El economista costeño Amylkar Acosta nos
regala su pensamiento en torno a la Alianza Pacífica, que ahora liderará
Colombia.
Son cuatro países (México, Perú, Chile y
Colombia) que representan el 50% del comercio de la región, un
PIB de 3,048.238 billones de dólares el 35% del PIB de América Latina y poseen
215 millones de habitantes.
215 millones de habitantes… Para mí es una tremenda
apuesta…
Acosta, nos comenta cómo ve el asunto.
LA APUESTA POR EL ASIA – PACÍFICO
LUCES Y SOMBRAS
Con el cuento de la lechera, Esopo nos
enseñó a girar sobre el futuro cuando ni el presente está seguro. A. A
Amylkar D. Acosta Medina
Miembro de Número de la
ACCE
Bogotá, mayo 25 de 2013
www.amylkaracosta.net
LA APUESTA POR EL ASIA – PACÍFICO
La VII Cumbre de la
Alianza del Pacífico que integran Colombia, México, Perú y Chile que acaba de
concluir ha despertado una gran expectativa, pues promete convertirse en el
bloque comercial más auspicioso de cuantos se han forjado en la región. De
entrada los presidentes Santos, Humala, Peña Nieto y Piñera acordaron desmontar
en un breve plazo todas las barreras arancelarias; por lo pronto, a partir del 30 de junio el 50% del universo
arancelario de estos países estaría exento. En palabras del Presidente
Santos al término de la Cumbre, “el 90% de las partidas arancelarias tendrá
arancel cero”[1][1], mientras que para el 10% restante, dentro del cual están algunos
productos agropecuarios de una gran sensibilidad, se contempla una desgravación
gradual y progresiva.
Queda por delante una
tarea propia de verdaderos orfebres, encomendada a varios grupos de trabajo,
para definir aspectos atinentes a normas de origen, medidas sanitarias y
fitosanitarias, obstáculos técnicos al comercio, facilidades migratorias, el
transporte intermodal, y la cooperación aduanera, entre otros. Aspectos estos
todos, además de complejos, álgidos y no hay que perder de vista que el diablo
está en los detalles.
Esta Alianza tiene dos
particularidades que la hacen muy peculiar: en primer término su ambición va
mucho más allá de lo meramente comercial y propende por la libre movilidad
intraregional tanto de capitales, bienes y servicios como de las personas. De hecho se dispuso prescindir del visado
para los residentes en los países que hacen parte de la Alianza y la creación
de una Visa especial Alianza del Pacífico
para los visitantes de terceros países, para que estos puedan desplazarse
libremente dentro del área. La otra característica es que esta Alianza se
inscribe dentro de la modalidad del regionalismo
abierto, de tal manera que otros países distintos a los fundantes de la
misma pueden acceder a la misma, como lo acaba de hacer Costa Rica.
De consolidarse este
bloque económico adquiriría un gran peso específico en la región, pues sumados
estos cuatro países representan el 50% del comercio de la región, cuyas
exportaciones e importaciones en el 2012 fueron del orden de los US $556.000
millones y US $551.000 millones, respectivamente. Su PIB agregado equivale al
3.5% del PIB mundial, a la par con el PIB de Brasil, considerada como la octava
economía del mundo. Además, acapara el 26% de la totalidad de los flujos de
inversión extranjera directa (IED) a América Latina y el Caribe. Y de contera, representa
un mercado muy atractivo habida consideración de que su población supera los
208 millones de habitantes, con un ingreso per cápita nada despreciable del
orden de los US $13.600 en términos de
paridad cambiaria. Por sus proyecciones superaría el alcance y la fuerza de
la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y de MERCOSUR, de los cuales hace parte
también Colombia y en la práctica significa un contrapeso para los mismos.
