En la
vida hay muchas opciones.
Una de
ellas es poder estudiar.
Unos
ciudadanos estudian poco y les va muy bien.
Otros,
estudian y estudian y terminan muy mal. La vida es una lotería.
¿Cómo
le ha ido a usted con eso?
Estas
investigadoras nos cuentan algo sobre el tema:
“De
acuerdo con nuestra nueva investigación, los programas de ciclo corto (PCC) son
unos tipos de programas de educación superior que pueden poner a la región en
esta vía rápida. Los PCC se conocen también como programas técnicos o
tecnológicos, duran dos o tres años y se orientan principalmente al mercado
laboral. Resultan atractivos para muchos estudiantes, no solo para aquellos que
no les interesa o no tienen el tiempo o la preparación académica para programas
más largos, sino también para quienes buscan adquirir nuevas competencias
incluso después de haber obtenido un título universitario”.
Vamos a
leerlas…
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@radareconomico1
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De una encrucijada a una vía rápida:
programas cortos de educación superior en América Latina y el Caribe
Por EMANUELA DI GROPELLOMARÍA y MARTA FERREYRA
Septiembre 1-2022

En nuestro estudio regional de 2017 señalamos que la educación superior
en América Latina y el Caribe (ALC) se encontraba en un momento decisivo.
Durante el período de difusión del estudio, las empresas nos hicieron
saber que tenían dificultades para encontrar mano de obra calificada y los
estudiantes dijeron que tenían problemas para encontrar empleo incluso después
de haber finalizado un programa de educación superior. La frustración era
palpable y el mensaje fue claro: los sistemas de educación superior de la
región necesitaban reformas ambiciosas para responder a las necesidades de los
países.
Cinco años después y luego de una pandemia, esto es más cierto que
nunca. Aunque se perdieron numerosos puestos de trabajo durante la pandemia, se
crearon muchos otros relacionados, por ejemplo, con la automatización, las
plataformas electrónicas y el análisis de datos.
Una vía rápida para adquirir las habilidades relevantes es fundamental
en una región que enfrenta obstáculos para crecer, innovar y consolidar los
avances logrados en materia de equidad.
De acuerdo con nuestra nueva investigación, los programas de ciclo corto
(PCC) son unos tipos de programas de educación superior que pueden poner a la
región en esta vía rápida. Los PCC se conocen también como programas técnicos o
tecnológicos, duran dos o tres años y se orientan principalmente al mercado
laboral. Resultan atractivos para muchos estudiantes, no solo para aquellos que
no les interesa o no tienen el tiempo o la preparación académica para programas
más largos, sino también para quienes buscan adquirir nuevas competencias
incluso después de haber obtenido un título universitario.

