lunes, 1 de junio de 2020

NOVILIDAD ¿AHORA SÍ?


Si algo dejan las crisis es el aprendizaje. Y esta que vivimos a nivel mundial por causa de COVID-19 dejó expuestos esos aspectos de la vida laboral y personal que ameritan un ajuste.

Esta columna del empresario y dirigente gremial barranquillero Ricardo Plata, resalta algunos de ellos, dentro de los cuales destacamos el aprovechamiento del teletrabajo y la movilidad en las ciudades.

La columna fue publicada por el periódico El Heraldo de Barranquilla.



NOVILIDAD ¿AHORA SÍ?

Por: Ricardo Plata Cepeda

Las crisis amplifican lo bueno, lo malo y lo feo de instituciones y costumbres.

Podemos aprovechar su lupa en diversos aspectos para darnos un empujoncito en la dirección correcta.  Hace siete años propuse en esta columna que las secretarías de movilidad se apropiaran del concepto de novilidad, apócope de no – movilidad, como complemento para su propósito de hacer ágil, seguro y predecible el desplazamiento en su territorio.

Ricardo Plata
El símil se me ocurrió leyendo “La revolución del nega-vatio”, del físico Amory Lovins, quien en 1989 acuñó ese término como el vatio que no se consume, el que se evita gracias al cambio de actitud guiado por la racionalidad y que se logra con frugalidad “haciendo menos para consumir menos” o con eficiencia “haciendo lo mismo con menos”.

La novilidad consiste en promover el nega-kilómetro, el que no se recorre, el que se ahorra no teniendo que moverse y el que se recorre de manera más eficiente, como en un sistema de transporte masivo o en una bicicleta. Al igual que el nega-vatio, el nega-kilómetro encierra sostenibilidad ambiental y competitividad económica.

Con la pandemia se nos han impuesto algunas prácticas que podremos mantener parcialmente una vez pase la crisis.

La primera recomendación mencionada en aquella columna fue la de más teletrabajo y simplificación de trámites gubernamentales y de servicios públicos. Siete años más tarde, la penetración de internet y la sofisticación de aplicaciones financieras han dado enormes saltos en ese sentido.

Lo propio ha sucedido con las apps de domicilios, éstos son amables con el medio ambiente, no da igual hacer cien compras en cien carros que en diez motos, aunque sus colores las hagan más visibles.

Aprendimos también que no todos los procesos ni todas las personas resultan más eficientes en la virtualidad y que ésta se presta más para la venta de productos de consumo que para bienes durables como vehículos o vivienda.

Otra propuesta fue incentivar la construcción en altura sobre las vías troncales de Transmetro. Así se recortaría distancia, tiempo y presupuesto de transporte para los que vivan y trabajen o estudien cerca de esos corredores de alta eficiencia de desplazamiento, cuya cobertura urge ampliar. La vida estimada de los sistemas de transporte masivo es de muchas décadas, varios ya completan el siglo. Las limitaciones del momento son muy breves ante esos horizontes de tiempo.

Hizo falta mencionar las ciclovías, que la crisis actual catapultó a la más alta prioridad en muchas ciudades del mundo. Se agregó, sí, hacer obligatorio el transporte escolar, en vans medianas, lo que reduciría en más de un 80% la congestión en horas pico en el norte de la ciudad y se dejarían de quemar inoficiosamente millones de galones de gasolina al año.

Tan pronto superemos, además del contagio físico, la pandemia sicológica de rechazo recíproco de que nos hemos contagiado, todo lo anterior debe resurgir en la agenda.

rsilver2@aol.com



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