jueves, 28 de noviembre de 2019

La propuesta inoportuna, improductiva e improcedente de Daniel Quintero

NO cayó bien la propuesta del nuevo alcalde de Medellín Daniel Quintero. El titular de Editorial de El Espectador este 26 de noviembre,  lo deja mal parado. 

Por lo menos, frente a los lectores de Bogotá y parte del país. 

No sé qué estarán pensando los antioqueños, Uribe y Duque.

Inoportuna, improductiva e improcedente... para qué más.

Escribí: "es que es un joven..."


Pero resulta que el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, es menor que él. Apenas acaba de cumplir también 39, pero ahora este 21 de noviembre. 

Quintero cumplió antes, el 26 de julio. 
Así que, no es por la edad, es por la imprudencia y por aparecer como célebre. 

Debe tener cuidado y dedicarse a gobernar con Dios manda.
Apenas arrancó la vida y puede aprender mucho más para evitar mas imprudencias...

Y algo para recordar: Cuando Edgardo Sales Sales era gobernador del Departamento del Atlántico, era un joven de 33 años... sin embargo, no se le conocieron esos arrebatos. 


RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1

La propuesta inoportuna, improductiva e improcedente de Daniel Quintero

No sabemos a qué país se refiere el alcalde electo de Medellín cuando habla de una constituyente como mecanismo para resolver la polarización. / Foto: Prensa Daniel Quintero

Mientras el país pasa por un intenso debate sobre la manera como el gobierno de Iván Duque está operando, el alcalde electo de Medellín, Daniel Quintero, decidió patear la mesa y sabotear el diálogo. Con una propuesta que lo único que consigue es distraer y confundir, así como abrir posibilidades peligrosas, el nuevo mandatario escribió en su cuenta de Twitter que “Colombia necesita renacer, una asamblea nacional constituyente es el camino”. Se trata de una idea inoportuna, improductiva, improcedente e injustificada, y es lamentable que provenga de un político con tan alto perfil, por lo que es probable que descarrile las conversaciones que han empezado gracias a las marchas.

En una carta enviada al presidente Duque, el alcalde electo de Medellín enumera una lista de reclamos que han motivado las manifestaciones. Su conclusión es que “en medio de todo esto es cada vez más evidente que el andamiaje institucional actual no permite llevar a cabo las reformas que requiere el país”, por lo que se hace necesario convocar a “una constituyente que resuelva la polarización y nos permita encontrarnos como sociedad”. Nos parece que sus argumentos carecen de razón e ignoran asuntos esenciales en este debate.

No es verdad, para empezar, que el andamiaje institucional actual sea insuficiente para los cambios que necesita el país. De hecho, muchos de los reclamos que están rodeando la marcha, como la reforma pensional, las reformas anticorrupción y la crisis del sistema de salud, por mencionar solo tres, tienen que ver con debates que se están dando dentro de la institucionalidad actual. Las preguntas esenciales sobre cómo mejorar la realidad de los colombianos pueden resolverse en el Congreso y en el Ejecutivo: lo que ha faltado es voluntad política y eso no va a cambiar con una nueva Constitución.

Sí es mucho, en cambio, lo que entra en riesgo con una constituyente. No deja de ser paradójico que el alcalde electo aproveche unas marchas impulsadas por sindicatos y grupos sociales para pedir que se borre la Carta del 91. Son precisamente estas poblaciones las que han encontrado en el andamiaje constitucional las herramientas para empoderarse y protegerse de un Estado que, en el pasado, no los había reconocido. Ellos no piden que se cambien las reglas de juego, lo que buscan es un país más justo y más respetuoso, precisamente, de esas normas y promesas constitucionales.

No sabemos a qué país se refiere el alcalde electo cuando habla de la constituyente como mecanismo para resolver la polarización, si se trata de una idea que ha surgido, en el pasado reciente, de los puntos más radicales del debate público nacional. Quienes no respetan la institucionalidad, o se han visto coartados en sus ambiciones de poder por ella, ven en el cambio de la Carta la opción para reiniciar el partido. Las dinámicas electorales colombianas invitan a pensar que un proceso constituyente estaría lleno de manipulaciones y extremismo. Todos los triunfos de la Constitución del 91 estarían en riesgo. 

¿Cuál es la necesidad de entrar en ese caos?

El alcalde Quintero quiere apagar un incendio con gasolina. Si estamos “renaciendo” como país cada cuarto de siglo, nunca vamos a permitir que nuestra sociedad y nuestra democracia lleguen a la adultez. 

El paro ha puesto sobre la mesa unos términos puntuales de conversación nacional; no ayudan las propuestas que pretenden cambiarlo todo para volver a empezar.

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