Me gustó, cómo escribió Julio César…
“Cuando
gritan un gol o un jugador bota un penalti, la expresión popular es una
descarga de adrenalina. Ni hablar si se atraviesa alguien en la vía. El grito
deshonra a la madre que no tiene nada que ver con la imprudencia”
Y anota: “Ser
plebe está de moda…”
Es bueno
leerle…
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EL ESTATUS DE LA VULGARIDAD
Mucha gente defiende el uso de las groserías cuando aman, porque les estimulan más y alcanzan niveles de placer propios de la satisfacción total. Cuando gritan un gol o un jugador bota un penalti, la expresión popular es una descarga de adrenalina. Ni hablar si se atraviesa alguien en la vía. El grito deshonra a la madre que no tiene nada que ver con la imprudencia. Por JULIO CÉSAR HENRIQUEZ
Ser plebe está de moda. Entre menos se sepa más popular se es. Las ideas se han subordinado a la devaluación de monedas cada vez menos representativas del potencial de las naciones. La inflación de la grosería impone su rigor en el mercado de la ordinariez. Sí. Especialmente en los debates políticos. Porque se ataca al otro, no a su pensamiento. Cómo si los argumentos no importaran. Lo que prevalece es el insulto.
En el lenguaje cotidiano se utilizan con frecuencia
expresiones que en otro tiempo serían síntomas de una patología social. Hoy
entre más vulgaridades se empleen más carismática resulta la conversación. Se
ha vuelto costumbre alterar el orden de las oraciones: Sujeto, verbo y
predicado, por objeto, grosería y altercado.
El saludo actual sería una imputación deshonrosa en
el pasado. Señalar a una persona de pertenecer a una preferencia o tener una
orientación sexual diferente se ha vuelto algo normal para saludarse. Tal vez
eso explique por qué ya no se lee como antes.
Un libro era el celular, el televisor, la pantalla o la diversión de otras épocas. Olvidamos que la lectura es el combustible del conocimiento y la fuente natural de la cultura.
Aclaro que cuando hablo de plebe y vulgaridad me refiero a lo soez. A esas expresiones que parecen “adornar” el uso idiomático. Y de las cuales muchos se sienten orgullosos. Dicen que el lenguaje sucio demuestra un signo de su personalidad versátil, excéntrica, histriónica y bohemia. Quien no diga vulgaridades es digno de estar en la ruta de la beatificación. Podría ser un viajero del tiempo perdido en el siglo XXI y llorando por no poder volver a la edad media.
Mucha gente defiende el uso de las groserías cuando aman, porque les estimulan más y alcanzan niveles de placer propios de la satisfacción total. Cuando gritan un gol o un jugador bota un penalti, la expresión popular es una descarga de adrenalina. Ni hablar si se atraviesa alguien en la vía. El grito deshonra a la madre que no tiene nada que ver con la imprudencia.
¿Es malo decir una que otra mala palabra? Son inadecuadas para los niños, no para los adultos, arguyen las mayorías. Pero si en una oración de 10 palabras usas más de 5 de esas voces que serían censuradas en horario infantil, no deberías dejar de preocuparte. Principalmente si son muletillas. Haz algo. Puedes mejorar tu vocabulario. Te hará bien.
Si la vulgaridad es la voz favorita de los malos candidatos así será su programa de gobierno: Vulgar y plebe, pero con estatus. Las ideas estarán al borde de la extinción.
No las dejemos morir.
Elijamos bien. Feliz día del idioma y del libro.
Esos deben ser todos los días.
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