domingo, 17 de diciembre de 2023

¿Por qué las condiciones de crecimiento de América Latina son desfavorables?: Ocde explica

¿Por qué las condiciones de crecimiento de América Latina son desfavorables?: La Ocde explica…

La Ocde es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Según este organismo, los indicadores de pobreza en Colombia y brechas salariales aumentaron.

Lerc Comunicación Ltda.

Luis Emilio Rada Conrado

®luisemilioradaconrado

¿Por qué las condiciones de crecimiento de América Latina son desfavorables?: Ocde explica

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) presentó las Perspectivas Económicas de América Latina 2023, y entre ellas detalló la situación en la que se encuentra Colombia. 

Según la entidad, la pobreza en el país aumentó al 34,2% en el 2023, dato que es superior al 30,9% registrado en el 2016. Vale la pena destacar que la cifra está por encima del promedio de la región que se estimó en 24,1%. De igual manera, la pobreza extrema pasó del 12% en 201 al 16,9% en el año 2022.

Por otra parte, la Organización detalló la medida del índice Gini, la cual mide la concentración de los ingresos entre los habitantes de un país, hecho que contribuye a detectar la desigualdad salarial. Para el caso de Colombia, este aumentó del 50,6 en 2016 a 51,5 en 2021, manteniéndose por encima del promedio de la región que fue 44,8. 

Frente a los indicadores de inversión y transformación productiva, la inversión total en Colombia se sitúa en 19% en 2022, frente al 21,3% del promedio de América Latina y el Caribe en el mismo período. 

Otro de los puntos a destacar es que la participación de las exportaciones de productos de alta tecnología en el total de bienes manufacturados vendidos internacionalmente disminuyó del 10,2% en 2016 al 8,2% en el 2021. Aunque, según el informe, este dato de mantuvo por encima del promedio de la región (7,2%).

“La percepción positiva de la inversión extranjera directa (IED), que disminuyó en toda la región, cayó marcadamente en Colombia, del 55,9% en 2016 al 37,2% en 2020. Mientras que los ingresos tributarios del país aumentaron ligeramente del 19,1% del PIB en 2016 al 19,5% en 2021”, destaca la publicación.

La Ocde asegura que Colombia ha realizado esfuerzos para atraer y movilizar inversiones de alta calidad, centrándose en promover mayores niveles de formalidad empresarial. 

Resultados regionales

Ahora bien, en materia regional, el documento detalla que los países del territorio tienen un “enorme potencial” para emprender una trayectoria de desarrollo más sólida.

Después del repunte del crecimiento pospandemia, las condiciones externas se volvieron menos favorables, las transferencias públicas se redujeron, la política monetaria se endureció y los efectos de la reapertura de las economías se disiparon en 2022. 

“La desaceleración de la actividad económica en América Latina en 2023 sugiere que la región está volviendo a los bajos niveles de crecimiento observados en los años previos a la pandemia”. Según los datos presentados las condiciones socioeconómicas siguen siendo desafiantes, pues solo la pobreza aumentó al 29% y la pobreza extrema al 11,2%. Estas cifras están aún por encima de los niveles prepandemia en las de la mitad de los países la región en el 2022.

Así mismo, otro de los puntos que se destaca es la situación de la informalidad laboral, pues en promedio el 42,8% de la población vivía en un hogar que dependía únicamente del empleo informal.

“El poder adquisitivo en la región se ha visto erosionado progresivamente por el aumento de la inflación, con un impacto más severo en las poblaciones más vulnerables”, dicen.

POTAFOLIO

EL CARIBE CON HAMBRE. Por Amylkar D. Acosta M

La vida es un privilegio.

Sin embargo, en la región Caribe se presentan tropiezos para alimentar a la población.

¿Qué reporta Amylkar Acosta?

Se lo contamos aquí en el RadaR.

Lerc Comunicación Ltda.

