Arranco con lo último que escribió Jairo Parada: ¿Será que se necesitan inversionistas con mayor
capacidad?
Pienso que sí.
Es más, a mi me gustaría que el Distrito de
Barranquilla comprara todo el sistema y lo operara, como hicieron los amigos de
Medellín, quienes siempre nos llevan la delantera.
Es que siento que los transportadores no quieren a
Barranquilla. Les interesa su billete y no son solidarios con la comunidad que
le sostiene el negocio gordo que han mantenido durante muchos años (ahora están
en ambos: el regular y en Transmetro).
Acabamos de salir de un Seminario-Taller de
periodismo y una de las colegas inquietas se atrevió a decir: “Transmetro desaparecerá”. Y yo le dije: “¿Cómo te atreves?”. Y ella insistió.
Y rematé diciendo: “Eso
no lo verás nunca”.
Como señaló el profesor Parada: “El Transmetro no puede fracasar si queremos ser una
ciudad moderna y sostenible”.
Y yo estoy de acuerdo con él, aunque nos toque
poner algún billete a nosotros…
RADAR,luisemilioradaconrado
La
economía política del Transmetro
Por Jairo Parada
Durante cuatro horas el viernes pasado me fui a
escuchar atentamente los distintos argumentos que todas las partes involucradas
plantearon en el pasado Foro de Transporte Masivo, convocado por los
arquitectos, ProTransparencia y VL Noticias.
De salida, hay que decir que todos salimos de allí
preocupados, con la cabeza grande, pues la problemática es bien compleja, es
sistémica, y no hay fácil solución a la vista.
El asunto no se resuelve simplemente metiéndole más
dineros públicos o cambiando al gerente de Transmetro. Todos los actores
hicieron exposiciones cuidadosas y documentadas. Uno podría resumir la
situación diciendo que el Transmetro peligra, no cubre sus costos, está algo
lejos del punto de equilibrio, y preocupa que el Gran Pacto por el Transmetro
se lo lleven los vientos de las buenas intenciones.
El viceministro Javier Hernández dijo
claramente que la Nación no invertirá más plata en infraestructura,
precisamente cuando está pendiente la fase II del Transmetro.
Cualquiera que entienda de economías de escala,
sabe que con una dimensión mayor de cubrimiento, incluyendo el eje de la Calle
30 hasta Malambo, le daría más ingresos al sistema. Pero con solo
“organización” eso no es posible.
Las palabras del Viceministro cayeron
como agua fría, pues se dan cuando otras grandes ciudades como Bogotá, Medellín
y Cali le han arrancado al Gobierno Nacional la mayoría de los recursos,
mientras nosotros quedamos a medio camino.
El Transmetro se concibió hace diez años, y
significó una inversión pública de $790 mil millones de pesos, provenientes de
los contribuyentes colombianos y barranquilleros (70-30%). Inició operaciones
en Julio de 2010 y llegó a movilizar 128.000 pasajeros diarios.
Hoy anda por debajo de esa cifra, y se estima que
necesitaría movilizar 220.000 pasajeros/día para cubrir la tarifa técnica (casi
$3.000). La gente no lo utiliza porque no hay suficientes buses y los
tiempos de espera destruyen las ventajas del proyecto. Aquí la oferta de buses
crea su propia demanda.
La tarifa que se cobra de $1.600 al usuario,
no alcanza lógicamente para atender los costos de operación ni los de
infraestructura. Sobre el Transmetro no sólo pesan las concesiones de los dos
operadores de transporte, sino la de los recaudos, y dos más, las de los
portales de Soledad y el incumplido de Barranquillita.
Lo raro de la forma cómo se estructuró este
negocio, es que cualquiera que haya estudiado algo de Economía sabe que una
empresa en el corto plazo solo cubre los costos variables, pero no los fijos o
“hundidos”. Pretender ligar la tarifa a la infraestructura es una carga
demasiado pesada para un proyecto tan difícil. La tarifa debiera operar sobre
el costo marginal y no el costo total promedio.
En síntesis, las concesiones de los portales,
por insuficiencia de aportes públicos iniciales, pesan en el negocio. La tarifa
debe desligarse de ello.
El Gobierno reclama que la Nación no puede
subsidiar estos sistemas de transporte. Pero todos los que operan, han
recibido, por una u otra consideración recursos públicos locales. Detrás de
todo el proyecto, pesan problemas institucionales, como la necesidad de
fortalecer al Área Metropolitana como autoridad de transporte, vincular a los
transportadores intermunicipales y buscar un rediseño de las reglas de juego
que le hagan más rentable al transportador poner más buses en el sistema, y no
en sus propios negocios tradicionales. Ya los operadores y concesionarios del
Transmetro han demandado a esta SAS-Transmetro (Distrito) por $100.000 millones
por pérdidas en el proyecto.
Definitivamente, en esta esquina están pasando
cosas.
Salir de este embrollo no será fácil.
El Transmetro no puede fracasar si queremos ser una
ciudad moderna y sostenible.
¿Será que se necesitan inversionistas con mayor
capacidad?
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