El Presidente Santos ha magnificado la importancia de este paso que están dando estos cuatro países aliados al ponderar la Alianza del Pacífico “como el más importante que ha tenido América Latina en su historia”[2][2]. La Presidenta de PROEXPORT María Claudia Lacouture se precipitó a anunciar que “esta estrategia está permitiendo actuar como bloque, tanto para la promoción de las exportaciones como para la atracción de inversiones extranjeras directas en cada uno de los países”[3][3]. El Presidente Santos va más lejos cuando afirma que ya, sin arrancar todavía dicha Alianza, sus beneficios “se están empezando a ver en un mayor desarrollo para nuestra propia región Pacífica y para el país en general y en mayor empleo y empleo de calidad para todos los colombianos”[4][4]. Nos parece que se está ensillando sin traer las bestias; como lo afirma el Director de Portafolio Ricardo Ávila, “todavía es temprano para decir que se han concretado las posibilidades de un esquema que promete mucho, pero al que todavía le faltan varios hervores”[5][5]. Lo demás, son puros espejismos.
Son varios los obstáculos
a salvar antes de que, como lo afirmó el Presidente Santos, esta Alianza se
constituya “en el nuevo motor económico y de desarrollo de América Latina”[6][6]. Si bien es cierto los cuatro países que integran esta Alianza tienen
muchos aspectos en común, poseen otros que los hacen muy heterogeneos,
empezando por el hecho que cada uno de ellos tiene su propio TLC bilateral con los EEUU y sus
estipulaciones les resta capacidad de maniobra. De tales tratados se deriva una
intrincada y compleja maraña de obligaciones, compensaciones, salvaguardas y
exclusiones que, en un momento dado se pueden convertir en un nudo gordiano
dificil de desatar. Empezando porque, como lo advirtió en su momento la ex
ministra Cecilia López, de acuerdo con la Cláusula de la Nación más favorecida,
“cualquier concesión que el país le haga a otros en términos de comercio, automáticamente tendrá que aplicarla a
estados Unidos, así ese tema se haya manejado de otras maneras en el TLC con
ese país”[7][7]. Esta Clásula, que data desde el Siglo, entraña serios riesgos que aún
no han sido dimensionadas. Como dicen en
Norte de Santander, al lado del enfermo como el alentado!
El Gobierno colombiano ve
en la Alianza del Pacífico una especie de trampolín para acceder a los mercados
de la Cuenca del Pacífico, al considerar que este “será el siglo del Pacífico y
de América Latina, porque el Asia – Pacífico es el nuevo polo de desarrollo del
mundo y América Latina quiere ser socia en ese desarrollo. Para lograrlo, creamos esta Alianza del Pacífico…Nuestro puerto de
destino es el de construir un área de integración profunda que nos permita insertarnos con más éxito, con más fortaleza en la
economía global y en particular en la región del Asia Pacífico”[8][8]. En concepto del Ministro de Comercio, Industria y Turismo Sergio Diaz
– Granados, “la Alianza del Pacífico es un eje fundamental de la estrategia de
internacionalización de Colombia y de insersión
en la región Asia Pacífico, que fomentará la diversificación de mercados
para reducir la vulnerabilidad frente a crisis económicas internacionales…A
través de la Alianza del Pacífico, Colombia puede
acelerar su proceso de integración al Asia y avanzar en procesos de negociación
en bloque, con países que como
México, Chile y Perú, ya cuentan con fuertes vínculos comerciales con esa
región”[9][9].
Sí, todo ello es muy
loable y nos parecen plausibles todos los esfuerzos que se hagan por estar
allí, se trataría de aprovechar las sinergias que resultarían de una alianza
estratégica como la que se plantea y por esta vía insertarse en la Cuenca del
Pacífico, máxime que, como lo manifiesta el Ministro Diaz – Granados, ello “ya
ha generado un interés grande en el continente asiático y en otros países que
buscan alianzas con nosotros”[10][10]. Es claro como el agua que este interés no se traslució en la reciente
Cumbre, pues brillaron por su ausencia los países del continente asiático;
ningún jefe de Estado de este hizo acto de presencia, ni siquiera como
observadores, como en cambio sí lo hicieron el Primer Ministro de Canadá
Stephen Harper y el Presidente del Gobierno español Mariano Rajoy. Como dice el
adagio popular, afana más el velón que el
dueño de la olla.
