Seguiremos con el
tapabocas, pero hay que levantarse. Hay que trabajar para evitar que el
Covid-19 termine con nuestras vidas.
¿Qué aprendimos en estos
10 meses? Claro que sí, pero ya son muchas las voces que están repitiendo lo
mismo.
Vamos a trabajar en las
empresas.
“Nueva Emergencia” es el
título de la columna de Ricardo Plata Cepeda y a eso se refiere…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
¿NUEVA EMERGENCIA?
Por Ricardo Plata Cepeda
Bienvenida
la iniciativa del representante Cesar Lorduy y otros parlamentarios de una
nueva declaratoria de emergencia económica. Mañana es tarde para ser
consecuentes con esas lecciones tan dolorosamente aprendidas.
“Nueva” así entre
comillas, porque es la misma emergencia económica que comenzó hace 10 meses,
que se extenderá todo este 2021 y que seguirá siendo letal para miles de
empleos y empresas, mientras se prolonguen los efectos nocivos de medidas
restrictivas a personas y actividades económicas.
¿Qué lecciones hemos
aprendido para los sectores productivos?
Al menos tres.
La primera es que no es el virus el que cierra empresas, despide empleados y encierra a la gente. Son, más que todo, las políticas públicas, mayoritariamente aceptadas, las que lo hacen. El presidente del Consejo Gremial Nacional considera que las actuales restricciones afectarían a más de un millón de empresas. Varios dirigentes gremiales señalan los cierres como el principal obstáculo para la recuperación de sus sectores y el presidente de Anif advierte el contagio del impacto al tejido empresarial. Tardamos meses para llegar a esa claridad consensuada, que hace tremenda diferencia política para aceptar el papel determinante del Estado en el estado de cosas y por ende de su responsabilidad en las soluciones.
La segunda lección no es menos sustancial: de una parte, la economía pandémica ha tenido efectos benéficos para varios sectores, neutros para muchos y dramáticamente negativos para los demás; y, de otra parte, los recursos para mitigar su impacto son limitados. Por tanto, esos recursos escasos deben ser priorizados para salvar las empresas más afectadas. Las inversiones contra cíclicas keynesianas generalizadas son costosas y pueden ser ineficaces si queremos mitigar impactos focalizados, pues no estamos lidiando con un ciclo depresivo para la economía en general, sino de una prohibición selectiva para muchas empresas y entidades del ejercicio legal de su objeto social.
Dos ejemplos: A fin de 2020 el transporte terrestre y aéreo de pasajeros aún estaba en un nivel inferior al 50% que un año antes y los que atienden todo tipo de eventos y sus proveedores sufren detrimentos semejantes o peores; a ese paso tomarán un año más en llegar a su nivel pre-pandemia, demasiado tarde para sobrevivir, pero demasiado pronto para que el Estado que las postró las deje desaparecer. Falta una consideración ética ¿por qué tendrían sólo los socios y trabajadores de unas empresas que pagar, con la desaparición de su patrimonio, de sus empleos y de su esfuerzo de décadas, la protección de la salud y la vida de todos?
La tercera lección,
urgida de mayor reconocimiento, es que las empresas más afectadas no necesitan
ni pueden pagar más créditos para enjugar pérdidas, que el respaldo del Fondo
de Garantías ayuda es a los bancos a prestar más con spreads iguales, que lo
que esas empresas necesitan es la condonación de los intereses, subsidiadas por
el gobierno, mínimo por un año y un período de gracia a capital e intereses
mínimo por dos.
Bienvenida la
iniciativa del representante Cesar Lorduy y otros parlamentarios de una nueva
declaratoria de emergencia económica. Mañana es tarde para ser consecuentes con
esas lecciones tan dolorosamente aprendidas.
rsilver2@aol.com
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