lunes, 27 de mayo de 2013

La Apuesta por el Asia-Pacífico, por Amylkar Acosta Medina

El economista costeño Amylkar Acosta nos regala su pensamiento en torno a la Alianza Pacífica, que ahora liderará Colombia.
Son cuatro países (México, Perú, Chile y Colombia) que representan el 50% del comercio de la región, un PIB de 3,048.238 billones de dólares el 35% del PIB de América Latina y poseen 215 millones de habitantes.
215 millones de habitantes… Para mí es una tremenda apuesta…
Acosta, nos comenta cómo ve el asunto.

RADAR,luisemilioradaconrado


LA APUESTA POR EL ASIA – PACÍFICO

LUCES Y SOMBRAS

Con el cuento de la lechera, Esopo nos enseñó a girar sobre el futuro cuando ni el presente está seguro. A. A

Amylkar D. Acosta Medina
Miembro de Número de la ACCE 
Bogotá, mayo 25 de 2013
www.amylkaracosta.net

LA APUESTA POR EL ASIA – PACÍFICO
La VII Cumbre de la Alianza del Pacífico que integran Colombia, México, Perú y Chile que acaba de concluir ha despertado una gran expectativa, pues promete convertirse en el bloque comercial más auspicioso de cuantos se han forjado en la región. De entrada los presidentes Santos, Humala, Peña Nieto y Piñera acordaron desmontar en un breve plazo todas las barreras arancelarias; por lo pronto, a partir del 30 de junio el 50% del universo arancelario de estos países estaría exento. En palabras del Presidente Santos al término de la Cumbre, “el 90% de las partidas arancelarias tendrá arancel cero”[1][1], mientras que para el 10% restante, dentro del cual están algunos productos agropecuarios de una gran sensibilidad, se contempla una desgravación gradual y progresiva.
Queda por delante una tarea propia de verdaderos orfebres, encomendada a varios grupos de trabajo, para definir aspectos atinentes a normas de origen, medidas sanitarias y fitosanitarias, obstáculos técnicos al comercio, facilidades migratorias, el transporte intermodal, y la cooperación aduanera, entre otros. Aspectos estos todos, además de complejos, álgidos y no hay que perder de vista que el diablo está en los detalles.
Esta Alianza tiene dos particularidades que la hacen muy peculiar: en primer término su ambición va mucho más allá de lo meramente comercial y propende por la libre movilidad intraregional tanto de capitales, bienes y servicios como de las personas. De hecho se dispuso prescindir del visado para los residentes en los países que hacen parte de la Alianza y la creación de una Visa especial Alianza del Pacífico para los visitantes de terceros países, para que estos puedan desplazarse libremente dentro del área. La otra característica es que esta Alianza se inscribe dentro de la modalidad del regionalismo abierto, de tal manera que otros países distintos a los fundantes de la misma pueden acceder a la misma, como lo acaba de hacer Costa Rica. 
 
De consolidarse este bloque económico adquiriría un gran peso específico en la región, pues sumados estos cuatro países representan el 50% del comercio de la región, cuyas exportaciones e importaciones en el 2012 fueron del orden de los US $556.000 millones y US $551.000 millones, respectivamente. Su PIB agregado equivale al 3.5% del PIB mundial, a la par con el PIB de Brasil, considerada como la octava economía del mundo. Además, acapara el 26% de la totalidad de los flujos de inversión extranjera directa (IED) a América Latina y el Caribe. Y de contera, representa un mercado muy atractivo habida consideración de que su población supera los 208 millones de habitantes, con un ingreso per cápita nada despreciable del orden de los US $13.600 en términos de paridad cambiaria. Por sus proyecciones superaría el alcance y la fuerza de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y de MERCOSUR, de los cuales hace parte también Colombia y en la práctica significa un contrapeso para los mismos.

