Un comentario del economista
Amylkar Acosta…
“Te comparto este texto,
escrito con gran perspicacia y lucidez por parte de Leonardo Urrea, en El
Tiempo del 19 de abril. Por favor, léelo, compártelo y saca tus propias
conclusiones”.
Amylkar D. Acosta M
Vamos a leer a Leonardo…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
#Radar
EL SENTIDO DEL MÉRITO
Existe
sólo un riesgo real de que Colombia se convierta en una “Venezuela”, tal riesgo
consiste en que el sentido del mérito se deteriore entre la población
colombiana. Me explico: los colombianos tenemos arraigado en el imaginario que
somos personas trabajadoras, echadas para adelante y que pocas cosas nos quedan
grandes. De igual forma, y como contrapeso (tal vez producto del narcotráfico)
existe la fuerza opuesta: La “Ley del menor esfuerzo”, no hablo de la
eficiencia de hacer más con menos, hablo la mediocridad generalizada en las
distintas esferas, el esperar a la divina providencia para lograr metas y no
hacerlo con trabajo, foco y estrategia. El triunfo de la cultura del “no
esfuerzo” sobre el sentido del mérito, es la única vía factible en la cual
Colombia se vería inmersa en una tragedia económica y social de la magnitud
vecina.
Según
Adam Smith, el merecer gratitud o reconocimiento (social, político o económico)
tiene su fundamento en la simpatía que la gente tenga en dos sentidos; el
primero, en cuanto la gente comparta la motivación de los actos en cuestión, y
segundo, en cuanto a los efectos de tales actos. De esta forma, un padre, que
se quita el pan de su boca para dárselo a su hijo en un momento de escasez,
tendría todo el reconocimiento por parte de sus semejantes, pues estos
simpatizan tanto con el motivo de su acción, como con el efecto de bienestar en
el hijo. De igual forma, un profesor que le regale una nota a un alumno sólo
por su apellido, por su aspecto físico, o por simple conveniencia, le da un
beneficio al estudiante, sin embargo, es difícil compartir un sentimiento de
merecimiento hacia el alumno, principalmente por la no simpatía con la
motivación del profesor.
Dadas
las leyes de equilibrio en la naturaleza, el sentimiento de gratitud y
reconocimiento también tiene su contraparte en el sentimiento de rencor y el
merecimiento de castigo ante un daño causado. Uno podría sentir simpatía con
una persona que castigue con olvido a quien le hizo un daño inmenso, o sentir
repudio hacia quien golpea a otra brutalmente por el simple hecho de haber
tumbado su café sin culpa. En el primer caso uno simpatiza con la motivación
del acto, en el segundo no, porque no ameritaba tal reacción. Esta dimensión
produce la necesidad de un sistema de justicia que funcione.
El
trabajo es la reacción de los seres vivos ante la necesidad. En un sentido
puramente económico un bebé llora (trabaja) para satisfacer su necesidad de
alimento. Salvaguardar y fortalecer el satisfacer las necesidades con esfuerzo
propio y no esperando la benevolencia del Estado o de alguien más, es la clave
para no caer en la pérdida de la “cultura del trabajo” que causa desgracias
económicas. No hay almuerzo gratis, alguien debe trabajar para que haya
alimentos en la mesa. Una sociedad que olvide este principio elemental de
economía política está condenada a sufrir escasez cuando la fuente que
reemplaza al trabajo se desaparece (véase la caída de precios del petróleo y la
situación venezolana).
Teniendo
esto en cuenta, hay un elemento que diferencia las personas que necesita el
país, y aquellas que sólo lo deterioran económica y socialmente. Las primeras
se sienten orgullosas de ganarse el pan con el sudor de la frente, esto es,
merecen lo que tienen por esfuerzo propio. Las segundas, esperan a que los
otros satisfagan sus necesidades, o en el peor de los casos, satisfacerlas
mediante la trampa, el robo o el saqueo a los demás (y aun así se vanaglorian
de sus comodidades). No es lo mismo darle la universidad a un hijo mediante el
trabajo de largos años, que dársela con recursos de una estafa o un robo a los
demás.
En
este sentido, observamos que el saqueo y el robo es contrario al sentido del
mérito. ¿Por qué robar es malo? Porque es apropiarse del producto del trabajo
ajeno, pareciese que las leyes de la economía dispusieran que no es justo
robarle a alguien lo que se ha procurado con su propio trabajo. Esto me permite
decir que una mayor consciencia del sentido del mérito en nuestra sociedad, no
sólo evitaría una tragedia económica en el mediano plazo, sino que soportaría
la lucha profunda contra la corrupción en todas las esferas, lo cual
desearíamos la gran mayoría.
Quisiera
finalizar dando razones por las cuales es poco probable que en Colombia suceda
una tragedia económica como en Venezuela. Es cierto que las condiciones de
corrupción y de hastío político generalizado se parecen a la Venezuela de
finales del siglo XX, sin embargo, los siguientes hechos pueden
contrarrestar una solución dictatorial y populista: 1) el imaginario de
“cultura de trabajo” pareciese imponerse sobre la “Ley del menor esfuerzo”; 2)
No tenemos una tradición golpista en nuestras fuerzas militares; 3) Existe una
heterogeneidad regional y gremial que puede generar contrapesos importantes al
deseo de una dictadura populista; 4) Colombia ha sido mucho más clientelista
que populista (lo cual tampoco es bueno).
Espero
no estar equivocado, y que los colombianos seamos tan trabajadores como aquí
supongo. De no ser así, el camino está trazado en dos sentidos para evitar un
caos económico y social:
1)
Fomentar una formación en todos los hogares, escuelas y universidades, enfocada
en enseñar a nuestros niños, y jóvenes que el pan se gana con el sudor de la
frente, no robándoselo al vecino (esto no solo se logra con discursos, sino con
el ejemplo).
2)
Fortalecer un Estado que alivie situaciones temporales de miseria y pobreza
extrema, pero cuyo fin sea darle elementos a la población para que pueda suplir
sus necesidades con trabajo propio y no dependa de alguien más para ello, lo
cual, dicho sea de paso, es la base del clientelismo.
Twitter: @iurrea91