Es bueno que revisemos éste
índice, porque nos puede servir muchísimo para asimilar en qué sociedad nos
movemos. Y si nuestras administraciones están realizando su mejor esfuerzo para
que los ciudadanos vayan consiguiendo su bienestar.
Obviamente, nuestras ciudades
latinoamericanas están lejos de obtener el puntaje más alto, ya que les faltan
muchos elementos, pero hay que seguir intentándolo.
Leamos a Jairo Parada y evaluemos…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El progreso
social de Barranquilla 2015
Por Jairo Parada
Hace casi un año, comentábamos
en esta misma columna el progreso social de nuestra ciudad, con base en el
Informe del Índice de Progreso Social de 2014. Este índice “parte de la premisa de que una sociedad que no satisface
las necesidades básicas de sus individuos, que no genera las condiciones para
mejorar su calidad de vida, que no protege el ambiente y que no ofrece
oportunidades para la mayoría, no es una sociedad exitosa, independientemente
de los logros económicos que tenga”, según señala el informe patrocinado
por la Fundación Corona, la Red de Ciudades Cómo Vamos y otras entidades
privadas.
Ayer asistimos a la presentación del Informe Nacional, bajo el auspicio de la red Barranquilla Cómo Vamos y otras fundaciones.
De las diez ciudades examinadas, con base en datos y no encuestas de percepción, Barranquilla sigue en el 7o. puesto. No mejoramos en términos relativos. Manizales, Bucaramanga y Medellín siguen a la cabeza. Nuestro progreso social es medio-bajo, a pesar de nuestras creencias sobreestimadas sobre nuestra urbe. Mejoramos el índice, pero la brecha con las ciudades andinas se mantiene.
Cuando se pasa a los subcomponentes del índice, Barranquilla cae al noveno
lugar con respecto a las Necesidades Humanas Básicas, pero en relación a los
fundamentos del bienestar (educación, acceso a la información, salud y
bienestar y ecososteniblidad) Barranquilla se desploma también al 9o. lugar,
donde hasta Cartagena nos gana.
En la dimensión de oportunidades (derechos personales, libertades, tolerancia, inclusión, acceso a educación superior), por lo menos seguimos en el 5o. puesto.
En síntesis, aunque el informe destaca los avances de la ciudad, hay pocos semáforos en verde. La mayoría son amarillos, y preocupa que en salud estén casi todos en rojo. También en rojo están el servicio eléctrico, el saneamiento mejorado, el uso de la telefonía móvil, la contaminación por ruido, transporte, basuras, tolerancia hacia la población LGBTI, el embarazo adolescente y la calidad de la educación media.
Los indicadores recogen datos duros hasta el 2015, luego la actual
administración no debiera sentirse afectada. Más bien derivar de allí las
conclusiones correctas: el concreto no lo es todo, es importante, pero la
ciudad se estanca en progreso social porque sigue sin una seria autoridad
ambiental; el Transmetro languidece y la falta de oportunidades pulula en los
barrios populares; la construcción de hospitales pasos y caminos no garantiza
todo, y los jóvenes que terminaron su bachillerato no saben qué hacer.
La seguridad se deteriora en los barrios. En síntesis, los ladrillos son importantes, pero sin una adecuada gestión pública no mejoraremos estos indicadores y seguiremos en el mediocre 7o. puesto, a pesar de creernos que somos la mejor ciudad de Colombia. Aterricemos, ya hasta Ibagué nos ganó.
El Distrito necesita también una adecuada reforma institucional que fortalezca secretarías como la de Planeación, y mejorar la transparencia de la contratación, no solo con los proveedores, sino con los grandes contratistas. Urge una secretaría del Riesgo y Cambio Climático, y un vuelco agresivo en la política de movilidad frente al drama de Transmetro. Aquí el Área Metropolitana debiera concentrar esfuerzos y no dispersarse.
Ayer asistimos a la presentación del Informe Nacional, bajo el auspicio de la red Barranquilla Cómo Vamos y otras fundaciones.
De las diez ciudades examinadas, con base en datos y no encuestas de percepción, Barranquilla sigue en el 7o. puesto. No mejoramos en términos relativos. Manizales, Bucaramanga y Medellín siguen a la cabeza. Nuestro progreso social es medio-bajo, a pesar de nuestras creencias sobreestimadas sobre nuestra urbe. Mejoramos el índice, pero la brecha con las ciudades andinas se mantiene.

En la dimensión de oportunidades (derechos personales, libertades, tolerancia, inclusión, acceso a educación superior), por lo menos seguimos en el 5o. puesto.
En síntesis, aunque el informe destaca los avances de la ciudad, hay pocos semáforos en verde. La mayoría son amarillos, y preocupa que en salud estén casi todos en rojo. También en rojo están el servicio eléctrico, el saneamiento mejorado, el uso de la telefonía móvil, la contaminación por ruido, transporte, basuras, tolerancia hacia la población LGBTI, el embarazo adolescente y la calidad de la educación media.

La seguridad se deteriora en los barrios. En síntesis, los ladrillos son importantes, pero sin una adecuada gestión pública no mejoraremos estos indicadores y seguiremos en el mediocre 7o. puesto, a pesar de creernos que somos la mejor ciudad de Colombia. Aterricemos, ya hasta Ibagué nos ganó.
El Distrito necesita también una adecuada reforma institucional que fortalezca secretarías como la de Planeación, y mejorar la transparencia de la contratación, no solo con los proveedores, sino con los grandes contratistas. Urge una secretaría del Riesgo y Cambio Climático, y un vuelco agresivo en la política de movilidad frente al drama de Transmetro. Aquí el Área Metropolitana debiera concentrar esfuerzos y no dispersarse.