El Presidente Santos ha magnificado la importancia de este paso que están dando estos cuatro países aliados al ponderar la Alianza del Pacífico “como el más importante que ha tenido América Latina en su historia”[2][2]. La Presidenta de PROEXPORT María Claudia Lacouture se precipitó a anunciar que “esta estrategia está permitiendo actuar como bloque, tanto para la promoción de las exportaciones como para la atracción de inversiones extranjeras directas en cada uno de los países”[3][3]. El Presidente Santos va más lejos cuando afirma que ya, sin arrancar todavía dicha Alianza, sus beneficios “se están empezando a ver en un mayor desarrollo para nuestra propia región Pacífica y para el país en general y en mayor empleo y empleo de calidad para todos los colombianos[4][4].  Nos parece que se está ensillando sin traer las bestias; como lo afirma el Director de Portafolio Ricardo Ávila, “todavía es temprano para decir que se han concretado las posibilidades de un esquema que promete mucho, pero al que todavía le faltan varios hervores[5][5]. Lo demás, son puros espejismos.
Son varios los obstáculos a salvar antes de que, como lo afirmó el Presidente Santos, esta Alianza se constituya “en el nuevo motor económico y de desarrollo de América Latina”[6][6]. Si bien es cierto los cuatro países que integran esta Alianza tienen muchos aspectos en común, poseen otros que los hacen muy heterogeneos, empezando por el hecho que cada uno de ellos tiene su propio TLC bilateral con los EEUU y sus estipulaciones les resta capacidad de maniobra. De tales tratados se deriva una intrincada y compleja maraña de obligaciones, compensaciones, salvaguardas y exclusiones que, en un momento dado se pueden convertir en un nudo gordiano dificil de desatar. Empezando porque, como lo advirtió en su momento la ex ministra Cecilia López, de acuerdo con la Cláusula de la Nación más favorecida, “cualquier concesión que el país le haga a otros en términos de comercio, automáticamente tendrá que aplicarla a estados Unidos, así ese tema se haya manejado de otras maneras en el TLC con ese país[7][7]. Esta Clásula, que data desde el Siglo, entraña serios riesgos que aún no han sido dimensionadas.  Como dicen en Norte de Santander, al lado del enfermo como el alentado!

