sábado, 20 de febrero de 2016

Jairo “Gancho” Buitrago, con “fuego en el corazón” Por Francisco Figueroa

Jairo, es uno de los personajes de Barranquilla.
Solamente es quedarse un rato con él y en esa conversación usted puede obtener información relevante para la capital del Atlántico.

Jairo Buitrago, no solamente es fotógrafo. 
Es un excelente narrador de la historia de la vida, de Barranquilla y de Colombia...

Es bueno leerlo lo que nos cuenta a través de La Cháchara, escrito por Francisco Figueroa.

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Jairo “Gancho” Buitrago, con “fuego en el corazón”

el Crónicas

Mantiene intacto el vigor y entusiasmo desde cuando comenzó a trabajar la fotografía hace 50 años en el Diario El Nacional.
 
Por Francisco Figueroa Turcios
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Jairo Buitrago con el ex-presidente Virgilio Barco

Jairo Buitrago Oliva es, sin la menor duda, uno de los más versátiles reporteros gráficos del país. Hombre recursivo, audaz, incansable y disciplinado, se ha ganado el cariño y el respeto de todos los medios en donde ha laborado durante más de medio siglo, siempre con fuego en el corazón.
Sus comienzos fueron como ayudante del fotógrafo de planta del hotel El Prado, el difunto Johnny Castro. Y de allí pasó como laboratorista a El Nacional, un aguerrido vespertino fundado y dirigido por el ya fallecido veterano periodista Julián Devis Echandía. En el citado vespertino, del cual ya, lamentablemente, empiezan a borrarse hasta los recuerdos, Jairo Buitrago perfeccionó su ojo clínico y excelente pulso firme para la fotografía periodística de calidad.
De allí fue llamado por las directivas de Diario del Caribe, un matutino de una brillante calidad en sus contenidos, diseño y fotografía, editado por el genial escritor y periodista barranquillero (ya fallecido), Álvaro Cepeda Samudio, con el talentoso cineasta y escritor Julio Roca Baena como asistente. El maestro Cepeda dejó toda una escuela. Los difuntos Carlos Castillo Monterrosa, Jairo Avendaño, Fabio Poveda Márquez. Además a Joao Herrera Iranzo, Rafael Sarmiento Coley, el fotógrafo Alfredo Robles Pérez, José Orellano Niebles y Jairo Buitrago Oliva, entre otros.
Como era joven y extremadamente flaco por lo inquieto, tanto que casi siempre se olvidaba de almorzar, de repente en la redacción del Diario del Caribe alguien dijo: “¡Carajo! Jairo está tan flaco que parece un gancho de tumbar guayabas”. Y así se quedó para siempre. El “Gancho” Buitrago.
Era muy joven, pero de una disciplina y una laboriosidad envidiables. No tenía vicios, lo cual era una enorme ventaja frente al resto de la patota que, tan pronto culminaban las labores en cada madrugada (en esa época los periódicos se hacían en caliente, con plomo derretido en unos linotipos en los cuales se escribían las letras en unos moldes que luego se colocaban en unos tablones inclinados llamados ‘galeras’), se iba de farra hasta el medio día.
Del Diario del Caribe, que fue cerrado por una lamentable huelga sindica, Jairo pasó a El Espectador, luego a El Heraldo y actualmente colabora en este portal www.lachachara.co
Soñaba, en su pubertad, con ser un prestigioso abogado para continuar la tradición de su familia, entre ellos la de su padrasto, Alejandro Gutiérrez Ripoll, que fue magistrado en la Capital de la República.
Sin proponérselo, el magistrado Alejandro Gutiérrez fue determinante para que Jairo Buitrago  incursionara en el mundo del periodismo. Jairo Buitrago recuerda con pelos y señales ese episodio que marcó la historia de su vida: “El frío en Bogotá me deprimía, me hacían falta el ambiente de Barranquilla y mis amigos. Tomé la decisión de regresar, obviamente a escondidas de mis padres porque ellos no aprobarían mi retorno a la Capital del Atlántico”. No tenía los recursos económicos para comprar el pasaje. “Comencé a esculcar el escritorio de mi padrastro, Alejandro Gutiérrez, y encontré un pasaje en avión con ruta abierta. No lo dudé un segundo, tomé el tiquete e hice la reserva. Salí como de costumbre para el colegio, pero en vez de llevar  libros en el maletín, iba lleno de la ropa que pude acomodar”.
Jairo “Gancho” Buitrago
Jairo Buitrago sigue rebuscando en los recodos de su memoria. “Tomé el bus  que me llevaría  al aeropuerto El Dorado. Al llegarse la hora en que debía estar en casa de regreso del colegio y no llegaba mis padres comenzaron a preocuparse. Comenzó el operativo para buscarme pensando que me había perdido en Bogotá, lo que no se imaginaban era que ya a esas horas estaba enmaicenado y bailando cumbia en Barranquilla.
“Y, precisamente, fue la última opción que dejaron para llamar indagando por mi paradero. Cual sería su sorpresa cuando se enteraron que estaba en Barranquilla”.  Jairo Buitrago hace un pare en el relato para atender una llamada telefónica. Tres minutos más tarde, continúa el relato.
“Mi padrastro no dudó en tomar el primer vuelo el día siguiente para Barranquilla. Cuando llegó no expresó ninguna palabra. A los pocos minutos me tomó de la mano y me dijo:  ‘jovencito, por favor acompáñame’. Me llevó a la sede del Diario El Nacional. Pidió entrevistarse con Julián Devis Echandía, director del periódico, que era su amigo personal. Entramos los dos a la oficina de la Dirección de El Nacional. Alejandro Gutiérrez le pidió el favor a don Julián, quien estaba allí al lado de su esposa, doña Lola Pereira de Devis, que me pusiera a trabajar en lo que fuera.  Mi padrastro no ocultaba la rabia que tenía por mi acto de rebeldía. Don Julián me echó la mano en el hombro y me preguntó el nombre y me dijo: Joven a partir de la fecha usted será el patinador de la redacción con la dirección del periódico”. Eso  fue el 15 febrero de 1964, en plena temporada de carnaval”, recuerda Jairo Buitrago.

