sábado, 24 de diciembre de 2022

SALGAMOS DE LA ZONA DE CONFORT. Por Amylkar D. Acosta M

Si salgamos de ahí…

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SALGAMOS DE LA ZONA DE CONFORT

Amylkar D. Acosta M 

“Se va anchando Castilla delante de mi caballo”

El Quijote

Llegó la hora de desmarcarnos de nuestros hábitos consuetudinarios, que sólo nos llevan a la monotonía, a actuar por impulsos exteriores, respondiendo a reflejos condicionados, que nos aprisionan en la que podemos denominar Zona de confort. Mucha gente espera y aspira alcanzar el éxito sin esforzarse, sin pagar un precio por él, que le puede significar para salir de su zona de confort, de la modorra de su rutina cotidiana.

Ahora bien, de alcanzar lo que te propones, de coronar con éxito tu tarea, ello no te debe llevar a la seductora trampa de la autocomplacencia. Nelson Mandela, el Gandhi del siglo XXI, afirmó que “después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo que hay muchas más colinas por escalar”. Nada más cierto. Las colinas que escalemos nos deben servir de hitos para escalar las más elevadas hasta llegar al Éverest de nuestras vidas. Pero, para ello, es absolutamente indispensable desactivar nuestro piloto automático, despojarte de tus miedos, prejuicios y aprehensiones y tomar con tus propias manos el control de tu vida.

El gran escritor Jorge Zalamea tenía razón cuando dijo en uno de sus más hermosos poemas y tal vez el menos conocido, Vientos del Este: " salta hombre sobre tus propias fronteras, pues ya no cabes en ellas&quot.

Definitivamente, hay que salir de la Zona de confort y saltar sobre nuestras propias fronteras para llegar a tener una vida plena,

trascendente y de mayores realizaciones. Y la clave está en el conocimiento, el cual muta continuamente. Heráclito dio en el clavo con su aserto de que “no es posible bañarse dos veces en el mismo rio, porque nuevas aguas corren siempre sobre ti”.

Algo similar acontece con el conocimiento, pues pese a sus avances nunca alcanza a agotar la realidad que, además de compleja, también cambia infinitamente.

Ello es tanto más cierto y válido en estos tiempos procelosos y disruptivos en los que nos cupo en suerte vivir, dominados y condicionados por los bruscos cambios tecnológicos propios de la cuarta revolución industrial y su triada envolvente: la big data, la internet de las cosas y la inteligencia artificial. Se solía decir antiguamente que la humanidad se dividía entre quienes tenían y aquellos que no tenían, entre ricos y pobres, posteriormente lo que la caracterizaba era que unos pocos sabían y acaparaban el conocimiento y los ignaros, que poco o nada sabían.

Se solía decir antiguamente que la humanidad se dividía entre quienes tenían y aquellos que no tenían, entre ricos y pobres, posteriormente lo que la caracterizaba era que unos pocos sabían y acaparaban el conocimiento y los ignaros, que poco o nada sabían. Eso ha cambiado radicalmente y de ello debemos tomar atenta nota. Aunque aún falta mucho camino por recorrer, se ha avanzado en décadas lo que no se había avanzado en centurias. ¡Menos mal!

Hoy en día la información y el conocimiento fluye de manera abrumadora a través de la red de internet, están al alcance de un clip. Dejaron de ser un privilegio. La mayor barrera para acceder a la información y al conocimiento es no estar conectado a dicha red. De modo que lo que marca la diferencia entre unos y otros es la conectividad, por ello podemos decir que, además la pobreza monetaria y la pobreza multidimensional nos enfrentamos a la pobreza digital, la cual acentúa a aquellas.

En Colombia, particularmente, la brecha digital es inmensa, sobre todo entre la población urbana y la rural, pues mientras que en el primer caso la proporción de hogares con dotación de computadores o tabletas es del 48.2%, en los centros poblados y rurales es de sólo el 10.4%. Y de contera, el promedio ponderado de acceso a internet es del 60.5%, que contrasta con el 23.8% en zonas rurales o remotas. Por ello, hemos venido planteando la imperiosa e inaplazable necesidad de añadir a los 17 objetivos del desarrollo sostenible el 18, consistente en el cierre de la brecha digital para tratar de nivelar la cancha.

Claro está que la información y el conocimiento son absolutamente necesarios, pero no suficientes para salir adelante, para progresar y avanzar individualmente y también como país. En concepto del científico e investigador colombiano Rodolfo Llinás, “más importante que saber es entender y para entender es fundamental contextualizar el conocimiento”. Y, como bien dijo Albert Einstein que “todos los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento” y enfatiza en que “solamente los pueblos que entiendan como generar conocimientos serán los países exitosos” y no aquellos que son sólo receptores de estos. Estos últimos, continúa diciendo Einstein, “se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una historia fantástica”, pero anclados en el subdesarrollo. De allí la importancia de invertir en ciencia, tecnología e innovación (C + T + I) para salir del atolladero de un crecimiento mediocre, inequitativo y excluyente.

Amylkar D. Acosta Medina

Medellín, diciembre 24 de 2022

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