EXCESO DE VOLUNTARISMO
El Gobierno colombiano ve en la Alianza del Pacífico una especie de trampolín para acceder a los mercados de la Cuenca del Pacífico, al considerar que este “será el siglo del Pacífico y de América Latina, porque el Asia – Pacífico es el nuevo polo de desarrollo del mundo y América Latina quiere ser socia en ese desarrollo. Para lograrlo, creamos esta Alianza del Pacífico…Nuestro puerto de destino es el de construir un área de integración profunda que nos permita insertarnos con más éxito, con más fortaleza en la economía global y en particular en la región del Asia Pacífico[8][8]. En concepto del Ministro de Comercio, Industria y Turismo Sergio Diaz – Granados, “la Alianza del Pacífico es un eje fundamental de la estrategia de internacionalización de Colombia y de insersión en la región Asia Pacífico, que fomentará la diversificación de mercados para reducir la vulnerabilidad frente a crisis económicas internacionales…A través de la Alianza del Pacífico, Colombia puede acelerar su proceso de integración al Asia y avanzar en procesos de negociación en bloque, con países que como México, Chile y Perú, ya cuentan  con fuertes vínculos comerciales con esa región[9][9].
Sí, todo ello es muy loable y nos parecen plausibles todos los esfuerzos que se hagan por estar allí, se trataría de aprovechar las sinergias que resultarían de una alianza estratégica como la que se plantea y por esta vía insertarse en la Cuenca del Pacífico, máxime que, como lo manifiesta el Ministro Diaz – Granados, ello “ya ha generado un interés grande en el continente asiático y en otros países que buscan alianzas con nosotros”[10][10]. Es claro como el agua que este interés no se traslució en la reciente Cumbre, pues brillaron por su ausencia los países del continente asiático; ningún jefe de Estado de este hizo acto de presencia, ni siquiera como observadores, como en cambio sí lo hicieron el Primer Ministro de Canadá Stephen Harper y el Presidente del Gobierno español Mariano Rajoy. Como dice el adagio popular, afana más el velón que el dueño de la olla.
Es de anotar que Colombia  es el único de los miembros de esta Alianza que no cuenta con TLC vigente con países del Asia Pacífico; de modo que mientras los demás tienen ya un largo camino recorrido, Colombia apenas está en la grilla de partida y ello hace la diferencia. Y, de acuerdo con el cronograma del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT), se aspira a tener un TLC con Corea en 2014, con el Japón en 2016 y con China hacia el 2019 (¡!). Además, México, Perú y Chile tienen a su favor que todos ellos hacen parte del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC), el club de cooperación más importante del área, el mismo al que Colombia viene pidiendo pista desde 1995 infructuosamente. Y, como es apenas lógico, al no estar integrada al APEC tampoco es  parte negociadora del Transpacific Partnership Agreement (TPP), que es como una especie de TLC regional, lo cual resulta desventajoso para Colombia.
De lo anterior se sigue que, como lo señala acertadamente el analista Ricardo Duarte, “por esta vía Colombia tampoco tendría nada qué ganar de forma temprana para su sector privado con la Alianza Pacífico”[11][11]. En las declaraciones del Presidente Santos, así como del Ministro Diaz – Granados se denota un exceso de optimismo, pues como lo afirma Duarte, “decir que en el corto plazo la alianza Pacífico integrará a Colombia de manmera real con el Asia Pacífico es simplemente un gran deseo con ribete académico. El éxito inicial para Colombia con la Alianza del Pacífico estará en promoverla y aprovecharla en nuestro relacionamiento con nuestros socios comerciales y de inversiones tradicionales del eje del Atlántico”[12][12]. No se puede seguir pensando con el deseo que colinchándose con México, Perú y Chile a través de la AP Colombia tendrá expedito el camino para ingresar por la puerta ancha a la Cuenca del Pacífico. Ello es más dificil que soplar y hacer botellas; por ello, no nos podemos hacer falsas ilusiones.
 
