RICARDO PLATA, dice que NO
salga la rectora.
Cómo me alegró esta mañana Ricardo Plata
Cepeda, por su forma de escribir y expresar su opinión sobre lo que se está
pretendiendo en la Universidad del Atlántico con la salida de la rectora Ana
Sofía Mesa.
Plata, no está de acuerdo con la salida de
la rectora. Es más, propone que se le haga un homenaje…
Si uno se pone a recordar lo que estaba
sucediendo en la Universidad hace varios años, tiene que decir: “dejemos a la
rectora cachaca”.
El ministro de hacienda era Alberto
Carrasquilla, respaldó la llegada de Ana Sofía Mesa y nos acompañó a uno de los
aniversarios del RADAR en el hotel El Prado, y yo le pregunté: “¿usted cree que
podemos salvar a la U?”
Y me respondió: “Claro que sí. Pero tenemos
que ser muy disciplinados. Todos deberían ayudar”…
Y siento que se ha ido logrando en todos
estos años. La Universidad del Atlántico ha sigo avanzando, a pesar de todos
los tropiezos.
RADAR,luisemilioradaconrado
Ana
Sofía, la buena rectora
Por Ricardo Plata Cepeda
No parece posible un sistema político que iguale a
todos los ciudadanos al final de la maratón de la vida, pero la mayoría de los
países desarrollados han logrado en gran medida emparejarlos en la raya de
partida gracias a la oportunidad que les brinda una educación pública de
calidad con cobertura universal. En contraste, en América Latina la educación
pública en casi todos los países es un frustrante fracaso que pasa una cuenta
de cobro en términos de desigualdad social y económica porque penaliza a los
más pobres al iniciar su vida laboral.
Ni Colombia, ni nuestro departamento escapan a ese
sino. El mes pasado se cumplieron siete años de que Ana Sofía Mesa decidiera,
sin sospecharlo entonces, entregarle el resto de su vida laboral a la
Universidad del Atlántico. La Universidad estaba en Ley 550, debía $180 mil
millones, anualmente tenía ingresos por $100 mil millones y gastos por $130 mil
millones, debía 15 meses a los pensionados y mes y medio a los funcionarios
activos. El espectro del cierre definitivo era real. Ana Sofía, ingeniera de
una universidad pública, becada en la prestigiosa Universidad de Stanford para su
maestría, pudo apreciar todo lo que estaba en juego. Consiguió $30 mil millones
del gobierno nacional, demandó 400 pensiones exorbitantes ilegales o
irregulares, depuró las acreencias reduciéndolas a $145 mil millones.
En estos
siete años el número de estudiantes pasó de 12.500 a 19.500 sin que en todo ese
período se haya perdido un solo semestre de clases. ¿Cuánto cuesta a cualquiera
perder un año de su vida? o lo que es peor, ¿Cuántos se han visto forzados a
renunciar a sus estudios por no poder darse el lujo de seguir perdiendo el
tiempo?
De los paros solo quedan, deshechas en el suelo, piedras y
esperanzas.
En los próximos meses terminará de pagar todas las
acreencias y de ponerse al día con pensionados y docentes. Este mismo año el
fallo de una acción popular puede representarle a la Universidad ingresos
extraordinarios cercanos a 300 mil millones de pesos.
También es precisamente
éste el año en el cual, oh casualidad, han aparecido muchos empeñados en sacar
a la rectora. El argumento de que ella debe salir por haber cumplido 65 años
resulta en este siglo XXI un anacronismo lamentable. Esta semana fuimos
testigos en Colombia de la vitalidad de Joe Biden, quien a sus 70 años acaba de
ser reelegido como Vicepresidente de los Estados Unidos y cientos de millones
de católicos celebran el aire fresco que el espíritu joven del papa Francisco
le ha traído al Vaticano a sus 76.
No, por favor, que sindicatos y políticos de
izquierda, centro o derecha, controlen su apetito desordenado por apropiarse
una vez más de lo que no es de ellos. Los demás estamos en mora de hacerle un
homenaje a Ana Sofía y de pedirle que se quede. Que los padres de los miles que
han podido estudiar ininterrumpidamente estos años se manifiesten contra de la
reciente oleada de supuestos estudiantes encapuchados. Que no vuelvan las
épocas cuando los muchachos morían por balas asesinas o por explosiones con las
manos en la trágica masa. No seamos miopes, no seamos ingenuos. No seamos
ingratos con la mente brillante, con la entrega generosa, con la voluntad
indeclinable y con el insobornable carácter de la buena rectora. Su lucha no es
para ninguno, es para todos. Como debe ser. Como necesitamos que sea.
Por Ricardo Plata Cepeda
rsilver2@aol.com
rsilver2@aol.com
pura mentira, como se nota que estudia alla o que por lo menos pase un día entero dentro de las instalaciones de la U, y vea cuan "dichosos somo de tener los laboratorios mas completo para el impulso de semilleros de investigacion de la U"... Hipocrita literista quien solo quiere mostrar una cara que no es.....!
ResponderEliminar