Y eso le sirve a Cecilia López para escribir esta
columna.
¿Podremos algún día unir nuestras fuerzas, para
obtener una Región fuerte y sólida?
luisemilioradaconrado
26 de Diciembre de 2011 - 10:26 pm
¿Qué tiene el Junior
que no tiene la política?
Por Cecilia López
Montaño
La euforia del Caribe colombiano por el triunfo del Junior, equipo barranquillero, ha sido el hecho más comentado en los últimos días en la prensa nacional y en cada uno de los periódicos y medios de comunicación de todos los departamentos de esta parte del país.
Se perdieron las barreras departamentales y los históricos resentimientos entre Cartagena y Barranquilla, y entre esta última y Santa Marta. El centralismo barranquillero que se denuncia en las Sabanas de Bolívar, en Córdoba y Sucre, no apareció por ninguna parte.
La euforia del Caribe colombiano por el triunfo del Junior, equipo barranquillero, ha sido el hecho más comentado en los últimos días en la prensa nacional y en cada uno de los periódicos y medios de comunicación de todos los departamentos de esta parte del país.
Se perdieron las barreras departamentales y los históricos resentimientos entre Cartagena y Barranquilla, y entre esta última y Santa Marta. El centralismo barranquillero que se denuncia en las Sabanas de Bolívar, en Córdoba y Sucre, no apareció por ninguna parte.
Hasta los vallenatos y los guajiros, con su sano regionalismo, se unieron con
gran entusiasmo a la celebración por este nuevo éxito del Junior. Es más, la
euforia ha llegado a tal punto, que críticos de la política costeña le mandan
agradecimientos a Fuad Char, eje de la famosa trinca politiquera de la ciudad,
por ser también dueño del Junior. Increíble.
Las explicaciones técnicas de este nuevo éxito del equipo tienen que ser
asumidas por los que saben de futbol, pero los demás podemos pensar en otro
tipo de análisis igualmente interesante.
Desde hace muchas décadas los departamentos de la Región Caribe están
insistiendo en su carácter de región natural y pelean por obtener mayor grado
de autonomía. La separación entre cachacos y costeños es una realidad
innegable, que entre otras, se sintió nuevamente ahora, cuando muchos bogotanos
alegaban no entender la euforia caribeña antes del famoso final.
El centralismo sigue siendo un argumento para justificar muchos de los males que perduran en esta parte del territorio nacional, nuevamente golpeado duramente por el invierno. Los relativos fracasos en esa lucha obedecen a muchas razones, entre ellas, a tratar de trabajar solos sin buscar la solidaridad de otra región natural con problemas peores pero similares a los del Caribe como es el Pacífico colombiano.
El centralismo sigue siendo un argumento para justificar muchos de los males que perduran en esta parte del territorio nacional, nuevamente golpeado duramente por el invierno. Los relativos fracasos en esa lucha obedecen a muchas razones, entre ellas, a tratar de trabajar solos sin buscar la solidaridad de otra región natural con problemas peores pero similares a los del Caribe como es el Pacífico colombiano.
El Voto Caribe fue ya un gran avance, pero en términos concretos lo que
realmente se obtuvo fue hacer realidad el concepto de un cartagenero, Adolfo
Meisel, quien ha sustentado por mucho tiempo, la idea del Fondo Regional de
Compensación para un manejo más adecuado de recursos fiscales.
Al observar esta euforia colectiva que surgió a raíz del éxito del Junior,
surge la duda sobre la posibilidad de que algo como la mayor autonomía del
Caribe colombiano logre unir de esta manera a la población de todos estos
departamentos. Porque si esto fuera así, ya se habrían conseguido más cosas.
¿Qué tiene el Junior que no tiene la política?
La verdad es que el propósito claro para justificar mayor autonomía, la
reducción de esas brechas inmensas entre ricos y pobres, jamás ha sido un
objetivo común de sus élites. La pobreza inmensa es y sigue siendo funcional al
clientelismo de esta región, y el tema de su milagro económico y social no ha
desvelado a quienes tienen los votos. Es más fácil comprarlos que ganárselos
con propuestas.
Además para Bogotá, esto nunca ha sido lo suficientemente evidente como para
que cambie su percepción de lo que realmente quieren los caribeños y otras
regiones del país.
Una sola cabeza y un solo propósito, y no muchos líderes locales y múltiples
objetivos, es lo que se requiere. La buena noticia que deja el Junior es que
todos se pueden unir a un solo propósito. Y la lección para la política costeña
es que algo anda muy mal para que no despierte el entusiasmo que otras cosas
como el fútbol, si logran.
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