El aborto.
¿Cuándo hay
vida?
¿Una célula
o varias células?
¿Y qué
hacemos con un embarazo no deseado?
Hace unos
días empezó un debate local y me gustaron algunos comentarios. Y me encontré
también con Claudia Cisneros, quien aporta.
Me gustaría
que la leyeran.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Perú:
En torno al debate sobre aborto por violación
Por Claudia
Cisneros
Desde el punto de vista
científico y racional –que debe fundar las leyes de cualquier Estado laico– los
conocimientos y avances sobre neurociencia, biogenética, fertilización y
ginecología, así como del genoma humano pueden ayudar a establecer criterios
claros para diferenciar entre el material celular humano y la vida de la
persona humana.
¿Cuándo un feto tiene
características suficientes para ser considerado una persona humana? ¿Cuál es
el diferencial de un ser humano por sobre otros animales, en especial por sobre
los demás primates? ¿Qué nos hace singularmente humanos? Si tomamos en
consideración que compartimos con nuestros familiares más cercanos, chimpancés
y bonobos, el 99% y 98% respectivamente de ADN, por descarte en ese 2% o
1% están incluidas aquellas características que nos hacen distintivamente
humanos. Sin duda, el funcionamiento singular de nuestro cerebro (racionalidad
y autoconciencia) es el más importante diferencial.
¿A partir de qué momento del
embarazo el cerebro llega a completar su estructura para funcionar con esas
características en adelante? Según la neurobiología, hacia el tercer trimestre
del embarazo la corteza cerebral ha conformado las estructuras necesarias para
registrar y reaccionar al ambiente, a estímulos externos y a sensaciones que
incluyen el dolor. Las funciones del cerebro superior y la aparición de ondas
cerebrales en el córtex lo hacen capaz de sufrir, gozar y de grados de
conciencia.
Antes de eso, es cierto que el
embrión contiene todo el ADN que eventualmente puede llegar a ser un ser
humano, pero esa posibilidad difícilmente lo convierte en persona humana. Si
así fuera, quizás tendríamos que incluir la unión del esperma y el óvulo como
posibilidad de convertirse en un humano completo. ¿Cada descarte de ellos sería
eliminar a un posible “ser humano”? También entonces tendríamos que considerar
como posibilidad de persona a cada célula humana porque lleva consigo el genoma
humano completo que bajo procesos de clonación reproductiva podría dar lugar a
un ser humano. Tampoco parece razonable hablar de la “vida” del embrión o de
las células que lo conforman como si eso fuese suficiente para clasificarla
como persona humana. Dado que toda célula humana tiene vida, incluso cuando es
extirpada o manipulada por enfermedad, fertilización o donación, ¿acaso
tendríamos que clasificar esos tejidos también como personas solo porque tienen
vida? Parece absurdo.
Dicho todo esto con afán de
aportar al debate racional y moral laico que un tema como el aborto debe
abordar con seriedad, sensibilidad y delicadeza, es radicalmente importante
incidir en el tema jurídico, social y confesional. Decir que es casi imposible
embarazarse tras una violación no se sustenta en la ciencia. De hecho está
científicamente probado que las probabilidades de embarazo son las mismas para
violación o sexo consentido. Pero incluso si las posibilidades fueran menores
tras una violación, la aprobación de la ley del aborto por violación sería
necesaria para aquellas mujeres que quedaron embarazadas. El derecho a la vida
y a la libertad no puede estar sujeto a estadísticas. Así que, en este caso, la
evidencia científica que desmiente a Eguren solo evidencia la falsedad de sus
argumentos. Por último, se entiende que creyentes religiosos como Eguren y
otros legisladores quieran creer por fe, no por ciencia, que consentir,
promover, justificar el aborto sea un pecado mortal. Pero lo que no se puede
aceptar en un Estado declarado laico a nivel constitucional es que
legisladores con estas creencias pretendan imponerlas en forma de leyes para
todos, dentro y fuera de su comunidad de fe. La libertad religiosa no debe ser
usada para legislar sobre problemas sociales. No confundan la moral de la
Iglesia con la moral laica. No confundan ley del hombre con fe. Hace siglos que
se inicio el proceso de secularización por medio del cual la propia Iglesia
Católica (Gregorio VII) reclamó sus fueros y autonomía sobre el poder imperial,
de reyes o de señores feudales. Hace siglos que la civilización camina
separando los ámbitos del derecho y de la fe.

La Iglesia y sus preceptos conciernen al ámbito privado de sus creencias y en absoluto al ámbito público regido por el principio de laicidad. Ni la iglesia cristiana ni ninguna otra es dueña de la moral. Existe moral extrareligiosa y leyes que la socializan. El fuero interno, privado, es para el que legisla la Iglesia con sus creyentes. El fuero público, laico, es para el que se legisla en derechos ciudadanos.
Si quieren salvar almas y vidas
bajo supuestos científicamente inexistentes, háganlo en su tiempo libre, en su
vida privada y con su propia plata, no con la de todos los peruanos y peruanas.
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