Es de anotar que Colombia
es el único de los miembros de esta Alianza que no cuenta con TLC
vigente con países del Asia Pacífico; de modo que mientras los demás tienen ya un largo camino recorrido, Colombia apenas
está en la grilla de partida y ello hace la diferencia. Y, de acuerdo con
el cronograma del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT), se aspira
a tener un TLC con Corea en 2014, con el Japón en 2016 y con China hacia el
2019 (¡!). Además, México, Perú y Chile tienen a su favor que todos ellos hacen
parte del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC), el club de cooperación
más importante del área, el mismo al que Colombia viene pidiendo pista desde
1995 infructuosamente. Y, como es apenas lógico, al no estar integrada al APEC
tampoco es parte negociadora del
Transpacific Partnership Agreement (TPP), que es como una especie de TLC
regional, lo cual resulta desventajoso
para Colombia.
De lo anterior se sigue
que, como lo señala acertadamente el analista Ricardo Duarte, “por esta vía
Colombia tampoco tendría nada qué ganar de forma temprana para su sector
privado con la Alianza Pacífico”[11][11]. En las declaraciones del Presidente Santos, así como del Ministro Diaz
– Granados se denota un exceso de optimismo, pues como lo afirma Duarte, “decir
que en el corto plazo la alianza Pacífico integrará a Colombia de manmera real
con el Asia Pacífico es simplemente un
gran deseo con ribete académico. El éxito inicial para Colombia con la
Alianza del Pacífico estará en promoverla y aprovecharla en nuestro
relacionamiento con nuestros socios comerciales y de inversiones tradicionales del
eje del Atlántico”[12][12]. No se puede seguir pensando con el deseo que colinchándose con México,
Perú y Chile a través de la AP Colombia tendrá expedito el camino para ingresar
por la puerta ancha a la Cuenca del Pacífico. Ello es más dificil que soplar y
hacer botellas; por ello, no nos podemos hacer falsas ilusiones.
¿QUÉ GANA COLOMBIA?
Ya que estamos hablando
de la Alianza del Pacífico es bueno escarmenar la linea de base de la cual
parte la implementación de lo acordado en la VII Cumbre de Cali. Hoy por hoy
los principales productos de exportación de los países que hacen parte de dicha
Alianza son productos primarios (minerales e hidrocarburos) y los países
asiáticos, especialmente china, absorben gran parte de esa oferta, pero este comercio no requiere de acuerdos
ni de tratados. Y en cuanto al intercambio comercial entre los socios de la
Alianza, si excluimos las exportaciones
tradicionales (petróleo y sus derivados, carbón, ferroniquel y café), Colombia
acusa un déficit comercial con todos ellos.
Si nos atenemos a las
cifras del 2012 , al tiempo que exportó a México, Perú y Chile US $4.553
millones, Colombia importó desde ellos US $7.891 millones, es decir que el
saldo en contra de Colombia fue del orden de los US $3.338 millones. Y no estamos tan seguros que con la
eliminación de los aranceles se logre revertir esta tendencia a favor de la
Balanza comercial de Colombia. El caso más patético es el de México, país
este desde el cual se importó el año pasado la suma de US $6.159 millones y
sólo le facturamos US $835 millones; es decir, que el saldo a favor de los manitos fue de US $5,324 millones (¡!).
Después de China (déficit comercial
US $4.322 millones), México es la segunda economía con la cual Colombia tiene
el mayor déficit comercial y ello es muy diciente de lo que puede deparnos esta
apertura hacia la AP.
Son varios los gremios
que han expresado su preocupación sobre el impacto desfavorable que puede
significar para ellos los acuerdos alcanzados en la VII Cumbre de la Alianza.
