Llega
al poder en Estados Unidos Donald Trump.
Acabó
la era de Barack Obama, para mí, un excelente líder. Y un ser humano muy
especial. Igual su familia.
Las
expectativas son disimiles. Unos confían totalmente en él.
Otros
le temen…
Las
expectativas se mantendrán muchos meses.
En
el RADAR les iremos contando la historia.
Jairo
Parada, quien igual está expectante, seguro nos acompañará en este proceso.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1

Columnas
de opinión
Tiempos líquidos
Por Jairo Parada
Nunca
pensé que recordaría esta caracterización de Zygmunt Bauman de los
tiempos que vivimos, autor que acostumbro a enseñar en mi curso de “Economía,
Política y Sociedad” en Ciencias Políticas de la Universidad del Norte. Este
autor, resumido acertadamente por Efraín Villanueva en Latitud del pasado
domingo, siempre nos invitaba a desconfiar de la estabilidad de la supuesta
modernidad que vivimos. A veces pensaba que eran especulaciones
postmodernistas, pero no olvido nunca aquella obra de Marshall Berman que nos
enseña que todo lo sólido se desvanece en el aire, ahora que la globalización
ha mostrado sus efectos tectónicos desde los años 80s. Le toca a uno
vivir, para ver las cosas más absurdas, que cuestionan la racionalidad de
cualquier análisis político y económico.

Cuando ya se nos viene la inauguración de la presidencia de
Donald Trump, la incertidumbre se apodera del mundo. Ver a un partido
republicano, vocero de las teorías ortodoxas y neoliberales, apoyar el
proteccionismo populista de Trump, y su posible impulso al déficit fiscal, a
pesar que se pasaron ocho años saboteando a Obama, con el cuento del equilibrio
fiscal, le deja a uno claro que lo que les interesaba era simplemente era el
poder. El poder lo es todo. Lo demás no cuenta. El fin justifica los medios.
Ahora, nuestros ideólogos de derecha en Colombia dicen que Obama era un iluso,
retórico y que no se fijó en lo que sucedía bajo sus pies. Se niega lo logrado,
cuando basta escuchar su discurso de Chicago de despedida, para dar cuenta de
hechos de un periodo que sacó a su país del peligro de la depresión, y cosechó
éxitos en la arena internacional, a través de la diplomacia y no los cañones.
Fue saboteado por un Congreso republicano. Hizo lo que pudo.

Pero
al final dejó claro, que son los mismos ciudadanos los que tienen que generar
los cambios, al participar y aprender a distinguir la verdad entre la basura
que se esgrime en las campañas electorales.
Ahora
vemos un gabinete norteamericano formado por millonarios ultraconservadores, quienes
no sabe uno a qué horas se van a preocupar por los norteamericanos pobres que
votaron por Trump. Ya van a recortar el plan de salud de Obama sin tener
alternativa, dejando 20 millones de personas colgados de la brocha, y se
apresurarán a bajarle los impuestos a Wall Street. De ahí el auge en la bolsa.
Rugen los enfrentamientos económicos y militares con China, y más leña al fuego
se ve en el Medio Oriente.
En
Colombia debemos aprender de esta experiencia de los Estados Unidos. Debemos
entender que la lucha por la paz y contra la corrupción, debe pasar al centro
de las coaliciones políticas, en un país donde los ladrones de Interbolsa y
Premium ya están libres, algunos disfrutando “mansiones” por cárcel, y los
estafadores de Astraval y Elite en libranzas, siguen tranquilos mientras se
birlaron, en alianza con cooperativas corruptas, más de $1.5 billones de pesos.
Y si a eso le añadimos lo de Odebrecht, que viene desde la era de Uribe, sin
duda, todo se disuelve y vivimos en verdad tiempos líquidos. Hay que
espabilarse