¿Si le estamos poniendo bolas al Cambio Climático?
¿Acabaremos
con el planeta nosotros mismos?
¿Qué hacen
usted y su familia por cambiar las costumbres y dejar de tirar basura a la
calle?
Verde… ¿respetamos
el verde?
El asunto es
serio y debemos tomarlo así.
®luisemilioradaconrado
@radareconomico1
https://radareconomicointernacional.blogspot.com
Verde
sí, pero ¿a cambio de qué?
Por Ricardo Plata Cepeda
El 11 de diciembre de 1997 se firmó el Protocolo de Kioto, en la 3a reunión de las partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, abierta en la “Cumbre de la Tierra de Río”, 1992. La tesis de que las actividades humanas eran causales del aumento en la temperatura global registrado desde mediados de siglo contaba ya con amplio respaldo científico. El protocolo reconocía la diferencia en las capacidades de los países para afrontar el cambio y la responsabilidad histórica de los países desarrollados por los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Las partes que lo ratificaran adquirirían obligaciones del protocolo, si bien, diferenciadas.
Comenzó entonces la presión internacional para su
adopción por un número de países que alcanzara el umbral para su entrada en
vigor. A finales de 1998 el nuevo gobierno de Colombia organizó mesas de
consulta con funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores, Medio
Ambiente y Minas y Energía, ejecutivos de empresas de los sectores involucrados
y conocedores del tema. El protocolo incluía, aun sin detalles, dos
instrumentos, el Mecanismo de Desarrollo Limpio y la Implementación Conjunta,
que permitirían a los países industrializados invertir en proyectos de
tecnologías limpias en países en desarrollo, de mutua conveniencia. Las mesas
de trabajo tenían claro que para Colombia, productora de petróleo, carbón y
gas, los beneficios económicos y sociales previsibles por todo el siglo que comenzaba,
se verían severamente disminuidos con la implantación de los compromisos del
protocolo. Se optó entonces por recomendar al gobierno ratificarlo,
condicionado a que el diseño de esos mecanismos fuese más concreto y
conveniente para países como el nuestro. Su ratificación se dio al finalizar el
año 2.000.
Pero aún esos instrumentos resultaron insuficientes para mitigar los perjuicios inminentes. Colombia tiene fichas valiosas por negociar en la mesa de póker global para beneficio de todos. Por ejemplo, está entre los 10 países del mundo de más de 30 millones de habitantes con una generación de electricidad basada en más de un 70% en energía hídrica limpia. Colombia podría liderar una negociación multilateral para que los países del G7 financiaran a largo plazo sin intereses la red de distribución eléctrica al sector automotriz de esos 10 países, que es en los cuales tiene sentido ambiental electrificar el transporte, a cambio de mantener ese nivel de energía limpia.
¿Alguien se le mide?
rsilver2@aol.com
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