Le sacan tarjeta amarilla a la señora
Rousseff. “La presidenta de Brasil es la más impopular: el rechazo a su
gobierno llega a 71 por ciento, y el apoyo apenas es del 10%”.
El rector de la Universidad Autónoma del
Caribe, Ramsés Vargas, en columna de El Heraldo, se refiere al tema.
¿Qué pasó con Brasil?...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Tarjeta amarilla
para Dilma Rousseff
Por: Ramsés
Vargas
2015-08-22
Nada más desgastante para el poder que los
mandatos prolongados, ni gobiernos más eternos que los de un presidente
desgastado. En América Latina, tras el fin de las dictaduras, se intentaron
modelos de transición de coaliciones exitosos en un comienzo, como el chileno,
y en las últimas décadas, modelos que propugnan por más Estado que mercado
para salir del atraso.
Brasil lo hizo y fue referente para el
mundo. Ecuador lo hace y tiene logros para mostrar al resto de la Región en
campos como infraestructura y educación. Pero hoy sus presidentes atraviesan un
mal momento por la protesta ciudadana.
El domingo pasado hubo una gran marcha en
Sao Paulo, calculada en cerca de un millón de personas que gritaban
“Fuera Dilma” Rousseff y “Fuera PT (Partido de los Trabajadores)” que de
ser el orgullo de Lula Dasilva hoy es sinónimo de vergüenza. La presidenta de
Brasil es la más impopular: el rechazo a su gobierno llega a 71 por ciento, y
el apoyo apenas es del 10%.
¿Cómo un país que llegó a estar a la cabeza
de los BRIC –naciones emergentes en la antesala de llegar a las grandes ligas
económicas-- sufre este revés y tiene a su presidenta amenazada de un
juicio en el Congreso? El malestar se veía venir desde antes del Mundial
de Fútbol. Su selección no solo tuvo un mal desempeño sino que las
millonarias inversiones no fueron la inyección para sostener el crecimiento. Su
economía está en recesión con tendencia negativa hasta el 2017; la inflación
podría llegar al 9,2 %, en 2015, y además padece una clase política
desprestigiada por los escándalos de corrupción del mensalão y los más
recientes sobornos de Petrobras donde han estado implicados dirigentes cercanos
a Lula y a la presidenta Rousseff.
Y si algo faltara para alcanzar la tormenta
perfecta, Brasil –al igual que Ecuador y países como Colombia—sufre de manera
considerable la caída de los precios del petróleo y los efectos de una moneda
revaluada por la disparada del dólar.
Por su parte Rafael Correa en el poder en
Ecuador desde 2007, se ha visto arrinconado por las protestas de indígenas y
sindicatos que se oponen a muchas cosas, como una eventual reelección, a una
serie de medidas que pueden implicar más pago de tributos, como la ley de
Herencias o la ley de Plusvalía, y a un estilo autoritario que también le ha
granjeado enfrentamientos con los medios de su país.
Moisés Naim ha tratado de persuadirnos de
que hoy vivimos el fin del poder. Ese fin parece estrechar distancias, en este
caso, cuando lo económico y la corrupción se juntan para poner en jaque a un
gobierno como el de Rousseff que de momento tiene tarjeta amarilla.
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