El Gas Natural llegó y
se quedará en Colombia para siempre.
Al principio, como
siempre ocurre cuando llega algo nuevo, los propietarios de los vehículos no
confiaban en el producto; pero ahora, han entendido que es sano y bueno para
sus economías utilizar el gas.
Lo que dice Amylkar
Acosta en esta columna que empezó a circular por El Heraldo, es claro:
“Las políticas de
promoción del gas vehicular, con sus incentivos arancelarios y tributarios
han hecho posible que Colombia se haya convertido en un referente
regional, con 560 mil vehículos, desde utilitarios hasta el Sistema
integrado de transporte masivo de pasajeros en las ciudades
capitales, pasando por el transporte de carga.
Se estima que en todo
el país circulan más de 1.800 buses urbanos a gas.
Definitivamente, ¡el
gas natural está llamado a ser el gran aliado de esta Transición
energética en la que estamos, en la que la meta será la
electrificación del sistema de transporte, pero el gas se constituye en una
obligada escala técnica para llegar a ella!”
Bien por el Gas Natural
y por quienes lo han impulsado desde hace muchos años…
RADAR,luisemilioradaconrado
®@radareconomico1
La apuesta por el Gas Vehicular
Por Amylkar D. Acosta M
Colombia es un país
con un bajo consumo de energía, reflejo del tamaño y la baja dinámica del
crecimiento de su economía, situándose en un magro 1.5 MWH per cápita, muy por
debajo de países de la región como México y Perú que registran 2.3 MWH y 4.1
MWH, respectivamente, para no compararla con EEUU cuya demanda es de 12.6 MWH,
casi 12 veces el consumo per cápita de Colombia.

Ahora bien, el
transporte se destaca como el mayor consumidor de energía con el 36%, superando
a la industria, que sólo demanda el 22%. Desafortunadamente el transporte en el
país se caracteriza por ser el sector con la más alta ineficiencia energética,
habida cuenta que sólo aprovecha como energía útil el 18% de
la energía que consume, debido fundamentalmente al rezago y a la obsolescencia
tecnológica del parque automotor.
En la medida que es
el sector con el mayor consumo de energía, del cual un alto porcentaje de la
misma, que supera el 90%, es de origen fósil (gasolina y diésel), al que se
suma el crónico envejecimiento de la flota vehicular, el transporte público y
de carga se han convertido, según el IDEAM, en los mayores contaminantes siendo
los responsables del 17% de las emisiones de CO2 en el país, amén de material
particulado.
Ello es muy grave, especialmente en los centros urbanos, dado que
la contaminación del aire y la polución del medioambiente reduce en 1.8 años la
esperanza de vida de quienes están expuestos a ella, mucho más dañina si se le
compara con el tabaquismo que la reduce en 1.6 años o el alcoholismo y la
drogadicción que acorta la esperanza de vida al nacer en 11 meses.

Ello tiene un enorme
costo en vidas y en pesos para el país. Según un estudio del Departamento
Nacional de Planeación, que presenta los costos por muertes y enfermedades
asociadas a la degradación ambiental en Colombia, para el año 2015 los costos
en la salud atribuibles a la contaminación del aire urbano ascendían a 15,4
billones de pesos, equivalentes al 1,93 por ciento del PIB y relacionados con
10.527 muertes y 67,8 millones de síntomas y enfermedades.
¡Eso es una
barbaridad!
Además, como es bien
sabido, la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, entre
ellos el CO2, es la responsable del temible y temido Cambio climático, que
llevó a la comunidad internacional a tomar medidas drásticas y urgentes en la
Cumbre de las Naciones Unidas (COP21), las cuales se concretaron en el Acuerdo
de París, suscrito en diciembre de 2015.
Ese mismo año se firmó también el
compromiso con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).

El Acuerdo de París y
los ODS coinciden en el propósito de descarbonizar la economía,
como única manera de contrarrestar el calentamiento global. Ambos son
vinculantes para Colombia, que contrajo el compromiso de reducir sus emisiones
hacia el 2030 en un 20%, pero más recientemente el Presidente Iván Duque, al
igual que lo vienen haciendo otros países, elevó la ambición de Colombia y ahora
el compromiso es de reducir sus emisiones en un 51%.
El país se ha dado su
hoja de ruta para avanzar en la Transición energética, que está al
orden del día en el mundo y Colombia no es la excepción, consistente en migrar
desde las energías de origen fósil hacia las energías renovables y limpias.

Pero, como se trata de una Transición y no de un salto
energético, ello impone una serie de medidas que permitan hacerla de manera
tranquila, gradual y progresiva, como debe ser.
Entre ellas, el mejoramiento de
la calidad de los combustibles, como lo vienen haciendo ECOPETROL y la mezcla
de los biocombustibles, así como la sustitución de unos energéticos por otros
menos contaminantes, particularmente en el transporte.

Y allí entra en
escena el gas natural vehicular (GNV), el cual reduce en un 99% las emisiones
de material particulado (PM2.5) y los óxidos de azufre y en un 30% las
emisiones de CO2, en comparación con la gasolina y el diésel-motor. Según los
expertos el Gas está llamado a ser el combustible – puente de la
transición. Por fortuna, en Colombia la conversión a gas de los vehículos
de pasajeros y de carga ha sido una historia de éxito, que se inició en el
Caribe colombiano hace más de 40 años, siendo pionera en el uso de este
energético en el transporte. A la reducción de las emisiones contaminantes
se viene a añadir su eficiencia como combustible y la economía para los
propietarios y conductores de los vehículos, con ahorros que bordean el 30%.
Las políticas de
promoción del gas vehicular, con sus incentivos arancelarios y tributarios
han hecho posible que Colombia se haya convertido en un referente
regional, con 560 mil vehículos, desde utilitarios hasta el Sistema
integrado de transporte masivo de pasajeros en las ciudades
capitales, pasando por el transporte de carga. Se estima que en todo el país
circulan más de 1.800 buses urbanos a gas.

Definitivamente, ¡el
gas natural está llamado a ser el gran aliado de esta Transición
energética en la que estamos, en la que la meta será la
electrificación del sistema de transporte, pero el gas se constituye en una
obligada escala técnica para llegar a ella!
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