Luis Emilio Rada Conrado

®luisemilioradaconrado

EL CARIBE CON HAMBRE

Por Amylkar D. Acosta M

Según la más reciente encuesta del DANE, en conjunto con la FAO, 28.1 de cada 100 hogares en Colombia se vieron forzados, muy a su pesar, a disminuir la cantidad y calidad de los alimentos ingeridos al menos una vez en los últimos 12 meses, debido a la falta de ingreso y de capacidad adquisitiva, impidiéndoles acceder a los mismos. Pero este dantesco cuadro es aún más dramático, cuando la misma encuesta logra constatar que para el 4.9% de ellos la prevalencia de inseguridad alimentaria se califica como grave, lo cual se traduce en el hecho aberrante que en casi 5 de cada 100 hogares al menos una persona del núcleo familiar se quedó sin comer durante las 24 horas del día por física falta de plata.

De dicha encuesta se sigue que 15.5 millones de personas de carne y hueso padecen la inseguridad alimentaria, pero el mayor número de ellas se concentra en los centros poblados y rural disperso, lo cual no deja de ser paradójico porque como lo acota la Directora del DANE Piedad Urdinola, “la mayoría de los alimentos se cultivan en las zonas rurales”[2]. Pero, olvida ella que allí es donde la pobreza y la exclusión social se ensaña en la población más vulnerable y vulnerada del país. También llama la atención que la afectación de la inseguridad alimentaria sea mayor en los hogares en donde la mujer es cabeza de familia (31%) en contraste con aquellos en los que es el varón (26%).

Los porcentajes y los promedios son engañosos, porque las colinas pasan por valles y estas por aquellas. De allí la necesidad de escudriñarlos para develar la procesión que va por dentro de las frías cifras. Ello nos permite constatar que mientras a nivel nacional el número de hogares en condición de inseguridad alimentaria es del 21.8%, las dos regiones del país en las que se concentra el mayor número de hogares en condición de inseguridad alimentaria son el Caribe y el Pacífico con el 40% en promedio. El contraste es mayor cuando se compara con el promedio de los departamentos del “interior”, que oscila entre el 14.6% y el 20.2%.

Y si desagregamos la cifra que corresponde a la región Caribe, nos topamos con que los departamentos de Córdoba (70%), Sucre (63%), Cesar (55%), Bolívar (51%) y La Guajira (50%), superan ampliamente el promedio regional del 40%. A excepción del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa catalina, que con el 17.2% de sus hogares en condición de inseguridad moderada o grave, sólo escoltado por el departamento de Caldas con el 14.6%, el resto de los departamentos de la región Caribe supera en este registro el promedio nacional del número de hogares en condición de inseguridad alimentaria moderada o severa. 4 de los 8 departamentos del Caribe puntean en el deshonroso top 4!

Colombia se caracteriza por ser el país de las desigualdades, por enormes desequilibrios y asimetrías regionales y por ostensibles brechas sociales, en el que las rezagadas regiones del Caribe y la Pacífica llevan la peor parte, las cuales registran un índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI) desbordado con respecto al centro del país[1]. Estas disparidades no sólo persisten sino que se agravan con el paso de los años y así lo muestran y demuestran diferentes medidas antropométricas, biométricas y seguridad alimentaria, constituyéndose en las regiones con peor desempeño en términos nutricionales[2].

Con razón afirma la Directora de El Heraldo Erika Fontalvo que “en la región Caribe enlazamos una crisis tras otra sin haber superado la anterior…La pobreza y el hambre son dos caras de la misma moneda que obligan a los hogares a renunciar a casi todo[3]. Y así arribamos a una sumatoria de crisis cuyo efecto acumulativo que afecta en mayor grado a los más vulnerables, particularmente a los pueblos aborígenes.

