En el RADAR lo que tratamos es de registrar la historia.
Tratamos de hacerlo de la mejor manera, tratando de ser conscientes de la importancia de los medios de comunicación y el impacto que tienen las historias que transmitimos.
Este asunto de GABO, Grabriel García Márquez, que a muchos nos interesa, será tratado en este medio con todo el respeto que se merece el personaje.
Para mi, Gabo ha sido el escritor más prolifero que ha producido Colombia.
Leyendo su biografía, se entera uno del poder que tiene su pluma. Tremenda pluma y tremendo cerebro el que se gasta ese costeño.
Un costeño que nos representa con lujo de competencias y que nos hace sentir orgullosos de haber nacido en Colombia.
Esta noticia, la registramos con gusto: Antonio José Caballero desmiente los rumores de su demencia senil.
La registro con gusto, pero si no fuera así, ya Gabo tiene su espacio en la historia mundial. Como él no hay muchos...
luisemilioradaconrado.
Crónica: así es una noche de parranda con el Gabo que todos creen enfermo
Antonio José Caballero estuvo hace
pocos días con el Nobel colombiano Gabriel García Márquez y desmiente
los rumores de su demencia senil.
Por: Antonio José Caballero, especial para El País.
Miércoles, Julio 11, 2012
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Gabriel
García Márquez y Antonio José Caballero en casa del embajador de
Colombia en México, el domingo de elecciones presidenciales en ese país.
Especial para El País
No es que conozca a muchos. He entrevistado algunos y, casi todos, bien de la Paz o de la Literatura, corresponden a ese premio que les da la humanidad por sus bondades con el entendimiento de los conflictos del mundo o por la magia con las letras que han llenado de historias y de crónicas momentos importantes de nuestras vidas.
Tal vez por eso, por lo que le conozco y por lo que vi y sentí hace una semana en la Ciudad de México, digo que Gabriel García Márquez es, sin duda, el Nobel más noble del mundo.
Lo encontré en casa del embajador colombiano en ese país, José Gabriel Ortiz, y llegó acompañado de su inseparable Mercedes y de Katya González Ripoll, amiga de la familia.
Una vez sentado en la poltrona mayor, fue saludando uno a uno a los invitados al almuerzo preelectoral en la casa diplomática. No fuimos más de diez los comensales, entre mexicanos y colombianos, los que desfilamos al lado de García Márquez y con cada uno tuvo su charla rápida de diferentes temas.
De cine con Jorge Sánchez, productor de ‘Perro come perro’ y otros éxitos del cine azteca; de amigos comunes en Cartagena; de anécdotas recientes con ellos; de la política mexicana que el domingo elegía Presidente y, en fin, de todo lo humano y lo divino para lo que estuvo siempre atento, y lo que más me gusta de la compañía de ese colombiano grande: el apunte sabio y preciso que siempre ha tenido para calificar o para rematar cualquiera de los comentarios.
Hablamos incluso de muchas frases de él sobre su vida. En una de esas
alguien comentó que una vez dijo el escritor: “Mercedes maneja los
odios y yo escribo para que me quieran más”, y el Nobel corrigió: “Yo no
dije que ella manejaba los odios. Maneja los rencores, que no es lo
mismo”.

Carcajada va y carcajada viene fuimos terminando con las viandas acompañadas de buen vino, que García Márquez prefirió blanco, y cuando salimos acompañándolo los del último grupo y todo parecía haber acabado, se acercó como en secreto para invitarnos a tomar un caldo mexicano de tortilla en uno de los buenos hoteles del Distrito Federal, y a esa hora de la madrugada emprendimos camino hacia el Marriot.
Allí, más cerca en mesa pequeña, hablamos rápidamente de Colombia. Me preguntó sobre la situación del país, de la cual vive más enterado que nadie, y comentó: “No sé cuándo vamos a entender que ya no hay más tiempo de estar gritando de una orilla a la otra. Es tiempo de que los de allá vengan acá y viceversa, y sin tanto grito que es el que aturde, hablar las cosas y definir qué es lo que quieren”.
Remate con música
Algunos recuerdos surgieron después de tomar el ‘caldo madrugao’ y me dijo que tenía ganas de tomar algo con alcohol.
Me levanté de la silla a pedirle al ‘maitre’ que hiciera algo para
complacerlo, pero la misión resultó imposible, “porque como están con la
ley seca, el Gabo se va y a mí me dan en la madre”, explicó el
mexicano.
Entonces salimos hacia su auto y en esas se atravesaron cuatro
músicos. Para no perder el remate de esa noche especial les pregunté si
sabían quién era el personaje que iba con nosotros: “Pues es don García
Márquez”, respondieron, y sin ninguna otra orden desenfundaron violines,
guitarras y trompetas, y todos comenzamos a cantar ‘Las mañanitas’. Más
adelante, y ya con la voz del Gabo integrada al coro, entonamos ‘México
lindo y querido’.
De esa manera, terminamos con música lo que comenzó como un delicioso
almuerzo-parranda, que nos dejó ver de nuevo y de cerca al más
universal de los colombianos.
Esto lo cuento porque lo vi y lo viví, y me da tristeza de que a este
hombre que nos ha hecho llegar en todos los idiomas a todas partes del
mundo con su literatura, se le trate tan mal provocando comentarios
sensacionalistas que no corresponden, ni mucho menos, con lo que ha sido
él con Colombia: el abuelo Nobel más noble del mundo, que ahora vive
sus tiempos como quiere y con los que quiere.
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