lunes, 5 de septiembre de 2022

Emisión 10084 septiembre 5 2022

 



Temas en la Mira del RadaR:

  • Incremento en las tarifas de energía y el servicio del transporte influyeron de manera importante en aumento del costo de vida en Colombia, especialmente en el Caribe colombiano. La inflación para el mes de agosto alcanzó 10.84%. Tenemos detalles del reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE.
  • Deterioro ambiental del país es una de las razones para que se presenten emergencias durante la temporada de lluvias extremas Colombia. Habla la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad.
  • Aunque el sector empresarial de la región Caribe sigue siendo optimista, no deja de haber preocupación ante la reforma tributaria presentada por el actual gobierno colombiano y lo que será la reforma laboral. Manuel Fernández, presidente de la Cámara de Comercio de Barranquilla habla sobre el buen comportamiento de ventas y empleo en el primer semestre de 2022.
  • El acceso a la banda ancha es la tierra del Siglo XXI, dijo el presidente de la República, Gustavo Petro, en el acto de posesión de Sandra Urrutia como nueva ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

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Vanti lanza línea de negocio con soluciones energéticas sostenibles para la industria

Vanti, su presidente, Rodolfo Anaya y su equipo no paran de innovar.

Ahora crearon "Distritos térmicos” para disminuir los desperdicios de recursos naturales en las residencias y el uso del biogás para generar energía renovable.

Hace unos días, Anaya presentó su línea de negocio con soluciones energéticas sostenibles.

Va directo para la industria.

En este RadaR de hoy les contamos más.

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Vanti lanza línea de negocio con soluciones energéticas sostenibles para la industria

La compañía de gas, Vanti, presentó nuevas líneas de negocio, muchas de ellas con soluciones para la sostenibilidad. Los nuevos productos están en la construcción de estaciones para camiones de carga, cogeneración de energía a pequeña escala para el sector industrial, soluciones energéticas para la nueva edificación, expansión de redes para las periferias en zonas industriales y en el sector residencial de los municipios, así como promoción y financiación de servicios y productos.

Por ejemplo, en el sector residencial, Vanti diseñó y creo los "Distritos térmicos”, para disminuir los desperdicios de recursos naturales. Se trata de productos para edificios nuevos, con calderas especiales en áreas comunes que permitirán llevar agua caliente a todos los apartamentos sin necesidad de tener calentadores de paso o de acumulación, pero además reduciendo el desperdicio de agua que se produce al esperar la calefacción. Como novedad, también producirán calor por detrás de paredes y pisos, generando ambientes más cómodos y confortables.

Rodolfo Anaya, presidente de Vanti dijio que “Vanti será una empresa con más formas de avanzar para que los diferentes sectores productivos se puedan ver beneficiados a partir de nuestras soluciones. Queremos ser un “game changer” para todos ellos. Por eso, apoyaremos decididamente la reducción de huella de carbono de nuestros clientes, incluso implementando modelos propios de identificación de oportunidades y disminución de emisiones”.

En esa línea, otro producto está dirigido al sector industrial para mayor competitividad en costos y eficiencia. Se trata de la creación de máquinas de producción que generan calor y por tanto energía para los procesos industriales, con procesos con autogeneración, cogeneración y regeneración a partir de un aprovechamiento de la fuente primaria. Como resultado, Vanti está desarrollando 12 corredores industriales en los sectores de Tocancipá, Cota, Funza, Madrid, Mosquera, Soacha, Bucaramanga con una extensión de más de 92 km. de red de distribución que representan una inversión cercana a los $32.374 millones en los próximos tres años, y que permitirán llevar gas a más de 172 clientes industriales, comerciales e institucionales. Adicionalmente, esto permitirá evitar un estimado de 13.000 ton CO2/año a la atmósfera gracias a la sustitución de otros combustibles como el GLP y el carbón.