¿QUÉ GANA COLOMBIA?
Ya que estamos hablando de la Alianza del Pacífico es bueno escarmenar la linea de base de la cual parte la implementación de lo acordado en la VII Cumbre de Cali. Hoy por hoy los principales productos de exportación de los países que hacen parte de dicha Alianza son productos primarios (minerales e hidrocarburos) y los países asiáticos, especialmente china, absorben gran parte de esa oferta, pero este comercio no requiere de acuerdos ni de tratados. Y en cuanto al intercambio comercial entre los socios de la Alianza, si excluimos las exportaciones tradicionales (petróleo y sus derivados, carbón, ferroniquel y café), Colombia acusa un déficit comercial con todos ellos.
Si nos atenemos a las cifras del 2012 , al tiempo que exportó a México, Perú y Chile US $4.553 millones, Colombia importó desde ellos US $7.891 millones, es decir que el saldo en contra de Colombia fue del orden de los US $3.338 millones. Y no estamos tan seguros que con la eliminación de los aranceles se logre revertir esta tendencia a favor de la Balanza comercial de Colombia. El caso más patético es el de México, país este desde el cual se importó el año pasado la suma de US $6.159 millones y sólo le facturamos US $835 millones; es decir, que el saldo a favor de los manitos fue de US $5,324 millones (¡!). Después de China (déficit comercial US $4.322 millones), México es la segunda economía con la cual Colombia tiene el mayor déficit comercial y ello es muy diciente de lo que puede deparnos esta apertura hacia la AP.
Son varios los gremios que han expresado su preocupación sobre el impacto desfavorable que puede significar para ellos los acuerdos alcanzados en la VII Cumbre de la Alianza. Dicho sea de paso, el Congreso de la República, al igual que ocurrió con la ratificación en volandas del TLC con EEUU en vísperas de la libidinosa Cumbre de Las Américas, también esta vez, en la antesala de la Cumbre, aprobó en tiempo record la Ley express “aprobatoria del Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico”, con lo cual le firmaron un cheque en blanco al Gobierno Santos. Ante los reparos de algunas voces discordantes en el Congreso, el Presidente Santos les salió al paso con la afirmación que “no estamos entregando absolutamente nada adicional de lo que ya hemos negociado con otros países. Nada. Todo lo que se está negociando es algo que ya tenemos con Estados Unidos o con Europa (Sic!). De manera que aquí no hay un incremento en la ´vulnerabilidad´  de nuestra producción”[13][13] .
Puede tener razón el Presidente Santos cuando afirma que “todo lo que se está negociando es algo que ya tenemos con Estados Unidos”, pero es que al hacer extensivo a otros países lo que se cedió en el TLC con los EEUU, que no fue poca cosa, se está amplificando su impacto, que, como se ha podido observar al hacer el balance del primer año de su vigencia, ha sido desastroso para la economía colombiana[14][14]. La verdad sea dicha, después del fracasado intento por parte de los EEUU de imponer el ALCA, sus adláteres optaron por el atajo de los TLC bilaterales, dando al traste con esfuerzos integracionistas tan importantes como la CAN y ahora mediante este otro atajo, el de la AP, se avanza en la misma dirección. Como ya quedó dicho, a través de la Cláusula de la Nación más favorecida EEUU está sin necesidad de estar en la Alianza del Pacífico.
Una de las primeras consecuencias de la entrada en vigor de los acuerdos alcanzados en la VII Cumbre de la AP es la supresión del Sistema Andino de Franjas de Precios (SAFP), así como el Fondo de Estabilización de precios, con lo cual quedarán aún más desguarnecidos la producción nacional del sector agropecuario. A juicio del Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) Rafael Mejía, “la desaparición de este instrumento de política comercial preocupa porque no reviste para el país ningún beneficio. Todo lo contrario, sería destruir toda posibilidad de lograr concesiones favorables para la agricultura en Asia[15][15]. Y para rematar, “se profundizaría el déficit comercial de más de US $5.300 millones con México”[16][16] y se haría mayor “el déficit de la balanza comercial agropecuaria con Chile”[17][17].
De acuerdo con rafael Mejía, con la puesta en marcha de este bloque económico se pondrá en riesgo el 48% de lo que queda de la maltrecha producción agropecuaria de Colombia. Estamos hablando de “$16.9 billones al año y equivale a 9.1 millones de toneladas”[18][18]. Están en juego nada menos que 1´254.000 empleos rurales[19][19]; esta es una bomba social de impredecibles consecuencias. Pero la SAC no es la única que se queja, también el Presidente del gremio de los arroceros Rafael Hernández se pone las manos en la cabeza para exclamar que “qué puede sentir un agricultor frente a una amenaza como este acuerdo…Aquí se está poniendo en riesgo a 500 mil productores del cereal asentados en 215 municipios del país[20][20]. Estamos, entonces, como lo vaticina el Presidente de la SAC, “en vísperas de protestas de sectores como los arroceros, lecheros, porcicultores, azucareros y maiceros por las negociaciones que el Presidente Juan Manuel Santos está haciendo con la Alianza del Pacífico. Todo esto se convierte en inconvenientes para el agro colombiano[21][21]. El fantasma de la triangulación de productos, especialmente agrícolas y pecuarios, así como de manufacturas y autopartes maquilados especialmente en México, empiezan a espantar a los productores nacionales.
PRIMERO ES LO PRIMERO
Una vez más se le sobrevende al país la apertura comercial hacia adentro como la panacea, como la tabla de salvación de la economía colombiana; una vez más se le dice al país que gracias a esta estrategia comercial la economía va a crecer más, se va a generar más empleo, se va a reducir la pobreza y la desigualdad. Pero este discurso trasnochado se queda sólo en la retórica; como diría Octavio Paz a las afueras de la realidad. Tenemos que repetir aquí la sabia frase del ex ministro de Comercio Jorge Humberto Botero cuando advirtió en su debido momento, refiriéndose al TLC con EEUU, que “el acuerdo con EEUU abre oportunidades, pero no las asegura”[22][22]. Bien ha dicho, una y otra vez, el experto Manuel José Cárdenas que “los tratados de libre comercio generan oportunidades de negocios, pero no los negociosDe nada nos servirá abrir mercados sino tenemos que exportar[23][23]. En ello coincide con el consultor Jorge Alberto Vásquez: “una cosa son los acuerdos comerciales y otra la posibilidad de aprovecharlos: Firmamos acuerdos, pero no contamos con producción para exportar, ni la generamos[24][24].
Y este es el caso de Colombia. El Gobierno está obsesionado por firmar más y más acuerdos y tratados, con todo el que se atraviese, pero muy poco obsesionado por aumentar y diversificar nuestra oferta exportadora. Cada vez dependemos más de las exportaciones tradicionales (petróleo y sus derivados, carbón, ferroniquel, oro y café) y menos de las no tradicionales, las cuales se han venido marchitando sin remedio a consecuencia de la enfermedad holandesa. Es muy diciente el hecho de que últimamente no está ni la producción ni las exportaciones de manufacturas, sino que además están cayendo las importaciones de insumos por cuenta del decremento de la producción industrial.
El mayor obstáculo que afronta la economía colombiana para aumentar su potencial de crecimiento, para elevar la tasa de crecimiento de manera sostenida, para generar más y mejor empleo, para ampliar y diversificar su oferta exportadora es su baja competitividad. Y está visto que uno de los principales cuellos de botella para mejorar en el ranking del Foro Económico Mundial (FEM) es el enorme rezago en materia de infraestructura. Lo ilustra de manera elocuente el hecho de que mientras el Gobierno se ufana de liderar la Alianza del Pacífico y le apuesta a la inserción de Colombia en la Cuenca del Pacífico, su principal puerto sobre el Pacífico, el de Buenaventura, no cuenta siquiera con una vía de doble calzada de acceso al mismo. Según el Observatorio de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), “ni en el año 2020 alcanzarán a entregarse los trabajos de la doble calzada de Buga – Buenaventura, que se inició en 2007[25][25]. Entonces, de qué estamos hablando; no será que el Gobierno está poniendo la carreta delante del buey; no será hora de preocuparse más por la infraestructura y la competitividad que por seguir firmando desatentadamente acuerdos y tratados por doquier?

