martes, 19 de octubre de 2021

PÍNTAME ANGELITOS NEGROS. Por Ricardo Plata Cepeda

Estoy de acuerdo con ella.

Si no vale la pena vivir con alegría, para que tienes la existencia.

Eso es lo que no han entendido.

Me gusta su actitud. Su entereza. Qué ejemplo tan grande el que nos está regalando Martha Lilia Sepúlveda...

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 Opinión

PÍNTAME ANGELITOS NEGROS

En Colombia estamos muchos en ascuas por el drama de Martha Lilia Sepúlveda, la primera persona que esperaba ejercer el derecho a la muerte digna para pacientes no terminales y que ahora, al reversarse la autorización, deberá seguir esperando. Martha padece de Esclerosis Lateral Amiotrófica, o ELA. Una enfermedad progresiva del sistema nervioso. Por Ricardo Plata Cepeda

“Pintor, si pintas con amor ¿Por qué desprecias su color, si sabes que en el cielo también los quiere Dios?”

La letra de esa bella canción es adaptada de un poema del venezolano Andrés Eloy Blanco, e interpretada por cantantes de toda América, desde el mexicano Pedro Infante, y el cubano Antonio Machín, hasta por la voz celestial, de la afroamericana Roberta Flack.

Pero esa aguda observación tiene un viejo historial. 

Fue Jenófanes, nacido en la ciudad jónica de Colofón a finales del siglo sexto antes de Cristo, el primero en documentarla. Él era filósofo y viajero, en sus recorridos por Macedonia, las costas del Mediterráneo y el norte de África, notó que los dioses de los pueblos rubios eran rubios, los de tez trigueña, trigueños, y negros los de los negros. Siendo monoteísta criticó el “antropomorfismo” en que incurrían muchas religiones desde entonces, es decir en representar las divinidades a imagen y semejanza de los pueblos donde se originaron. No fue ése por tanto un invento del cristianismo, al que aún le faltaban varios siglos para aparecer, ni de sus sacerdotes arios europeos que llegarían a América dos milenios después.

Podríamos sí pensar que lo que termina generando ese reclamo que se le hace al arte cristiano en otros continentes es la combinación del etnocentrismo señalado con el empeño de llevar su fe a otras culturas, que tampoco es exclusivo del cristianismo.   

Es clara la contribución de las grandes religiones en la formación de valores de convivencia y solidaridad al interior de las comunidades donde prevalecen. Sin embargo, mucho más sensible que el imaginario de la apariencia física de su respectivo Dios, es el imaginario de su pensamiento. Sacerdotes y fieles de todas las religiones suelen poner en boca de Él lo que ellos piensan sobre incontables aspectos de la vida, desde las más triviales como qué día, a qué hora y mirando para dónde se debe rezar, hasta las más trascendentales como la decisión sobre tu propia muerte.

En Colombia estamos muchos en ascuas por el drama de Martha Lilia Sepúlveda, la primera persona que esperaba ejercer el derecho a la muerte digna para pacientes no terminales y que ahora, al reversarse la autorización, deberá seguir esperando. Martha padece de Esclerosis Lateral Amiotrófica, o ELA. Una enfermedad progresiva del sistema nervioso. Tuve un amigo con ELA, tras años de deterioro irreversible e indetenible solo podía mover los ojos y así permaneció varios años más. En adición al horror de terminar atrapado indefinidamente en tu propio cuerpo, ELA viene con el dolor de los que te rodean y hasta su ruina.

Martha explica así su deseo: “Porque estoy sufriendo, porque creo en un Dios que, si me quiere, no quiere verme así.” Su Dios es un Dios compasivo. El de otros es un Dios implacable e impasible. Los dioses, entonces, no solo lucen como nosotros: blancos, negros o amarillos; también, como nosotros, unos son mejores que otros. “Doctor, si miras con amor ¿Por qué desprecias mi dolor? Si sabes que en cielo también me quiere Dios”, la oigo cantar.

rsilver2@aol.com

 

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