Aunque con algunas particularidades y especificidades, la causa raíz de esta lacra social es la misma en todo el país, sólo que en ciertas y determinadas regiones, como lo son el Caribe y el Pacífico se acentúan y cobran mayor relevancia. En cuanto a la disponibilidad de los alimentos y el acceso a los mismos influye notoriamente la dependencia en más del 35% de la importación de los mismos, agravada por la inflación y la devaluación del peso en los últimos dos años. Estas últimas, además, afectan los costos y los precios internos por el carecimiento de los insumos agrícolas importados[4].

También influyen y de qué manera el exacerbamiento de la conflictividad social, el desplazamiento, el confinamiento y la migración, que tienen como telón de fondo la concentración de la tenencia de la tierra (Gini de tierras 0.86 y Gini de propietarios 0.88) y el marchitamiento del sector agrícola que pasó de representar el 18% del PIB en 1990 al 6% actual. A ello han contribuido la apertura atolondrada de la década de los 90´ y el prurito de la firma de tratados de libre comercio (TLC) a la topa tolondra, sin estar preparados para ello, en la primera década del siglo XXI.

Si bien programas como Ingreso solidario y ahora la Renta ciudadana, consistentes en transferencias monetarias constituyen paliativos de la inseguridad alimentaria, la desnutrición y el hambre, no van a la raíz de esta problemática. Hay que ir más allá de las medidas asistencialistas. Como lo plantea Santiago Mazo, especialista en nutrición del área de alimentación y lucha contra la malnutrición de la FAO en Colombia, es urgente que el Estado implemente “políticas duras de inversión en desarrollo rural, en acceso a tierras y todo lo que pueda hacer para acelerar el paso[5].

El Plan Nacional de desarrollo Colombia potencia mundial de la vida (2022 – 2026) consagra como principio fundamental “el Derecho humano a la alimentación de la población en situación de pobreza y pobreza extrema, con enfoque de derechos, soberanía alimentaria, participación de las economías popular y comunitarias y la agricultura campesina, familiar y comunitaria”.

Este es un paso muy importante en la dirección correcta, pero que sólo conducirá al cumplimiento del 2º de los 17 Objetivos de desarrollo sostenible (ODS) contemplados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, Hambre cero, con la Reforma agraria integral, primer punto del Acuerdo final firmado entre el Estado colombiano y las FARC. Llegó la hora de revivir y actualizar el programa El Caribe sin hambre que se formuló y estructuró en 2011 con el apoyo del BID[6], el cual estamos retomando en el Plan estratégico regional (PER) recién aprobado en su versión preliminar el pasado 30 de junio por parte del Consejo regional de la Región administrativa y de planificación (RAP) del caribe. 

Bogotá, diciembre 17 de 2023

www.amylkaracosta.net



[1] Amylkar D. Acosta M. Colombia, el país de las desigualdades. Noviembre, 14 de 2018

[2] Banco de la República. CEER. Documentos sobre economía regional. Karina Acosta Ordóñez. La desnutrición en los primeros años de vida: un análisis regional para Colombia. 2012/ Nutrición y desnutrición en el Pacífico colombiano. 2015

[3] El Heraldo. Julio, 6 de 2023

[4] Amylkar D. Acosta M. La inseguridad alimentaria en Colombia. Julio, 8 de 2023

[5] El Espectador. Julio, 5 de 2023

[6] Coordinación técnica. Gobernación del Atlántico. Caribe sin hambre. Informe final. Noviembre de 2011

¿Es normal dormir solo 5 horas?

Siempre he dormido poco…

Pero he vivido feliz.

La vida es un privilegio.

Abrazo a todos.

Lerc Comunicación Ltda.

Luis Emilio Rada Conrado

®luisemilioradaconrado

¿Es normal dormir solo 5 horas?

Depende de la edad que tengas, de tu nivel de actividad y de la calidad y profundidad del sueño.

Según la National Sleep Foundation las horas adecuadas por grupo de edad son las siguientes.

Como puedes ver en un adulto sano podría ser suficiente con 6 horas de sueño, y en edades avanzadas podría ser suficiente con 5 horas.

En general suele recomendarse unas 7 horas como mínimo.