lunes, 21 de noviembre de 2022

La nostalgia de José Arcón, el eterno ‘médico’ de las máquinas de escribir. Por Alix López

El también arreglaba las máquinas del RadaR. 

"La nostalgia invade las cuatro paredes del pequeño taller que José Arcón tiene en el patio de su casa en el norte de Barranquilla"

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La nostalgia de José Arcón, el eterno ‘médico’ de las máquinas de escribir

Durante 68 años este polonuevero vivió de reparar equipos de oficina, ahora confiesa que la tecnología tiene en la agonía este oficio.

La nostalgia invade las cuatro paredes del pequeño taller que José Arcón tiene en el patio de su casa en el norte de Barranquilla.

El pasado jueves, a las 4 de la tarde, le hacía mantenimiento a una máquina de escribir marca Remington fabricada en la década de los años 40, toda una ‘joya’ para quienes hoy en día las coleccionan.

Allí rememoró el edificio de dos pisos que compró en la carrera 41 con calle Murillo, en los años 80, para él la época dorada en el reconocido y recordado Taller Arcón.

Hoy con 81 años, confiesa que las nuevas tecnologías han arrasado con aquellos equipos con los que se formaron varias generaciones.

Con las máquinas se aprendía mecanografía, por ejemplo, de ahí que entidades como el Sena Tecnicor, en medio de este ‘boom’ abrieron cursos de secretariado, con el que las mujeres empezaron a tener protagonismo en el campo laboral.

José Arcón revisa una Remington, toda una reliquia de máquina de escribir.

José Arcón revisa una Remington, toda una reliquia de máquina de escribir.Foto: Cristian Mercado

Por eso a este célebre taller, de renombre no solo local sino regional, lo contrataban empresas, colegios y particulares para mantenimiento y reparación de las máquinas de escribir no solo de Barranquilla sino de toda la Costa.

“Llegamos a tener 20 empleados, dos secretarias, dos vehículos, no dábamos abasto para atender la creciente demanda”, confiesa este polonuevero.

José María Arcón Jiménez es hoy uno de los pocos sobrevivientes del oficio que está desapareciendo poco a poco desde que la digitalización le ganó campo a la mecanografía.

En entrevista para Zona Cero, contó que la demanda ha mermado tanto que ya son pocos los clientes que lo buscan. La Universidad Metropolitana, los coleccionistas y algunos particulares, son los que prefieren seguir escuchando el sonido de las teclas, la campanilla y la varilla que trenzar el papel. Como en los tiempos remotos.

Ya es muy poco lo que se hace acá, pero la tecnología no se puede aguantar, hoy es una necesidad”, asegura.

Arcón se levanta de su silla para bajarle el volumen a una vieja grabadora de doble casetera, otra reliquia de la vieja tecnología, en la que escucha a diario Emisora Atlántico’.

Porque otra de sus pasiones es coleccionar discos de música costeña, y participar en competencias en la que muchas veces ha ganado en franca lid.

Allí entre esas cuatro paredes, rodeado de cascarones de equipos y con la compañía de ‘Inés’, su inseparable gata de siete años, cuenta que a la edad de 13 años empezó esta actividad, que le sirvió para educar a sus tres hijos y comprar casa en el norte de Barranquilla.

Sus pinitos en este arte fueron como ayudante en el taller de don Germán De la Rosa, que tenía contrato con el antiguo Banco Comercial Antioqueño en el Paseo Bolívar, donde trabajaba su tío Ariel Martes.

Luego se vinculó con Rafael Díaz, en la calle 37 con carrera 45, con el que aprendió a soldarlas y pintarlas. En ese tiempo atendían los equipos de oficina del Banco de la República.

En ese momento, ya con 19 años, empezaban los sanandresitos. Arcón, que iba con mucha frecuencia a esa zona comercial, consiguió varios clientes para trabajar desde su casa en el barrio Boston, en la que vivía junto a su esposa, su paisana Gloria Manotas, quien ha sido su gran aliada en los negocios y en el hogar.

Con toda la experiencia ganada y varios clientes, logró abrir la primera sede de Taller Arcón en la carrera 43 calle 41, en el local que le cedió Jorge Borelly, un vecino médico.

Una de sus clientas Ana María Otálora, hija de Leonidas Otálora Gómez, antiguo propietario de Emisoras ABC le propuso canjear el mantenimiento que hacía de los equipos de oficina, por cuñas radiales de su taller.

Arcón confiesa que por el alcance de la audiencia, su clientela empezó a despegar, de tal manera que aplicó el mismo modelo con Emisora Atlántico, Riomar y renombrados hombres de radio como Efraín Peñate y los inolvidables Édgar Perea y Fabio Poveda (fallecidos).

"La música es mi otra gran pasión", dice José Arcón, que tiene una valiosa colección de discos.

"La música es mi otra gran pasión", dice José Arcón, que tiene una valiosa colección de discos.Foto: Cristian Mercado

“Gané clientes de toda la Costa”, cuenta con enorme sonrisa.

De allí pasó a la sede de la carrera 41 con Calle Murillo, local propio y al que le construyó otros dos pisos.

Arcón dijo además que a comienzos de año, la demanda crecía tanto en colegios como empresas. “No dábamos abasto para atender a tanta clientela, fue la mejor época”, añade.

El taller tenía entre sus clientes el Banco de la República, Alcaldía de Barranquilla, la Gobernación del Atlántico y las desaparecidas Empresa Distrital de Teléfonos y Corelca.

Entonces vinieron la apertura económica del Presidente César Gaviria y las obras de la Calle Murillo que se constituyeron en las dos grandes amenazas para quienes vivían de la actividad, lo cual significó el cierre de reconocidos negocios.

Pasó con los talleres Logreira, Correa y Mogollón, y grandes empresas como Remington, Carvajal y Olivetti, que vendían y hacían mantenimiento”, recuerda.

Luego empezó la era digital en Colombia que terminó de afectar aún más a la ya golpeada actividad.

Por eso Arcón, atiende hoy en día uno que otro cliente que lo busca porque reconoce su talento y calidad no solo para reparar máquinas de escribir. También lo llaman para el mantenimiento de calculadoras y máquinas de contar billetes.

Ahora deja a un lado el esmeril, los destornilladores, las pinzas, el saca teclas y el aceite, algunas de sus herramientas, para caminar hacia la amplia sala.

“Tengo 3.500 discos de Larga Duración y unos 1.000 de 78  (Revolución Por Minuto). Este es mi otro gran tesoro, la música de colección”, dice otra vez sonriente.

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