Vanti contempla el uso del biogás, un gas renovable, el cual entrará ser una solución clave para las industrias en el marco de la transición energética. Se trata de una tecnología probada por más de 15 años, de amplio desarrollo en Europa, y que como se mencionó antes, implica un ejercicio de economía circular al aprovechar residuos de materia orgánica. Esto aportaría al doble propósito de llevar a cabo una mejor gestión de los residuos generados, y de usarlos para generar energía renovable no convencional que desplace otras fuentes más contaminantes.

Pero, otros de sus productos, tiene que ver también con opciones de financiación, con el lanzamiento de más servicios en su programa Vanti Listo. Este producto, que cumple su primer año, y que además de otorgar préstamos para materiales para construcción, electrodomésticos, televisores, equipos de tecnología, celulares, ropa y calzado, se ampliará para que los usuarios puedan adquirir motos y pagar matrículas universitarias para el primer semestre de 2023. Según informaron, desde el momento del lanzamiento en septiembre de 2021 a la fecha, se han financiado más de más de $15.000 millones de pesos en más de 8.000 mil hogares.

Aunado a lo anterior, también anunciaron el desarrollo de más de 20 proyectos de baja escala de generación distribuida a gas, proyectos de cogeneración y distritos térmicos en las ciudades, a partir de una inversión de aproximadamente $20.000 millones. Estos proyectos, además, tendrán la condición virtuosa de adaptarse a todo tipo de organización.

En otras de sus apuestas, están incorporando nuevos taxis y buses intermunicipales con la última tecnología que solo operan con gas natural vehicular para pasajeros de las marcas Scania y Dongfeng, respectivamente los cuales en virtud de la Ley 2128 de Gas Combustible estarán exentos de restricción vehicular (Pico y Placa).

Alimentos mantendrán la inflación en niveles altos por el resto del año. Por Laura Peña Cardozo

Alimentos.

¿Qué hacemos?

Crece su precio y, de acuerdo a los expertos, se mantendrán con precios altos.

Nos informa hoy Laura Peña Cardozo, de BBVA…

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Alimentos mantendrán la inflación en niveles altos por el resto del año

Por Laura Peña Cardozo

 

Principales mensajes 

· En agosto, la inflación mensual fue 1,02% y la anual 10,84%, con lo que se ubica por encima de la expectativa promedio de los analistas del mercado (0,54% en la variación mensual de acuerdo a la encuesta mensual del Banco de la República) e incluso por encima del máximo por ellos pronosticado de 0,79%.

· La división de alimentos volvió a sorprender fuertemente al alza en agosto, con una inflación anual que se acelera en 92 puntos básicos (pbs) a 25,57%. Al interior de la división, los productos procesados toman protagonismo, incrementando en 154 pbs respecto al mes anterior.

· En materia de inflación básica, la inflación acumulada de los alimentos se vio reflejada en la división de restaurantes y hoteles, que ante mayores precios de sus insumos alcanza una inflación anual del 15,73%.

· Los costos para la producción de elementos de aseo tanto personal como para el hogar generaron presiones importantes en las divisiones de bienes y servicios diversos y muebles y artículos para el hogar.

· El incremento en los precios de servicios públicos también destacó en agosto, con presiones por parte de electricidad, gas, y agua, que llevan a la división de alojamiento y servicios públicos a una inflación anual del 6,74%.

· En BBVA Research esperamos que la inflación se mantenga presionada al alza en lo que resta del año ante una extensión en las presiones de alimentos y una inflación básica que continuará acelerándose, lo que llevará a una revisión al alza en las estimaciones de inflación de cierre de año de los analistas.

GÉNERO Y PENSIONES. Por RICARDO PLATA CEPEDA

Yo no le aposté a la jubilación.

Tengo una teoría y me mantuve así.

Colombia no aguanta tantos jubilados.

Y entonces pensé que yo no necesitaría ese beneficio.

¿Me equivoqué?

Pienso que no, pero, algunos pueden pensar que sí.

Un día les contaré a qué le aposté…

Y hasta ahora ha funcionado...

