de la ciudad. Allí está ambientada Dientes blancos, allí también se desarrolla NW London, otra de sus novelas, publicada en español en 2012. Vuelve siempre a los retratos multiculturales, multirraciales, polifónicos. 

Usted ha narrado un mundo caracterizado por la suma de razas, de culturas, de identidades. ¿Cómo ve las corrientes actuales que han comenzado a aparecer y que incluso, algunas de ellas, reviven conceptos como el de la ‘supremacía blanca’?

No me gusta la forma como ahora se habla de ‘supremacía blanca’. Esa es una ideología muy seria y peligrosa bajo la cual muchos de mis ancestros sufrieron y murieron. Si cinco hombres blancos son nominados para un Oscar, eso no es ‘supremacía blanca’, por ejemplo. Podría tratarse de un caso de  racismo, de un sesgo inconsciente, etc., pero la supremacía blanca tiene un contexto histórico particular y la forma en que se oye en estos momentos me parece un uso retórico estúpido peligroso. Dicho esto, considero a Steve Bannon absolutamente un supremacista blanco, y desde que su ideología ha penetrado en el actual gobierno estadounidense –y lo ha hecho de forma extensa– estamos viviendo en Estados Unidos bajo un 
gobierno que cree en una raza superior y en una trayectoria histórica que les da piso a sus actuales proyectos.

Se fue a vivir a Nueva  York desde hace diez años. ¿Este cambio ha modificado su manera de escribir?

Sí. Nueva York elimina ciertos elementos domésticos de la vida. Tú rentas, tú sales a 
comer, nunca, o muy rara vez, te sientas y te preguntas cómo remodelar tu cocina o a quién invitas a cenar. Me ha dado más tiempo para hacer lo que amo: escribir. Y me ha expuesto a lo radicalmente nuevo en todo tipo de áreas: música, arte, literatura, cine. Me dio una segunda vida y por eso le estoy eternamente agradecida. Creo que si me hubiera quedado en Londres me habría quedado sin vapor.

Una de las razones de este cambio fue su compromiso académico en varias universidades de Nueva York. ¿Sigue dictando clases? ¿Le gusta enseñar?

Me pone muy ansiosa, pero sí, cuando me va bien, me gusta. De todos modos es lo que me permite vivir en Greenwich Village, así que estoy en deuda con Nueva York por eso.
Zadie Smith publica con frecuencia ensayos y su libro más reciente (todavía no está traducido al español) es precisamente una recopilación de estos textos, titulado Feel Free. Ya había reunido otros trabajos de este género en el libro Cambiar de idea. En una ocasión dijo que estaba convencida de que si en el futuro llegaba a ser recordada sería por su trabajo como ensayista más que como novelista. Suena a exageración, aunque es cierto que también es un placer encontrarse con sus reflexiones, su mirada incisiva y su humor infaltable en los textos de no ficción, que pueden cubrir temáticas tan diferentes como las películas de Greta Garbo o la política de Barack Obama. 

¿Cómo comparte la escritura de sus ensayos con la de los textos de ficción? ¿Tiene rutinas diferentes?

Depende. Hago cualquier trabajo que me sea asignado. Si alguien está esperando un ensayo, escribo un ensayo. Si alguien está esperando ficción, escribo ficción. Todo es cuestión de timing. No tiene que ver con algún estado especial o un ánimo diferente para el ensayo o para la ficción. Voy a donde me llaman.

La escritora británica también es una crítica del uso excesivo de las nuevas tecnologías. No tiene teléfono inteligente ni está en las redes sociales, como muchos de sus colegas escritores. Ha decidido no “entrar en ese mundo” e incluso ha escrito ensayos muy punzantes respecto a la veneración que “la generación de Mark Zuckerberg” les rinde a estos sitios en la red. “Tenemos diferentes ideas sobre las cosas. Específicamente tenemos ideas diferentes sobre lo que una persona es o debería ser”, dijo al respecto. En 'Tiempos de swing', la escritora precisamente retrata, por medio de sus protagonistas, cómo ha cambio la vida cotidiana por cuenta de estas nuevas tecnologías.

¿Cuál es su mayor prevención sobre ellas?

Creo que la tecnología ha convencido a las personas de que están haciendo algo que no están haciendo: conectarse con millones y tener una vida muy ocupada y activa. De hecho, se desploman en una silla en un aeropuerto mirando una pequeña pantalla. O en el patio de recreo, mientras los niños juegan, se quedan sentados en un banco mirando una pequeña pantalla. O visitan a sus abuelos y se esconden a intervalos en el baño, desplomados en un inodoro, mirando una pequeña pantalla... Y así sucesivamente. Para mí es solo un simple asunto de tiempo. Tengo 43 años. Podría morir en los próximos veinte años, o la próxima semana. Y me niego absolutamente a pasar parte de ese tiempo pegada a uno de esos teléfonos. Si tuviera 400 años para vivir, tal vez. Pero como no es así, no. 


Twitter y otras redes han sido importantes para afianzar movimientos como #MeToo. ¿Qué opina de las nuevas fuerzas feministas en el mundo y de la explosión de este tipo de movimientos?

Mi opinión es que cada generación tiene sus propias batallas por luchar. Soy una feminista de la vieja escuela, de los años 70 y 80. Tengo mis puntos de vista y ellas tienen los suyos. Nosotras cometimos errores y ellas cometerán los suyos. Así es como funciona. Tienes que dejar que las cosas se desarrollen.

Tiempos de swing es la primera novela que escribe en primera persona, algo de lo que siempre había estado un poco recelosa. ¿Cómo se sintió?

Me hizo darme cuenta de los usos de la subjetividad. Fue divertido tener un narrador que no debía ser justo, que podía ser envidioso, parcial, cruel, ciego, etc. Me cansé de pretender ser la voz del monte.

Según lo que hemos leído, su próxima obra será una novela histórica…

No, ese libro está todavía sin escribir. ¡A veces los departamentos de publicidad de las editoriales se adelantan a sí mismos! Mi siguiente libro es de cuentos. Se llama Grand Union, y estará disponible en otoño en Estados Unidos y el Reino Unido.

En una ocasión dijo que nunca se sentía satisfecha con lo que escribía. ¿Esa insatisfacción sigue presente?

Sí.