¿La verdad
existe?
Claro
que sí, me respondo yo mismo: ¿Pero si existirá en el mundo político y público?
Y
vuelvo y me respondo:
¡Claro
que sí!
Bueno,
pues… me quedo con los políticos serios y los funcionarios públicos buenos…
¿Los
buscamos?
Lo hacemos
permanentemente…
Aunque,
a veces, nos estrellamos y nos toca soportarlo. No hay de otra.
Con
esta columna de Jairo Parada, eso fue lo que se me ocurrió preguntándome: ¿Qué
haremos con la creciente desigualdad?
¿Igualdad…
la alcanzaremos con los que pretenden llegar a Cámara y Senado en Colombia?
Esa
respuesta sí, se las dejo a ustedes…
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Lunes 03 de Febrero de 2014
La
creciente desigualdad
Por: Jairo Parada
Una de las preocupaciones de la reciente cumbre de
Davos fue la evidencia contundente de que, en las tres últimas décadas, la
desigualdad económica y social en el mundo sigue marcando su marcha ascendente.
Como bien lo señala Sandel, el paso de una “economía de mercado” a una
“sociedad de mercado” ha implicado la agudización en los patrones de
concentración del ingreso a escala planetaria. Ha sido el resultado lógico de
tres décadas de culto a los mecanismos del mercado y desmonte de los estados de
bienestar en los países desarrollados y débil construcción de los mismos en los
países en desarrollo.
Dos recientes publicaciones, a nivel internacional,
confirman estas tendencias preocupantes. Por un lado, el libro de Thomas
Piketty Capital en el siglo XXI de la Escuela de Economía de Paris, demuestra
que el fenómeno se inició desde la postguerra del siglo pasado,
intensificándose con las políticas de libre mercado de los últimos 30
años.
La competencia intensa y el libre mercado generan el resultado
lógico que ya Marx visionaba en el siglo XIX: mayor concentración del ingreso
en la cima de la sociedad, y una menor participación de trabajadores y
empleados en el ingreso nacional. Cuando se examina este fenómeno para la
economía de Estados Unidos, el resultado es contundente y brutal.
De ahí que Piketty recomienda lo opuesto a los economistas
neoliberales de nuestra época. Incrementar paulatinamente los impuestos al
patrimonio en stocks, utilidades y dividendos en la cima de la sociedad. De lo
contrario, la democracia seguirá siendo socavada en todos los países,
desarrollados y en desarrollo. Lo anterior se refuerza con los cambios
tecnológicos, pues la remuneración de altos salarios se dirigirá más
fuertemente a los trabajos creativos. No bastará educarse para recibir mejores
salarios.
Por otro lado, el PNUD (Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo), en su Informe Mundial 2013, titulado “Humanidad dividida: confrontando la desigualdad en los
países en desarrollo”, señala que a pesar del progreso económico y
social del mundo, el 1% de la población mundial controla el 40% de los
activos mundiales, mientras que un 50% de la población mundial sólo maneja el
1%. El informe señala que la desigualdad es mayor que hace veinte años.
Esta desigualdad se erige como un obstáculo tremendo al éxito de las
políticas de lucha contra la pobreza, dificultando mayores avances en educación
y salud, y fomentando la inestabilidad política y amenazando la cohesión
social. La desigualdad entre las zonas urbanas y rurales, al interior de las
ciudades y la de género son crecientes.
Sin embargo, el informe hace un llamado al
optimismo: es posible derrotar estas tendencias si se implementan las políticas
públicas adecuadas, reforzando la presencia del Estado en las áreas donde el
mercado falla, como es el caso de la educación, la salud, el mejoramiento de
los mercados laborales y el desarrollo productivo incluyente. Si se mira en
perspectiva el trabajo de Piketty y el Informe del PNUD, la desigualdad
creciente no es un fenómeno inevitable: está ligado a los patrones de
desarrollo capitalista que se adopten. Los dos informes demuestran que es
posible otro camino.
@jparadacor
Jairo Parada Corrales
Economista, Ph.D.
Barranquilla-Colombia
Tel 57-5-3557657
Economista, Ph.D.
Barranquilla-Colombia
Tel 57-5-3557657
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