En el RADAR estamos atentos a lo que está pasando en Barranquilla, la
región Caribe, Colombia y el mundo.
Leemos y escuchamos muchas voces.
Observamos la tarea de nuestro alcalde.
Y en esa tarea encontramos este escrito de Héctor Galeano David, analista internacional, doctorado en Ciencias
Sociales de la Universidad del Norte y con varias especializaciones, que nos
asusta. Él llama la atención sobre unas estadísticas que debemos
revisar, aunque tengo que confesar que estoy seguro que en algunos pasajes
Héctor se equivoca, cuando escribe, por ejemplo,-las cifras hablan por sí
solas. De acuerdo con el DANE, el 60,7 de los trabajadores son informales. Dicho en otras palabras, si no trabajan no comen, lo que se refleja en
la encuesta Pulso Social, que afirma que solo el 41% de los hogares encuestados
acceden a tres comidas diarias. No es casual, que la mayor parte de fallecidos estén ubicados en los
barrios El Bosque, Ciudadela 20 de Julio, Las Nieves, Carrizal, Rebolo, La Luz,
estratificados como 1 y 2…-
Héctor se equivoca y se los digo, porque nací en Las Nieves uno de los barrios populares de Barranquilla, tengo
familia en ese barrio todavía y la gente no vive como lo presenta Héctor. Tampoco es tan
grave la situación en la Ciudadela 20 de Julio cuando se habla de fallecidos. Así que...
Pero es bueno que se le llame la atención al alcalde Jaime Pumarejo y a
su administración, a ver si las cosas mejoran para toda la población…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
La
única tarea bien hecha por Pumarejo y su equipo ha sido la construcción de un
espejismo, lo cual no habría sido posible sin la complicidad de los medios
tradicionales y las encuestadoras
Por Héctor Galeano David, analista internacional
La galardonada película Parásitos
dejó entrever una realidad poco conocida en Occidente. Desde nuestra
perspectiva, Corea del Sur, está ubicada entre las quince economías más grandes
del mundo, tiene una inflación que solo alcanza el 3,6% y una privilegiada
expectativa de vida entre las diez más altas del planeta.

No obstante, visibilizó la
realidad de muchas familias que viven en deplorables condiciones, lo que ha
llevado a que el 80% de los jóvenes, de acuerdo con un estudio publicado por el
diario The Hankyoreh, vean su país como un “infierno”. El filme coreano logró
mostrar un fenómeno que Occidente poco o nada conocía, por lo que dejan muchas
reflexiones frente a esos “paradigmas” que los gobiernos y medios aliados
construyen para mantener la mejor imagen.
Mirando hacia nuestra región,
Chile se erigió como el ejemplo a seguir del neoliberalismo. Hoy se sigue
hablando de los Chicago Boys como el punto de inflexión que sacó al país del
Cono Sur, de la Escuela Cepalina y lo condujo al crecimiento y desarrollo. No
obstante, el paro de estudiantes y profesores que inició en 2011 y se prolongó
por más de un año, encendió las alarmas sobre la realidad chilena.
De ese supuesto ejemplar modelo
económico a seguir, los movimientos sociales sacaron a la luz una verdad
irrefutable: Chile es un país desigual. De hecho, no obstante que pertenece al
“club de los ricos” de la OCDE, su inequidad es superior a las de Argentina,
Perú y Bolivia, de acuerdo con los números del Banco Mundial.
Con ese escenario, no es difícil
entender las motivaciones y resistencia que tuvieron los chilenos, hasta el
punto de lograr la convocatoria a una Asamblea Constituyente como única
alternativa para reorientar el rumbo de la nación.
Corea del Sur y Chile, tienen su
homólogo en Colombia. Una ciudad que se presenta ante el país y el mundo como
un dechado de virtudes. Las imágenes no daban para menos. Barranquilla viene
sumergida en permanentes obras de infraestructura. Altísimas inversiones
basadas en la “cultura del cemento”.
Es decir, esa estrategia
facilista que desarrollan los populistas para elevar sus niveles de aceptación,
desamparando con ello, esos “intangibles” sobre los cuales se soporta el
bienestar de las poblaciones.
Sin embargo, las crisis hacen
aflorar la realidad, igual que el deshielo permite que emerja lo que está
oculto debajo de la capa congelada. La pandemia logró evidenciar que el
supuesto desarrollo, se circunscribía al simple cemento.

