Jairo Parada es uno de los economistas en el que creo mucho. Parada observa, entiende, comenta y enseña la economía desde otra perspectiva.
Nunca ha estado en el gobierno central de Colombia.
No ha sido político (como han sido muchos de nuestros ministros de hacienda) y cuida a Colombia como si fuera una empresa suya.
Este concepto suyo de NO vender Isagen me gusta. En 15 años, como lo señala él, los colombianos podríamos obtener los 4.5 billones de pesos del que se habla en este negocio. Él cierra con estas palabras en esta columna que empezó a circular esta semana: “Esto pasa por tener equipos económicos neoliberales. Solo cumplen la agenda en la cual creen. No ven más allá de su ideología”.
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Isagen: la liquidación final del Estado colombiano
Por Jairo Parada Corrales
Desde el consenso de Washington a inicio de los 90,
los economistas neoliberales se han propuesto siempre la disminución del tamaño
del Estado con el argumento de que ello favorece el crecimiento económico y el
desarrollo. Lo más curioso es que todo lo sucedido en la segunda mitad de la
década de los 90 y los acontecimientos de la pasada década indicaron todo lo
contrario: es necesario tener un Estado fuerte con capacidad reguladora y con peso
efectivo en la producción de bienes y servicios estratégicos.
Así lo ha
entendido Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, México, China, India, etc. No
basta tener una burocracia fuerte, técnica e ilustrada con capacidad de
recaudar impuestos y hacer gasto social a favor de los pobres, sino que es
necesario reservar para el estado áreas estratégicas en la esfera de los
combustibles y la energía eléctrica por ejemplo.
Las “alturas dominantes” de la
economía según un pensador ruso. Un estado que se queda sin activos, debilita
su capacidad reguladora y queda atrapado entre los intereses pecuniarios de los
inversionistas extranjeros y los grupos económicos locales. Como bien lo dice
Stiglitz, las corporaciones se dedican a buscar beneficios y no son hermanas de
la caridad.
En Colombia la agenda de privatizaciones se aceleró
desde el presidente Gaviria y siguió rauda en las dos décadas siguientes.
Hidroeléctricas, térmicas, control de autopistas y aeropuertos, puertos,
servicios públicos, áreas de la salud y la educación, bancos, recaudos
fiscales, mallas viales, recaudos de tránsito, etc., fueron cayendo en manos
privadas, muchas veces compradas con la cédula de los nuevos inversionistas.
Nadie ha hecho un balance de cómo se enriquecieron tan pocos a costa de muchos.
En la experiencia mundial, la enseñanza de los que fueron los países
socialistas, indicó que las privatizaciones pueden ser muy peligrosas y
terminan concentrando más la riqueza. La verdad es que hay que privatizar con
cuidado, sólo en aquellas áreas en donde no hay más alternativa, donde hay
seguridad que la iniciativa privada lo hace mejor, y en donde ya agotamos las
fórmulas de lo público. No puede haber posiciones de principio contra las
privatizaciones, pero en áreas claves de la economía hay que tener cuidado.
Por ello preocupa la venta de Isagen, revelando la bipolaridad
social-neoliberal de Santos. Nadie entiende que cuando el Ministro de Hacienda,
saca pecho por los logros obtenidos en materia de finanzas públicas en la
reciente rendición de cuentas del gabinete, tenga que salir diciendo que se
debe vender Isagen para conseguir los recursos para las vías. Es como vender la
vaca lechera para comprar cercas y mejorar la casa, pero, y ¿después?
Distinguidos miembros de la Junta directiva de Isagen han dicho que no se
justifica la venta de una entidad que le proporciona $300.000 millones por año
a sus accionistas (80 % son del Estado).
En otras palabras, en quince años, se
recogerían los 4,5 billones que el gobierno busca con esta venta para terminar
las vías.
Muy fácilmente, con las divisas que tiene el país y
los excedentes fiscales que el Ministro alega tener (dizque un excedente de $2
billones en 2012), se podrían buscar recursos de deuda externa o interna para
financiar las obras de infraestructura.
Al final, nos quedaríamos con ambas cosas. A la
nación ya le queda apenas ISA, Isagen y Ecopetrol, así sea parcialmente,
y unas que otras hidroeléctricas. Los paisas ni por ahí piensan
privatizar sus EPM, modelo de empresa moderna. Esto
pasa por tener equipos económicos neoliberales. Solo cumplen la agenda en la
cual creen. No ven más allá de su ideología.
Por Jairo Parada
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