Emilio nos alegra la existencia día tras día. Lo bonito es que no está en casa, pero está en nuestros corazones. Qué vaina del carajo con esta nueva tecnología.
No está, pero está presente... DIOS nos lo cuide. RADAR,luisemilioradaconrado @radareconomico1
Lo socializa mi amigo Antonio Holguín... "Déjate de estar rezando y dándote golpes de pecho..." dijo Dios... Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza: Dios hubiera dicho: "Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
Leamos todo y saquemos nuestras conclusiones... Baruch de Spinoza no duró mucho tiempo: 45 años, entre 1632-1677.
Sabían
que cuando Einstein daba alguna conferencia en las numerosas
universidades de USA, la pregunta recurrente que le hacían los
estudiantes era: -¿Cree Ud. en Dios? Y él siempre respondía: -Creo en el Dios de Spinoza.
El que no había leído a Spinoza se quedaba en las mismas… Baruch de Spinoza fue un filósofo Holandés considerado uno de los tres
grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el
francés Descartes.
Aquí algo de él. Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza: Dios hubiera dicho: "Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.
Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las
playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja
ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal
en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu
amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que
te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras
sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un
amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu
hijito... ¡No me encontrarás en ningún libro! Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo
te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de
necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte
si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser
como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar
para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la
eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?
Olvídate de
cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son
artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en
ti.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para
ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu
estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una
prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un
preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y
lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay
premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un
marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar
un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única
oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay
nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay,
ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te
voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más
disfrutaste? ¿Qué aprendiste?... Deja de creer en mí; creer es
suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me
sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada,
cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas
en el mar. Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes
agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones,
del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa
es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti". Spinoza