El asunto fiscal en Colombia,
Isagén y Jairo Parada.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
La futura reforma
fiscal e Isagén
Por Jairo Parada
El
Gobierno ha conformado nuevamente una comisión para que otra vez se prepare una
futura reforma fiscal más “estructural”.
Como este año es electoral, los
resultados se presentarán en 2016, para no afectar la coalición de Gobierno, más
frágil que nunca.
Jeffrey Sachs tiene razón
cuando señala que los impuestos son el precio de vivir en civilización. Pero la
realidad colombiana es que se tributa poco, apenas un 17% del PIB, muy lejos de
los países desarrollados con un coeficiente de tributación por encima del 30%.
Lo preocupante de la comisión
es que sus miembros en su mayoría responden a la ortodoxia dominante, la cual
siempre recurre a la estrategia de “cobrarle al que se deje y donde sea más
fácil recaudar”, como lo señala Hernando Gómez Buendía (El Espectador, marzo 7,
p.32). La esencia del gasto público colombiano es apuntalar el sistema
clientelista que reproduce las actuales estructuras de poder. Por ello, no se
tratará de eliminar la evasión fiscal ni se podrá penalizar. Con las cárceles a
reventar y el desmadre en el sistema judicial, eso no se podrá implementar.
Por
ello, una de las fórmulas fáciles que se ve venir es aumentar el IVA al 18% y
extender su esfera de cubrimiento. Como sabemos, el IVA sigue siendo un
impuesto regresivo, pues afecta por igual a todos los ciudadanos, no importando
su ingreso. La masa inerme de ciudadanos no tiene mecanismos de lobby para
oponerse a ello. Se insistirá en seguir apretando el impuesto a la renta de los
mismos que pagan todos los años, y se atacará a los pensionados con más de dos
salarios mínimos de pensión. En síntesis, salvo algunas cosas buenas que se
avizoran, como gravar las fundaciones sin ánimo de lucro que se han vuelto
sombrillas de evasión, el peso de la reforma no se concentrará en la cacería de
la cuantiosa evasión fiscal en Colombia que asciende a decenas de billones de
pesos, ni se desmontarán las exenciones y subsidios a sectores de la industria
minera, la cual, según nuestro peculiar ministro de Trabajo, requiere “ayuda”
en estos momentos.
Mucho menos se revisará el catastro rural y la tributación
predial para que la tierra se utilice productivamente como debería ser.
Ante la penuria fiscal que ha
producido la caída de los precios de las commodities energéticas, otra vez ha
salido a flote la insistencia de vender Isagén para recaudar fondos para las
grandes autopistas 4G. Se trata de terminar de liquidar el Estado colombiano y
vender las pocas joyas de la corona. Nadie entiende la necesidad de esto, cuando
la empresa está hoy fortalecida con HidroSogamoso y con capacidad de generarle
utilidades al Estado.
Las razones para no vender Isagén las ha resumido José
Roberto Acosta en El Espectador (marzo 6/2015), destacando que todavía hay
fallos jurídicos pendientes, y el absurdo de querer entregar estos recursos por
esta venta a concesionarios viales que nunca sabemos ni a qué precio terminan
las vías que se les encomiendan, ni para qué mencionar la fuga de recursos por
utilidades anuales si el inversionista extranjero adquiere la empresa. Hay vías
para refinanciar estos proyectos, ya sea con endeudamiento interno y/o externo.
En fin, ojo avizor con lo que se nos viene.
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