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GÉNERO Y PENSIONES

La diferencia actual en edades de jubilación no tiene sentido para la ciencia actuarial porque incrementa de manera significativa y creciente el riesgo de insostenibilidad financiera del sistema dada la evolución del mercado laboral y de la esperanza de vida en las últimas décadas. Estamos en mora de igualar las edades de jubilación. Por Ricardo Plata Cepeda

En 2018 la edad promedio de retiro normal en 36 países de la OCDE, que se precian de procurar las mejores prácticas de administración pública, fue de 63,5 años para las mujeres y 64,2 años para los hombres, algo menos de 9 meses de diferencia. Sólo 14 de 36 países aún diferenciaban edades de retiro para hombres y mujeres, y de ellos sólo dos mantenían la máxima diferencia de 5 años, como en Colombia.

El año pasado un grupo de investigación del Banco de la República publicó un emblemático estudio titulado El camino hacia la igualdad de género en Colombia: Todavía hay mucho por hacer que resume, en cien páginas, cien años de ese azaroso camino. El hecho de que sus autoras fuesen cuatro mujeres doctoradas en economía, que además totalizan entre ellas siete maestrías, trae el mensaje velado de que los avances no han sido nada despreciables. Traigo a cuento tres de éstos para el tema de hoy: Entre 1984 y 2018 la brecha entre hombres y mujeres en la Tasa Global de Participación en el mercado laboral, que es la proporción entre la población económicamente activa y la que se encuentra en edad de trabajar, se redujo cerca del 44%. Entre esas mismas fechas la brecha en la tasa de desempleo entre los dos sexos se redujo un poco más del 35%; y la brecha en la Tasa de Ocupación, que es la población ocupada dividida por la población en edad de trabajar, se redujo a la mitad. Gráficamente es observable que todos fueron procesos lentos pero firmes, sin pausa ni sobresaltos.

Por su parte la Federación de Aseguradores Colombianos, Fasecolda, en su tabla actualizada de vida esperada (o mortalidad), nos muestra que un hombre de 62 años, que es la edad actual de jubilación de Colpensiones para ellos, tiene una vida esperada de 19 años. Mientras una mujer de 57 años, su edad actual de jubilación, tiene 27 años de vida esperada. Ellas tienen entonces 8 años más que ellos para beneficiarse de su pensión. Aun igualando en 62 años la edad de jubilación ellas tendrían una vida esperada de 22,5 años, es decir 3,5 años más que los hombres de la misma edad. La diferencia actual en edades de jubilación no tiene sentido para la ciencia actuarial porque incrementa de manera significativa y creciente el riesgo de insostenibilidad financiera del sistema dada la evolución del mercado laboral y de la esperanza de vida en las últimas décadas. Estamos en mora de igualar las edades de jubilación.

Sin embargo, tampoco es razonable que las mujeres tengan que cotizar el mismo número de semanas que los hombres. La fecundidad de las mujeres colombianas es cercana a 2 y ellas dedican mucho más tiempo de cuidado a sus hijos, al menos durante las primeras 100 semanas. Los hombres deberían cotizar 200 semanas más, es decir pasar de 1300 a 1500 semanas, aportando también adicionalmente a la sostenibilidad financiera del sistema. Si una persona comienza a trabajar a los 20 años, a los 62 habrían transcurrido 2184 semanas; podría dejar de cotizar un 30% de ese tiempo y aun así completar las 1500 semanas. Urge una reforma responsable.

rsilver2@aol.com

EL GAS NATURAL Y LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA. Por Amylkar D. Acosta M

¿Tendremos escasez de gas en Colombia?

El gobierno del presidente Gustavo Petro, se tiene que poner las pilas para apoyar a Ecopetrol.

Entre otras cosas, es gobierno con gobierno.

Ecopetrol es de los colombianos y a veces eso se nos olvida.

Vamos a leer a Amylkar Acosta, que está inquieto con ese tema.