Bogotá, mayo 26 de 2013
www.amylkaracosta.net


[1] Portafolio. Mayo, 25 de 2013
[2] El Tiempo. Mayo, 20 de 2013
[3] El Espectador. Mayo, 20 de 2013
[4] El Nuevo Siglo. Mayo, 22 de 2013
[5] Portafolio. Mayo, 25 de 2013
[6] La República. Mayo, 25 de 2013
[7] Cecilia López. La Nación más favorecida. Junio, 29 de 2007
[8] La República. Presidente Juan Manuel Santos. Mayo, 25 de 2013
[9] El Nuevo Siglo. Mayo, 21 de 2013
[10] www.contextoganadero.com. Abril, 29 de 2013
[11] La República. Mayo, 20 de 2013
[12] Idem
[13] El Nuevo Siglo. Mayo, 25 de 2013
[14] Amylkar D. Acosta M. El horóscopo del TLC. Mayo, 16 de 2013
[15] La República. Abril, 29 de 2013
[16] Idem
[17] Idem
[18] El Espectador. Mayo, 22 de 2013
[19] Diario del Huila. SAC. Mayo, 15 de 2013
[20] El Espectador. Mayo, 22 de 2013
[21] Idem
[22] La República. Mayo, 17 de 2004
[23] Portafolio. Diciembre, 2 de 2003
[24] Portafolio. Octubre, 14 de 2011
[25] El Tiempo. Julio, 20 de 2011

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