La tasa de letalidad de la ciudad
asciende a 2,5%, que, aunque ubicada un poco por debajo de la media nacional,
que es de 2,6%, supera con creces a la ciudad más grande del país y todo el
departamento de Antioquia, que, promedian un 2,0% y 1,9% respectivamente.
Sin embargo, la magnitud de la
tragedia se visibiliza al analizar el promedio de fallecidos por cada mil habitantes,
comparado con otras ciudades y regiones a los cuales, la prensa nacional e
internacional, posicionaron en las portadas debido a la dimensión de la
tragedia. Examinemos tres ejemplos: Nueva York, Guayas (Ecuador) y el Estado
del Amazonas en Brasil.
·
Nueva York: 2,67
·
Provincia de Guayas: 0,52
·
Estado de Amazonas: 3,22
·
Barranquilla: 2,78

Se puede observar que en las
estadísticas solamente Amazonas en Brasil, sobrepasa a la capital del
Atlántico, por 0,44, lo que se puede entender por cuatro razones: la
negligencia y desatención de Bolsonaro, la mayoritaria población indígena
históricamente abandonada y vulnerable, la escasa infraestructura y la gran
distancia geográfica de Manaos.
En el comparativo colombiano, a
Barranquilla le va peor:
·
Bogotá
DC: 2,12
·
Antioquia:
1,40
·
Valle
del Cauca: 1,57
En ese orden de ideas, se
evidencia que la “Capital de Vida”, como la denomina pomposamente el alcalde,
es una de las ciudades del mundo, con más fallecidos por cuenta de la pandemia.
Las
otras pandemias…
El único recurso que Pumarejo y
su funesto Secretario de Salud han encontrado para justificar su mediocridad e
ineficiencia ha sido culpar única y exclusivamente a los ciudadanos. No
obstante que lamentablemente se han presentado hechos de desorden, tampoco es
menos cierto, que es un fenómeno nacional y global, por lo que las decisiones
oportunas del gobierno se convierten en necesarias y determinantes.
Pumarejo no es consciente que, de
las administraciones locales deben erigirse sobre un nuevo “contrato social”,
cimentado en una cultura ciudadana que propugne por reconstruir la sociedad
sobre pilares como el respeto, la solidaridad y la empatía. La pregunta es:
¿han desarrollado alguna estrategia en tal sentido?,
No.
Ni Pumarejo ni mucho menos su
antecesor y jefe político.

Además, el alcalde se niega a
admitir una realidad irrefutable: Barranquilla es la ciudad de Colombia, en la
que más ha crecido el empleo informal.
Las cifras hablan por sí solas.
De acuerdo con el DANE, el 60,7
de los trabajadores son informales.
Dicho en otras palabras, si no
trabajan no comen, lo que se refleja en la encuesta Pulso Social, que afirma
que solo el 41% de los hogares encuestados acceden a tres comidas
diarias.
No es casual, que la mayor parte
de fallecidos estén ubicados en los barrios El Bosque, Ciudadela 20 de Julio,
Las Nieves, Carrizal, Rebolo, La Luz, estratificados como 1 y 2.

Por otra parte, desde la alcaldía
se hacen de oídos sordos a las voces de científicos y prestadores de
servicios. La Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidados
Intensivos, liderada por el doctor José Luis Accini, manifestó su preocupación
por la situación y realizó una serie de propuestas, las cuales no fueron
tenidas en cuenta. De hecho, aunque la ciudad colapsó en todo su sistema de
salud y que las Clínicas Campbell, General del Norte, Universidad del Norte,
Porto Azul, han comunicado reiteradamente que no tienen camas disponibles, el
alcalde se niega rotundamente a declarar la alerta roja.
Con todo ello, se cierra el
dramático círculo de la muerte, impulsado por otras tres pandemias: la
ineficiencia, pobreza extrema y desprecio a la ciencia.
En conclusión, la única tarea
bien hecha por Pumarejo y su equipo ha sido la construcción de un espejismo, lo
cual no habría sido posible sin la complicidad de los medios tradicionales y
las encuestadoras.
Una entelequia derrumbada como un
castillo de naipes por un “enemigo” invisible, ante el cual, ni el dinero ni el
oscurantismo informativo pueden hacer nada.
*Héctor Galeano David, analista
internacional.
@hectorjgaleanod