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 EL GAS NATURAL Y LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Amylkar D. Acosta M

Después del hallazgo de gas natural en La Guajira y en el pie de monte llanero, las dos principales fuentes de suministro del gas del país, que ya están en franca declinación, no ha habido otro de su importancia. Las reservas con que se cuenta, de 3.1 GPC, a duras penas alcanzan para 8 años, de allí la urgencia de explorar aún más para recuperarlas, ya que desde hace una década pasamos de la abundancia a la escasez de gas, poniendo en riesgo el autoabastecimiento. Por fortuna, en los últimos días se ha anunciado por parte del Presidente de ECOPETROL Felipe Bayón descubrimientos muy importantes y esperanzadores que pueden alejar el fantasma de las importaciones de este energético. De todos modos se cuenta con una planta regasificadora de la Sociedad portuaria El Cayao, localizada en Cartagena, para importarlo ante eventuales déficits internos de suministros, cuando el parque de generación térmica así lo requiera.

Este es el escenario que enfrenta Colombia en medio de la crisis energética a nivel global que ha exacerbado la invasión rusa a Ucrania y las sanciones impuestas por EEUU y sus aliados de la UE a Putin, que ha elevado sensiblemente la cotización del gas, superando los US $8 el MMBTU, incrementando exorbitantemente los precios y las tarifas de energía, atizando de paso la inflación global. Ello ha venido a interferir la marcha de la Transición energética en dichos países, obligándolos a dar marcha atrás en su avance, en pos de garantizar la seguridad y sobre todo la soberanía energética. Claro está que este impasse puede servir de catalizador a la Transición energética, acelerándola, única vía para superarlo con éxito.

Es en este contexto en el que se tendrá que seguir avanzando por parte de la administración Petro en la hoja de ruta de la Transición energética en el país, que tiene sus propias peculiaridades. Empezando porque mientras en los EEUU y en la UE el 73.2% de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen del sector energético, en Colombia este sólo contribuye a ellas con el 30%. Adicionalmente, al tiempo que en el resto del mundo el sector eléctrico genera el 35% de dichas emisiones, en Colombia sólo el 5%. En Colombia, a diferencia de los demás países, la principal fuente de emisiones de GEI, con el 45%, es el cambio de uso del suelo, la agricultura, la ganadería y sobre todo la deforestación, que el año pasado registró la alarmante cifra de 174.103 hectáreas, creciendo el área devastada por segundo año consecutivo (¡!).

En Colombia, como en el resto del mundo, el gas natural está llamado a servir de combustible puente de la Transición energética y así lo catalogó el parlamento europeo, integrándolo a su matriz energética con el sello verde, dándole el mismo tratamiento de las energías renovables. Colombia requiere del gas natural para avanzar en una Transición gradual, como tiene que ser y responsable. Y dado que nuestras reservas de gas son tan precarias es imperativo continuar con la exploración del mismo, pues sólo se encuentra si se busca, para así garantizar una Transición tranquila. 

Una de las lecciones aprendidas de la tragedia que vive la UE es que la Transición energética no debe poner en riesgo la seguridad y la soberanía energética.

Quienes desestiman la importancia del gas natural en la fase en la que estamos de la Transición energética, como Jésica Arias, del equipo de energía de Transforma y Ph.D en Transición energética, afirman que “en la generación eléctrica tenemos todo el potencial para suplir nuestra demanda a mediano plazo con fuentes renovables”. Ello es absolutamente falso, tanto más en cuanto que los principales proyectos de energía eólica que se están instalando en La guajira sólo entrarían al sistema interconectado nacional (SIN), si no se presentan más demoras, el 1º de abril de 2024 (¡!), después del aplazamiento dispuesto por el Ministerio de Minas y Energía en su Resolución 40181 de mayo 23 de este año

Además, las fuentes no convencionales de energía renovable (FNCER), dada su intermitencia, requieren contar con el respaldo de la energía firme que sólo puede garantizar el parque térmico, que cuenta con 5.400 MW de potencia instalada y este requiere para operar del gas natural. Y no podemos cometer la misma insensatez de los europeos de apagarlas asumiendo el riesgo sistémico subsiguiente.

