Colombia es un país desigual.
Injusto.
Cruel en muchos pasajes...
Sabemos que muchos ricos que han acumulado
mucho dinero NO pagan los impuestos que deben cancelarle al estado. La sociedad
los conoce y se los permite.
Los directores de impuestos hasta han tomado
alcohol con ellos. Saben dónde están sus fincas y sus empresas… Pero nada pasa…
Pagan los impuestos como si no tuvieran las fortunas que han acumulado.
Thomas Piketty, vino a Colombia y recordó
parte de lo que muchos colombianos conocemos. Y nos enrostró la inequidad con que
se mueve este país…
Jairo Parada, escuchó a Piketty en
Cartagena y nos narra parte de esa historia.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Piketty y la
desigualdad
Por: Jairo Parada
Ver a más de tres mil personas escuchando a
un economista como Thomas Piketty, en el Hay Festival de Cartagena reciente, me
llena de esperanzas sobre los tiempos que vivimos, a pesar de las dificultades.
El joven autor, en su inglés con acento francés, fue capaz de explicar en una
hora las bases de sus tesis, enunciadas en el libro El capital en el siglo XXI,
de venta en nuestras librerías locales.
Piketty, de salida, nos advierte que su
obra puede ser leída por cualquiera, pues hace uso de la historia y la
literatura, además de las estadísticas esenciales de muchos países
capitalistas. No es un libro técnico, pero la ortodoxia se muere de la envidia
ante el éxito de sus libros. Es curioso que en esta época los libros más
vendidos provienen de economistas heterodoxos como Piketty o Ha Jong Chang, o
de economistas tradicionales pero con una visión más progresista, como Paul
Krugman o Stiglitz.
El análisis de Piketty se concentra en el
tremendo tema de la desigualdad de las sociedades capitalistas desarrolladas.
El problema sigue empeorando, y la riqueza se concentra más en el 1% de la
población. En la posguerra, en el siglo pasado, la brecha entre la tasa de
retorno del capital y la tasa de crecimiento económico no era tan grande. Desde
los 80, en la medida en que se impusieron las políticas ortodoxas y
neoliberales, encabezadas por Thatcher y Reagan, la brecha entre estas
variables ha sido tremenda, de un crecimiento promedio de la economía del 1% o 2%,
mientras que los rendimientos de capital se han disparado al 7 u 8%. En
matemática financiera uno aprende el poder de la tasa de interés compuesto: ese
gap irá generando mayor riqueza a los que ya son muy ricos.
Piketty considera que es tiempo de que nuevas
políticas e instituciones modifiquen este estado de cosas. Hay que
reforzar la propiedad pública, mejorar la educación pública a todos los niveles
y lograr mayor acceso a la información. Se debe regular en mejor forma el
mercado laboral y la propiedad privada. En este caso, Piketty señala que es
mejor que la economía esté en manos de empresarios nacionales que extranjeros,
pues estos escapan a las regulaciones. Acá lo hemos visto con Chevron (precios
del gas) y, de remate, le entregamos Isagén a una firma financiera canadiense
que no tendrá la misma visión ambiental de la empresa estatal.
En lo tributario, Piketty recomienda elevar
la tributación sobre el capital y sus ganancias, no sobre los ingresos de
personas y empresas. No se justifica la desigualdad ni económica ni éticamente.
Cuestiona, igualmente, elevar los impuestos al consumo (IVA). En Colombia
haremos obviamente lo contrario, mientras el ‘régimen’ no cambie. Nuestra
tributación es baja, apenas un 14% del PIB, necesitando elevarla por encima del
30%. Pero acá se trata de elevarla a costa de los trabajadores, clase media y
empresarios.
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