Incursión en la fotografía

 

Jairo Buitrago Oliva

Jairo Buitrago, a los 17 años de edad, no sólo tenía la responsabilidad de ser el patinador de las noticias entre la redacción y la dirección del periódico El Nacional, sino además le asignaron la labor de legalizar los vales de los fotógrafos tanto para gasolina como para la alimentación. Por ese contacto con los fotógrafos hizo amistad con Jhonny Castro, y, en los momentos libres, Jairo inquieto por el tema de la fotografía le pedía que le enseñara a manejar la cámara fotográfica.
Jhonny Castro al ver el interés de Jairo por la fotografía lo invitaba a que lo acompañara a hacer las fotos sociales en horas nocturnas. Cuando Jhonny vio que el joven flaco se defendía tomando fotos, le dio esa responsabilidad mientras que él se sentaba a disfrutar del evento social.
La prueba de fuego que tuvo Jairo fue el 15 de junio de 1965 cuando asesinaron a una señora en Soledad y en el momento en que llamaron a la dirección del periódico para informar la noticia, no había ningún fotógrafo.
“Don Julián estaba furioso porque no estaba Jhonny Castro, Benjamín Gómez, Jorge Cera, ni Alvaro Santamaria. Uno de los redactores que sabía que Jairo Buitrago ya hacia sus pininos en la fotografía, se acercó donde el director y le dijo: “Envíe a Jairo a tomar la foto, el Jhonny le enseñó a manejar la cámara fotográfica”.
Jairo cuenta entonces lo que ocurrió: “Don Julián me llamó y me preguntó: ‘¿usted se le mide ir a tomar las fotos a una señora que asesinaron?’. Lo miré  y con vehemencia le respondí que sí. Cuando regresé y revelaron las fotos Don Julián se quedó sorprendidos con mis fotografías y me dijo: ‘a partir de hoy usted entra a la planta de fotógrafos de El Nacional’.
En el año 1969, Saúl Gómez que dirigía la agencia fotográfica Scopell, conociendo las capacidades de Jairo Buitrago no dudó en contratarlo para reforzar el equipo. Jairo sólo dura tres años con Scopell ya  en el año 1972 fue contratado por Diario del Caribe, donde permanece hasta 1986 cuando cierran este medio periodístico.
El  “Gancho” Buitrago como lo bautizó  el periodista Rafael Sarmiento Coley, no demoró un sólo día sin trabajar porque comenzó a laborar en el Diario El Espectador. Su etapa final trabajando en los periódicos fue en Diario El Heraldo, cuando ingresó en el año 1988 hasta el año 2011, cuando salió pensionado.

Anécdota

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Momentos en que era esposado el fotógrafo Jairo Buitrago
En sus cincuentas años de vida periodistica, Jairo Buitrago tuvo muchas anécdotas con relación a su actividad fotográfica. De esos hechos uno que le marcó en su vida y que aún no le ha encontrado una justificación fue el que le sucedió el 20 de mayo de 2008 cuando fue agredido y esposado por un policía cuando cubría la audiencia que le iban a formular cargos contra Margarita Afanador, quien el 2 abril, cuando conducía una camioneta BMW, atropelló y causó la muerte a una mujer y a su hijo de 10 años, que iban en una motocicleta.
“Alcancé a tomar dos fotografías, de repente el policía de servicio en la sala de audiencia me solicitó que saliera y que borrara las fotos. Obviamente me negué, porque este es un trabajo legal. Ante mi negativa me empujó y me sacó de ese recinto, me esposó y me ‘paseó’ por las calles aledañas al palacio de justicia como si fuera un delincuente.
Fui conducido luego a una estación de Policía, donde lo hicieron firmar un documento en el que constaba que había comparecido allí voluntariamente y que no había sido victima de maltrato”, recuerda Jairo Buitrago.
Cincuenta años dedicado de cuerpo y alma a la fotografía, y Jairo Buitrago no ha perdido los bríos, tiene “fuego en el corazón” como si fuera a tomar la primera foto cuando Jhonny Castro le prestaba su cámara para que lo reemplazara cubriendo los eventos sociales del Diario El Nacional.

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