Del gas natural, al igual que del petróleo, podemos decir que es mejor tenerlos y no necesitarlos que necesitarlos y no tenerlos y peor que depender de ellos es depender de sus importaciones. Ello fue lo que llevó al Congreso de la República a expedir la Ley 2128 de 2021, tendiente a promover “el abastecimiento, continuidad, confiabilidad y cobertura del gas combustible en el país” y la masificación de su uso “se declara de interés nacional y estratégico para el desarrollo económico, social y ambiental”. Exponer al país a tener que importarlo contraviene esta Ley, ello sería impensable.

Cota, septiembre 3 de 2022

www.amylkaracosta.net 

América Latina no está en riesgo de sufrir una crisis semejante a la de los años ochenta (pero se avecina una era de oportunidades perdidas)

¿Será que estamos tan graves?

Eso es lo que dicen los que saben.

Hagamos esta pregunta:

¿Qué pasó en los años 80 en América Latina?

La crisis de la deuda latinoamericana también conocida como la “década perdida de América Latina”, fue una crisis financiera que se desarrolló a inicios de los años 1980, cuando los países latinoamericanos alcanzaron un punto en donde su deuda externa excedió su poder adquisitivo y no eran capaces de hacer frente a los ...

¿Llegaremos a eso?

Yo no creo, pero, debemos estar atentos.

Nosotros estamos pilas. Evitando excesos…

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América Latina no está en riesgo de sufrir una crisis semejante a la de los años ochenta (pero se avecina una era de oportunidades perdidas)

Filas de varias cuadras para recibir comida. Niveles de desempleo que se disparan. Inflación descontrolada. Deuda insostenible. Estos problemas, que sacudieron a muchas economías de América Latina en los años ochenta, siguen resonando hoy en día y, dadas las condiciones económicas actuales, resulta casi inevitable pensar que la historia pueda repetirse.

Sin embargo, hoy el mayor riesgo que enfrenta la región no es la posibilidad de otra “década perdida” generada por las crisis financieras, sino que sobrevenga una década de oportunidades perdidas.

Las crisis de deuda de los años setenta y ochenta fueron experiencias dolorosas que resuenan en los problemas actuales. En aquel momento, al igual que ahora, los países de América Latina tenían grandes cargas de deuda. En aquel momento, al igual que ahora, la economía mundial experimentó perturbaciones macroeconómicas extraordinarias que llevaron a que la inflación se disparara (el embargo petrolero árabe en aquel entonces; la pandemia y la guerra de Ucrania en la actualidad). Y posteriormente, al igual que hoy en día: los bancos centrales de todo el mundo —especialmente la Reserva Federal de Estados Unidos— subieron las tasas de interés para combatir la inflación.

Sin embargo, hay una diferencia clave entre aquel entonces y ahora, hoy los países latinoamericanos están mucho mejor preparados que hace cuatro décadas para reaccionar frente a estas conmociones, debido en gran parte a las enormes mejoras que se han introducido en las políticas económicas y financieras de toda la región. Si bien la Reserva Federal de Estados Unidos ha sido acusada de “quedarse corta” (i), la mayoría de los bancos centrales latinoamericanos han actuado con rapidez para mitigar la inflación y reorientar sus economías hacia los niveles de inflación previstos.

La decisión de subir las tasas desde un primer momento ha ayudado a mantener los tipos de cambio bajo control. En el pasado, las economías de América Latina estaban inmersas en un círculo vicioso de depreciación-inflación-depreciación: las monedas perdían valor, lo que generaba inflación, que a su vez las hacía perder aún más valor a medida que se deterioraba la confianza en la gestión macroeconómica. Hoy en día, ese ciclo representa un riesgo menor en la mayoría de las economías latinoamericanas. Si bien es cierto que algunas monedas (por ejemplo, el peso en Chile y Colombia) se han depreciado considerablemente en los últimos meses, los circuitos de retroalimentación que tienen lugar durante los períodos inflacionarios están más controlados que antes.

Más allá de la reciente lucha monetaria que la región ha emprendido —con éxito relativo— hasta ahora, las economías latinoamericanas también han experimentado mejoras estructurales que las hacen más resilientes que durante la década de 1980.

