A raíz de la vida de Gabriel García Márquez, nos está llegando mucha información...
El doctor Ricardo Plata, nos recuerda esta columna escrita por Óscar Collazos, hace más de tres años.
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Gabo y su escritura
Por Óscar Collazos
Carmen Balcells, la agente literaria a quien la gloria de los escritores que representa llenó de fama y fortuna, acaba de decir a La Tercera, el periódico chileno, que García Márquez no volverá a escribir otro libro. Lo mismo ha dicho Gerald Martin, el autor de la monumental biografía sobre el novelista de Aracataca.
Ni Carmen ni Gerald han dicho nada que no se supiera desde 2007, cuando Gabo fue “coronado” en Cartagena de Indias. El homenaje que se le rindió en el Congreso Internacional de la Lengua fue el inventario apoteósico de una vida y la celebración casi unánime de una gran obra literaria. Desde entonces, tal vez desde el año anterior, se empezó a decir que el escritor colombiano ya no podía escribir otro libro.
Muchas personas amigas del escritor impusieron la discreción de no hablar del tema. Evitaron hablar de las razones que le impedirían seguir escribiendo a quien no ha hecho otra cosa desde have más de 60 años. Por un respeto quizá mal entendido, o por el dolor íntimo que causa aceptar las implacables leyes de la naturaleza, no se habló de lo que se sabía y que, ahora, revela una de las personas más cercanas a García Márquez.
Cualquiera que sea el motivo de este silencio: la sequía de las fuentes, la desconfianza en la propia fuerza creativa, el respeto a los lectores a quienes ya no se les puede ofrecer la grandeza que esperan; las trampas implacables de la memoria, sin la cual es imposible construir una historia; la elección del silencio como la más digna de las voces en el final de una vida, nada de esto puede ser convertido en misterio.
La agente literaria y el biógrafo han dicho lo que debía haberse dicho have dos años: que García Márquez no escribiría otro libro. Mejor dicho, que si seguía escribiendo, lo que escribiera ya no sería publicado. Sus lectores deberíamos entonces empezar a hacernos a la idea de que hasta allí llegó la creatividad de un hombre que mantendremos vivo en la lectura de sus libros.
No me interesa saber por qué García Márquez ha dejado de escribir. Todos, tarde o temprano, dejamos de hacer aquello que hemos hecho durante toda una vida. De alguna manera, todos regresamos al momento en que hacer nada, no dar nada ni hacer esperar a nadie constituía una fase primera y elemental de la existencia.
¿Un regreso a la felicidad del vacío, al paraíso del silencio? Tal vez.
Alguien que ha devuelto convertidos en prodigiosas obras literarias los episodios de su vida y de la vida colectiva de su pueblo merece llegar a la estación del silencio. Sobran las preguntas. “¿Por qué no sigue escribiendo?” ¡Tonterías! Entre marzo y mayo de 2007 tuve el privilegio de ver de cerca al escritor.
Nunca
vi a nadie más irresponsable y lleno de alegría, a nadie más abierto
al placer sencillo y grande de estar entre amigos de quienes,
seguramente, apenas se acordaba. Cada vez que alguien me habla de la
memoria, tengo la rara sensación de haber conocido a alguien que era
feliz a medida que la perdía y se extraviaba en sus laberintos.
Juan
Rulfo dejó de escribir y publicar libros a una edad en la que tenía
por delante la mitad intacta de su memoria. No le dio la gana de seguir
escribiendo. Tal vez le fuera indiferente saber que el mundo, en todos
los idiomas, se regocijaba leyendo sus dos únicos libros.
García Márquez ha dejado de hacerlo por una razón quizá menos caprichosa y ajena a su decisión personal. Ha dejado hablar a la naturaleza, que prolonga o reduce los ciclos de la existencia. Lo he visto –en la tele y en las fotografías– pletórico de alegría y casi indiferente a su gloria. Nadie más exultante que él, a medida que se hunde en los olvidos
Publicación
eltiempo.com
Sección
Editorial - opinión
Fecha de publicación
2 de abril de 2009
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