martes, 4 de julio de 2023

PSEUDOCORRUPCIÓN. Por JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ

La verdad y la mentira…

¿Alguna vez has mentido?

Pienso que todos hemos fallado en ese sentido.

Quien me diga que nunca ha mentido, es un mentiroso.

¿Quiénes mienten más, los hombres o las mujeres?

Les dejo esa tarea…

®luisemilioradaconrado

@radareconomico1

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PSEUDOCORRUPCIÓN. 

 Es el lenguaje mentiroso y ausente de criterio potenciando los carismas desde las faltas de los demás. Es la alteración de la realidad generadora de criterios apartados de la coherencia esperada por la sociedad. Su argumento sólido es la agresión verbal y el irrespeto desde la gasificación del insulto. Por JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ

Discernir lo cierto de lo falso siempre será un misterio. Entre la verdad y la mentira existen tantas posibilidades de aproximación como intérpretes de las palabras. Y cómo lo desconocido suele ser tentador, provocador, atractivo y seductor, evitar caer en el deseo de conocer la verdad utilizando medios incorrectos es un desafío moral de todo orden.

Revisar conversaciones ajenas, correos electrónicos, redes sociales, comunicaciones en plataformas digitales, escuchar ilegalmente diálogos telefónicos o interceptar la tertulia, son prácticas que elevan el chisme a la dimensión política del espionaje. Se vuelven detectives los intrusos que siempre le están buscando otra pata al gato. El problema y el peligro que generan es que el gato o la gata les aruñan al darse cuenta de su plan.

Toda actuación impropia e ilícita en el acceso a la información personal, confidencial, íntima o personal, tendrá consecuencias. Más, si se trata de alterar la verdad para manipular a las personas y sacar algún tipo de provecho, emocional, político, jurídico, económico o social.

Las herramientas tecnológicas que intentan distinguir la verdad de la mentira tienen márgenes de error. No son infalibles. Su uso indebido puede generar alteraciones emocionales y mentales perjudiciales para la salud social.  Y como dice el refrán: El que busca encuentra. Aunque generalmente lo encuentran, si piensa que lo hace escondido o imperceptiblemente.

La Pseudocorrupción es la falsa conciencia de obrar correctamente. La fábula urbana creadora de historias sin moralejas presumiendo ser la última revelación de la verdad. Es la narrativa indeterminada de relatos soportados por supersticiones, herejías y aberraciones éticas inaceptables. Es el lenguaje mentiroso y ausente de criterio potenciando los carismas desde las faltas de los demás. Es la alteración de la realidad generadora de criterios apartados de la coherencia esperada por la sociedad. Su argumento sólido es la agresión verbal y el irrespeto desde la gasificación del insulto.

El Pseudocorrupto pretende ser autoridad moral intachable cuando se dirige a las mayorías denunciando actos deshonrosos de sus rivales económicos, políticos, empresariales, sociales o personales. La cosa se vuelve peor si la pelea es con su pareja, sus amigos o su familia. Los malos son los otros. Porque es el único poseedor del bien. Aunque las conductas de los demás parezcan clones de su vida con nombres diferentes.

El freno aplicado en la sociedad que sueña superar sus problemas es el mito y la estela del pésimo liderazgo: Se llama Pseudocorrupción.

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