Dicho sea de paso, el Congreso de la República, al igual que ocurrió con la
ratificación en volandas del TLC con EEUU en vísperas de la libidinosa Cumbre
de Las Américas, también esta vez, en la antesala de la Cumbre, aprobó en
tiempo record la Ley express “aprobatoria del Acuerdo Marco de la Alianza del
Pacífico”, con lo cual le firmaron un cheque en blanco al Gobierno Santos. Ante
los reparos de algunas voces discordantes en el Congreso, el Presidente Santos
les salió al paso con la afirmación que “no estamos entregando absolutamente
nada adicional de lo que ya hemos
negociado con otros países. Nada. Todo lo
que se está negociando es algo que ya tenemos con Estados Unidos o con Europa
(Sic!). De manera que aquí no hay un incremento en la ´vulnerabilidad´ de nuestra producción”[13][13] .
Puede tener razón el
Presidente Santos cuando afirma que “todo
lo que se está negociando es algo que ya tenemos con Estados Unidos”, pero
es que al hacer extensivo a otros países lo que se cedió en el TLC con los EEUU,
que no fue poca cosa, se está amplificando su impacto, que, como se ha podido observar al hacer el
balance del primer año de su vigencia, ha sido desastroso para la economía
colombiana[14][14]. La verdad sea dicha, después del fracasado intento por parte de los
EEUU de imponer el ALCA, sus adláteres optaron por el atajo de los TLC
bilaterales, dando al traste con esfuerzos integracionistas tan importantes
como la CAN y ahora mediante este otro atajo, el de la AP, se avanza en la
misma dirección. Como ya quedó dicho, a través de la Cláusula de la Nación más
favorecida EEUU está sin necesidad de estar en la Alianza del Pacífico.
Una de las primeras
consecuencias de la entrada en vigor de los acuerdos alcanzados en la VII
Cumbre de la AP es la supresión del Sistema Andino de Franjas de Precios
(SAFP), así como el Fondo de Estabilización de precios, con lo cual quedarán
aún más desguarnecidos la producción nacional del sector agropecuario. A juicio
del Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) Rafael Mejía,
“la desaparición de este instrumento de política comercial preocupa porque no
reviste para el país ningún beneficio. Todo lo contrario, sería destruir toda posibilidad de lograr concesiones favorables para
la agricultura en Asia”[15][15]. Y para rematar, “se profundizaría el déficit comercial de más de US
$5.300 millones con México”[16][16] y se haría mayor “el déficit de la balanza comercial agropecuaria con
Chile”[17][17].
De acuerdo con rafael
Mejía, con la puesta en marcha de este bloque económico se pondrá en riesgo el 48% de lo que queda de la maltrecha producción
agropecuaria de Colombia. Estamos hablando de “$16.9 billones al año y
equivale a 9.1 millones de toneladas”[18][18]. Están en juego nada menos que
1´254.000 empleos rurales[19][19]; esta es una bomba social de impredecibles consecuencias. Pero la SAC
no es la única que se queja, también el Presidente del gremio de los arroceros
Rafael Hernández se pone las manos en la cabeza para exclamar que “qué puede
sentir un agricultor frente a una amenaza como este acuerdo…Aquí se está poniendo en riesgo a 500 mil
productores del cereal asentados en 215 municipios del país”[20][20]. Estamos, entonces, como lo vaticina el Presidente de la SAC, “en
vísperas de protestas de sectores como los arroceros, lecheros, porcicultores,
azucareros y maiceros por las negociaciones que el Presidente Juan Manuel
Santos está haciendo con la Alianza del Pacífico. Todo esto se convierte en inconvenientes para el agro colombiano”[21][21]. El fantasma de la triangulación de productos, especialmente agrícolas
y pecuarios, así como de manufacturas y autopartes maquilados especialmente en
México, empiezan a espantar a los productores nacionales.