Por ejemplo, la creación de bancos centrales independientes, la adopción de tipos de cambio flotantes y regímenes de metas inflacionarias, y el fortalecimiento de las instituciones normativas han reforzado la mayoría de los sistemas financieros latinoamericanos. En un contexto de inflación más previsible y monedas estables, los mercados de deuda locales se han convertido en la principal fuente de financiamiento público y han generado mayor estabilidad reduciendo la dependencia de la deuda denominada en dólares (que es vulnerable a las perturbaciones cambiarias) y el financiamiento a corto plazo. Esto explica por qué las principales economías de la región han logrado implementar grandes programas anticíclicos para proteger a las familias y las empresas de los peores impactos de la crisis de la pandemia, una respuesta fiscal que habría sido impensable en las últimas décadas.

Asimismo, en los años ochenta, muchas empresas e instituciones públicas de América Latina carecían de acceso a los mercados financieros nacionales: el sistema bancario mundial era la principal fuente de financiamiento para los Gobiernos, lo que significa que, debido a los altibajos de los mercados financieros externos, los Gobiernos tenían más dificultad para controlar su propia política fiscal. 

Esta situación ha cambiado: en las últimas décadas, los mercados de capital locales se han desarrollado y los Gobiernos han recuperado el control de la política fiscal. El mayor control fiscal se ha traducido en una mayor capacidad para enfrentar con eficacia perturbaciones como la pandemia (aunque de distintas maneras entre los países latinoamericanos). La combinación de mayor acceso a los mercados mundiales y mercados internos más desarrollados brinda a las empresas privadas muchos más mecanismos para acceder al financiamiento y protegerse de sus riesgos que hace 40 años.

En resumen, somos optimistas acerca de la mayor parte de la capacidad de la región para evitar las crisis.

Esto no equivale a decir que el camino está allanado. Si bien es muy poco probable que América Latina experimente una gran contracción económica o un aumento desenfrenado del desempleo, corre el riesgo de que se prolongue el estancamiento económico de la última década.

Desde el auge de los productos básicos impulsado por la rápida expansión económica de China en la primera década del siglo xxi, los países de América Latina y el Caribe no han encontrado un motor de crecimiento comparable. En la última década, el crecimiento del producto interno bruto per cápita de la región ha sido, en promedio, casi nulo, lo que representa el nivel más bajo registrado desde fines de los años ochenta. El crecimiento modesto no debería ser la norma.

Los países de América Latina y el Caribe comercian poco con otras economías (especialmente en el caso de Brasil y de Argentina), lo que significa que los líderes del mercado nacional no se sienten presionados por la competencia internacional para innovar. Las condiciones comerciales no son tan propicias para la actividad empresarial como podrían ser. La regulación de los consumidores sigue siendo innecesariamente engorrosa. Los sistemas escolares siguen generando resultados educativos decepcionantes, sobre todo entre los niños de familias de bajos ingresos, lo que refuerza los patrones históricos de gran desigualdad. La ausencia de un mercado regional que permita la libre circulación de la mano de obra obstruye la asignación eficiente de recursos e impide lograr mayores economías de escala. 

Hay mucho en juego. La falta de capital humano y de incentivos para innovar está poniendo freno al ingenio e impidiendo que la región se convierta en el hogar de la próxima gran invención disruptiva. La consiguiente disminución de la productividad también limita la reducción de la pobreza, obstaculiza la inclusión y aumenta la necesidad de bienestar.

Estos avances logrados con tanto esfuerzo en la gestión macroeconómica también son vulnerables a los retrocesos, ya que el lento desarrollo económico es terreno fértil para el malestar social y las ideas populistas. El aumento de los niveles de deuda —atribuibles en parte a la respuesta a la pandemia— ahora deberá controlarse gradualmente, en un momento en el que la polarización y el malestar social dificultan el ajuste fiscal.

Estos resultados son completamente evitables. Los encargados de formular políticas deben actuar ahora mismo para que no se hagan realidad.