miércoles, 26 de noviembre de 2014

RADAR 30 años: Creer hace un sueño realidad Por Mabel Rada

Esto lo escribió mi querida hermana Mabel en su Blog y como le dije, me sacaste unas lágrimas.

“Me sacaste unas lágrimas... Son muchas las que se han derramado, pero ha sido GRANDIOSO. Así vale la pena LLORAR. Te quiero mucho”. L

Y su respuesta fue: “Ayyyyyy, llora, eso es más sabroooooso”

Así es... Claro que es sabroso, le dije. Y le adicioné: “Te felicito. Sin ti no hubiera sido tan fácil”.

Y así es…

El equipo ha funcionado perfectamente. Es un equipo, a mi modo de ver, porque se ha conformado con un grupo que se ha querido mucho. Los éxitos de cada uno, los gozamos los demás, aunque cada uno haya caminado por otros senderos… Este 5 de diciembre, allí estará todo el equipo felicitándonos, porque se sienten orgullosos del trajín de los comunicadores de la familia.
Y casi todos han pasado por el RADAR de una u otra manera…

Oneida ha sido una de nuestras locutoras (hermosa voz). 
Rafael, siendo médico me ha acompañado en los cubrimientos internacionales y hasta participa en los debates en las Asambleas del BID. 
Gerardo ha sido entrevistado por el Noticiero por ser uno de los barranquilleros que nos representa a nivel internacional en el mundo boxístico (acaba de llegar de Sudáfrica).

YaneMaría, mi hija mayor, ha presentado sola el RADAR y ha viajado conmigo en varias oportunidades.
Sandra, me ha acompañado en programas en radio… 
Lili, es la última… ya sabrán de Lili. 
Sé porqué se los digo…

Y mi esposa, Janet, maneja todo… cuando le toca. Y la parte administrativa y las otras…
Ha sido un bonito ejercicio. Que siempre le agradecemos a mi DIOS.

RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1




miércoles, 26 de noviembre de 2014

RADAR 30 años: Creer hace un sueño realidad

Por Mabel Rada

El 5 de diciembre el RADAR celebrará su aniversario número 30.  Será en la sede de Combarranquilla Norte

Terminaba segundo semestre de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Autónoma del Caribe de Barranquilla, cuando mi hermano Luis Emilio me dijo que quería que le hiciera la segunda en un proyecto radial.
Tenía 19 años y aunque me atemorizó el tipo de información que se manejaría, económica, decidí medírmele a la aventura.

Viví de cerca el inicio. Empresarios radiales no daban un peso por el proyecto.  Muchos se atrevieron a decir que le ponían un mes de vida al noticiero. Luis contaba en casa cada vez que alguien “lo zafaba”, pero estaba convencido de lo que quería hacer e insistía.  Hasta que un día visitó La Voz de la Patria y alguien le creyó: Don “Chichi” Vasallo, uno de los propietarios de la emisora.

Empezamos los domingos. El noticiero se emitía a las 7:00 am (creo que nada más lo escuchábamos en casa y quienes se “tropezaban” por casualidad con el espacio).  Grabábamos esa media hora en el estudio de La Voz de la Patria el sábado en la tarde o noche.

Cierro los ojos y siento el olor de ese estudio y recuerdo cada rincón: Micrófonos, pedestales, cables, consola, carretes de cinta, caseteras.   Era un poco oscuro. Y como si fuera ayer, recuerdo perfectamente lo que leí la primera vez.  Era un titular sobre el aumento del Impuesto al Valor Agregado. Me equivoqué y repetimos el arranque del noticiero.

Dios, qué paciencia la de “Chichi” Vasallo, con el nuevo emprendedor y la inexperta locutora.  Luis ya tenía experiencia en reportería, había trabajado en RCN y lógicamente estaba tranquilo. Yo no.  Para mí era un “parto” cada emisión.

Todo empezó a cambiar cuando incursioné en la reportería, porque por lo menos ya sabía de qué estaba hablando.  El noticiero después empezó a ser diario y ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, pues combinaba estudio y trabajo.  La mayoría de los profesores me apoyaron y entendían que en algunas ocasiones me ausentara de clases.  Siempre cumplí con mis responsabilidades académicas. Nunca dejé de entregar un trabajo a tiempo por mi compromiso laboral.

En esos primeros años del RADAR (que se llamaba entonces Informativo Económico de la Costa), Luis Emilio montó la oficina en el mezzanine de un negocio que tenían él y mi hermano Gerardo cerca al mercado público.   Ahí teníamos todo: Grabadoras para hacer entrevistas telefónicas, máquina de escribir, un buen escritorio y aire acondicionado. Ni sombra de computadores. Hacíamos citas y visitábamos a las fuentes con frecuencia.  Ese recorrido por las fuentes lo hice por mucho tiempo en compañía de Mercedes Castilla, también estudiante de Comunicación Social en esa época.  “Patoneábamos” y la sudábamos a diario!

A mucha gente  (colegas especialmente) le llamaba la atención que escribíamos un libreto de cada emisión. Es que solo era media hora para contar todo lo que recopilábamos en la semana y luego a diario. No había espacio para improvisaciones.  Hasta los controles técnicos pasaban trabajo porque estaban acostumbrados a abrir los micrófonos a los locutores y periodistas y hasta se iban a tomar un café. Con el RADAR se tenían que quedar la media hora ahí, porque todo era veloz.

Y como un día nos enfrentamos a la realidad de que a muchos no les gustaba estar en el turno del RADAR, porque no había respiro, Luis Emilio y yo aprendimos a manejar la consola de audio.  De ahí en adelante nos encargábamos de la parte técnica y de la lectura de noticias.  Qué tiempos aquellos!

Hoy leía en Twitter una publicación que decía: Las grandes historias de éxito son también grandes historias de lucha y fallas. Y seguramente que muchas fallas ha tenido la existencia del RADAR, que este año cumplió 30 años de estar al aire. Treinta, treinta años! Me gustaría saber qué dicen ahora aquellos que solo le pusieron un mes de vida al noticiero.


Felicitaciones a Luis Emilio, mi hermano mayor, por su tesón. No le han importado las negativas, las “pisadas de manguera” ni la crítica carente de amor.  Su estilo para manejar la información es diferente y su manera de decir las cosas –extremadamente directo - a veces no gusta, pero si de algo pueden estar seguros quienes lo conocen es que es un hombre recto, que ama su trabajo y es el mejor amigo de sus amigos.

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