PRIMERO ES LO PRIMERO
Una vez más se le sobrevende al país la apertura comercial hacia adentro como la panacea, como la
tabla de salvación de la economía colombiana; una vez más se le dice al país
que gracias a esta estrategia comercial la economía va a crecer más, se va a
generar más empleo, se va a reducir la pobreza y la desigualdad. Pero este
discurso trasnochado se queda sólo en la retórica; como diría Octavio Paz a las afueras de la realidad. Tenemos
que repetir aquí la sabia frase del ex ministro de Comercio Jorge Humberto
Botero cuando advirtió en su debido momento, refiriéndose al TLC con EEUU, que
“el acuerdo con EEUU abre oportunidades,
pero no las asegura”[22][22]. Bien ha dicho, una y otra vez, el experto Manuel José Cárdenas que “los tratados de libre comercio generan oportunidades de negocios, pero
no los negocios… De nada nos servirá abrir mercados sino
tenemos que exportar”[23][23]. En ello coincide con el consultor Jorge Alberto Vásquez: “una cosa son los acuerdos comerciales y otra la posibilidad de
aprovecharlos: Firmamos acuerdos, pero no contamos
con producción para exportar, ni la generamos”[24][24].
Y este es el caso de Colombia. El Gobierno está obsesionado por firmar
más y más acuerdos y tratados, con todo el que se atraviese, pero muy poco
obsesionado por aumentar y diversificar nuestra oferta exportadora. Cada vez
dependemos más de las exportaciones tradicionales (petróleo y sus derivados,
carbón, ferroniquel, oro y café) y menos de las no tradicionales, las cuales se
han venido marchitando sin remedio a consecuencia de la enfermedad holandesa.
Es muy diciente el hecho de que últimamente no está ni la producción ni las
exportaciones de manufacturas, sino que además están cayendo las importaciones
de insumos por cuenta del decremento de la producción industrial.
El mayor obstáculo que afronta la economía colombiana para aumentar su
potencial de crecimiento, para elevar la tasa de crecimiento de manera
sostenida, para generar más y mejor empleo, para ampliar y diversificar su
oferta exportadora es su baja competitividad. Y está visto que uno de los
principales cuellos de botella para mejorar en el ranking del Foro Económico
Mundial (FEM) es el enorme rezago en materia de infraestructura. Lo ilustra de
manera elocuente el hecho de que mientras el Gobierno se ufana de liderar la
Alianza del Pacífico y le apuesta a la inserción de Colombia en la Cuenca del
Pacífico, su principal puerto sobre el Pacífico, el de Buenaventura, no cuenta
siquiera con una vía de doble calzada de acceso al mismo. Según el Observatorio
de la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), “ni en el año 2020 alcanzarán
a entregarse los trabajos de la doble calzada de Buga – Buenaventura, que se inició en 2007”[25][25]. Entonces, de qué estamos hablando; no será que el Gobierno está
poniendo la carreta delante del buey; no será hora de preocuparse más por la
infraestructura y la competitividad que por seguir firmando desatentadamente
acuerdos y tratados por doquier?
Bogotá, mayo 26 de 2013
www.amylkaracosta.net
[1] Portafolio. Mayo, 25 de 2013
[2] El Tiempo. Mayo, 20 de 2013
[3] El Espectador. Mayo, 20 de 2013
[4] El Nuevo Siglo. Mayo, 22 de 2013
[5] Portafolio. Mayo, 25 de 2013
[6] La República. Mayo, 25 de 2013
[7] Cecilia López. La Nación más favorecida. Junio, 29 de 2007
[8] La República. Presidente Juan Manuel Santos. Mayo, 25 de 2013
[9] El Nuevo Siglo. Mayo, 21 de 2013
[10] www.contextoganadero.com. Abril, 29 de 2013
[11] La República. Mayo, 20 de 2013
[12] Idem
[13] El Nuevo Siglo. Mayo, 25 de 2013
[15] La República. Abril, 29 de 2013
[16] Idem
[17] Idem
[18] El Espectador. Mayo, 22 de 2013
[19] Diario del Huila. SAC. Mayo, 15 de 2013
[20] El Espectador. Mayo, 22 de 2013
[21] Idem
[22] La República. Mayo, 17 de 2004
[23] Portafolio. Diciembre, 2 de 2003
[24] Portafolio. Octubre, 14 de 2011
[25] El Tiempo. Julio, 20 de 2011
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