Además, los PCC son atractivos para los empleadores. Pese a la gran
expansión de la educación superior en ALC en el nuevo milenio, un tercio de los
empleadores de la región (la fracción más alta del mundo) tiene dificultades
para encontrar trabajadores calificados. En ALC, esta desconexión entre la
educación superior y el sector productivo puede deberse a un escaso énfasis en
los PCC (que atraen solo el 9 % de los estudiantes de educación superior en
comparación con el 24 % a nivel mundial) o en las áreas de la ciencia, la
tecnología y la ingeniería (donde se gradúan menos estudiantes en América
Latina y el Caribe que en los países comparables). También se puede relacionar
con el estigma de los PCC: la percepción de que son programas de segunda clase
y un callejón sin salida.
Gran parte de este estigma es injustificado. Aunque los PCC atraen a
estudiantes desfavorecidos y no tradicionales, tienen tasas de graduación más
altas que los programas universitarios.
El empleo formal y los salarios de los graduados de PCC son mayores que
los de los graduados de la escuela secundaria, como se esperaba, pero también
que los de los desertores de programas universitarios, que representan una
abrumadora mitad de todos los estudiantes de educación superior de la región.
No todos los PCC son igual de buenos, pero tampoco lo son todos los programas universitarios.
En consecuencia, algunos PCC —especialmente en los campos de la ingeniería, la
ciencia y la tecnología— tienen mayores retornos que muchos programas
universitarios, en particular en las ciencias sociales y las humanidades.
Gracias a su estrecha vinculación con la economía local, los PCC responden con
rapidez —más que los programas universitarios— a las demandas del mercado
laboral local; estos se crean y se actualizan en respuesta a las necesidades de
los empleadores locales.
Para obtener información más detallada sobre los PCC de la región,
diseñamos y realizamos un sondeo exclusivo: la Encuesta de Programas de Ciclo
Corto del Banco Mundial. Más de 2000 directores de programas de cinco países de
ALC respondieron preguntas sobre una amplia variedad de temas, entre ellos los
estudiantes, los docentes, las prácticas de los programas, la capacitación y el
plan de estudios, la infraestructura, la gobernanza institucional, la
regulación y los resultados académicos. En promedio, los programas declaran que
siguen buenas prácticas. Al mismo tiempo, las prácticas de los programas —y los
resultados de los estudiantes— varían considerablemente entre programas, lo que
quizá justifica el estigma de los PCC.
Sin embargo, estas variaciones nos permitieron identificar las prácticas
específicas de los programas que obtienen buenos resultados académicos, al
tener en cuenta las características de los estudiantes. Si bien la mayoría de
las instituciones de educación superior de ALC interactúan poco con el sector privado
o el mercado laboral, encontramos que los “buenos” programas cultivan sólidas
relaciones con el sector privado y ayudan a los estudiantes en la búsqueda de
empleo. Contratan docentes con experiencia en el sector privado, ofrecen clases
de nivelación durante el programa y enseñan competencias numéricas. En este
momento crítico, el objetivo no debería ser una expansión al por mayor del
sector de los PCC, sino la creación y reproducción de estos “buenos” programas.

Para establecer un sistema que fomente “buenos” programas de ciclo corto
y atraer con éxito a los estudiantes, se requieren medidas de política en
cuatro frentes. El primero es la
información, pues los estudiantes necesitan datos detallados sobre cada
programa de educación superior en el país —universitarios o PCC— relacionados
con los resultados del mercado laboral, los costos y los requisitos académicos
para elegir con conocimiento de causa. El segundo es el financiamiento: en ALC,
los Gobiernos subsidian a los estudiantes universitarios a un ritmo más alto
que a los estudiantes de los PCC, proporcionan poca o ninguna ayuda financiera
a los de instituciones privadas (aproximadamente la mitad de la matrícula de
los PCC de la región) y financian programas y campos, independientemente del desempeño
o la importancia estratégica. Es crítico reasignar el financiamiento público
entre los programas, los estudiantes y las áreas de estudio. El tercero es la
regulación: supervisar y regular los programas, centrándose en los resultados
del mercado laboral de los estudiantes y no en los insumos de los programas, y
mediante sistemas ágiles que no obstaculicen el dinamismo de los PCC. El cuarto
es el aprendizaje permanente: facilitar la adquisición de competencias a través
de módulos flexibles y la transición desde los PCC hacia los programas
universitarios.
En el transcurso de las actividades de difusión de este estudio, hemos
oído repetidamente a las empresas decir que tienen dificultades para encontrar
trabajadores con habilidades prácticas y actualizadas porque este tipo de
trabajadores —que podrían ser capacitados fácilmente en un PCC— no existen en
la gran mayoría de nuestros países. Esta difícil situación es aún peor en las
industrias de alta tecnología, mostrando que la región no está preparada para el
nuevo mercado laboral. Sin embargo, también hemos visto que muchas
instituciones han sido creativas, en estrecha colaboración con los empleadores,
y han establecido programas de buena calidad, útiles y pertinentes, y hemos
sabido de estudiantes desfavorecidos cuyas vidas se transformaron al tener
acceso a dichos programas. En definitiva, es ese tipo de diálogo entre
instituciones, empresas y estudiantes —con el telón de fondo de regulaciones
modernas, ágiles y basadas en los resultados— que dará lugar a los programas
que la región necesita.