domingo, 8 de marzo de 2009

El Muelle de Puerto Colombia. Moisés Pineda.

En el RADAR ECONÓMICO INTERNACIONAL, continúamos con el Muelle.
Una historia triste, pero que puede terminar con alegría, si todos trabajamos UNIDOS.

Luis Emilio.

..
LOS MUELLES DE PUERTO COLOMBIA
La Prensa.19 de Mayo de 1.950
Por: MOISES PINEDA SALAZAR.
Faltaban escasos cuatro día para que yo naciera en la clínica “El Paraíso”, una tarde del 23 de Mayo de 1950, cuando mi padre se acercó a la Esquina del Cañón Verde para pedirle al Señor Portacio el ejemplar de “La Prensa” que acostumbraba comprarle luego de terminar sus tareas en el mostrador de la tienda de abarrotes en la que trabajaba bajo el patronazgo de Don Antonio J Mendible. Era corta la distancia entre ese puesto y el Barrio Abajo a donde había ido a residir con mi madre, muy cerca de las calles en las que Cesar Morales encendía a madrazos a Nicolás Serje Jimeno en cumplimiento de los partidos vespertinos de béisbol. Por esa razón, y para ahorrar centavos con los que atender al primogénito cuya llegada estaba próxima, se fue de a pie y dejó pasar a uno, dos y más guacales de los que salían de la calle 31 con Pica Pica con destino a los Barrios de la periferia de la ciudad. Era una noche tibia…Subió por los lados de Molinos Roncallo, buscando el Callejón del Rosario para remontar hasta la Calle El Paraiso, por la Puerta de Incobra…hacia el Tomás Arrieta.. Se detuvo en “La Nube Blanca” y mientras se refrescaba con una cerveza que sacó el tendero de la nevera de madera en la que las enfriaba entre bloques de hielo y montañas de serrín, se dio a la lectura del periódico a la luz amarillenta que pendía de un cable duplo que se sostenía en uno de los travesaños del mezanine de madera sobre el que se almacenaban, escobas, traperos, velas de sebo, botellas de Black flag, varillas de katol y sabrá Dios que otras cosas… “Era el año de de 2873.La comisión de arqueólogos llego a la ciudad que por aquel entonces contaba con un millón de habitantes.Acto seguido a su arribo, se dirigieron al “Centro de Historia del Atlántico” y se pusieron en comunicación con los miembros de la Junta Directiva { los atendió su presidente)Hablaban en Esperanto, la lengua universal de aquello tiempos y expresaron la curiosidad que les invadía por conocer el sitio, cercano a Barranquilla, donde en otro tiempo existió el muelle más largo del Mundo.-A decir verdad, refunfuño textualmente mirando a los arqueólogos por encima de sus lentes, no creo que haya habido tales muelles. O si los hubo se enterraron o se los trago el mar, por que no quedan señales de ellos.Como los investigadores persistieron en su afán de constatar las informaciones que habían encontrado en una vieja enciclopedia del siglo XX, se les concedieron los permisos necesarios para que se trasladaran al desierto de Puerto Colombia habitado por cactus silvestres y unos cuantos rastrojos. Salieron de Barranquilla aquella misma tarde en un auto de propulsión automática y en menos que canta un gallo llegaron a su destino.Hicieron las exploraciones de rigor y, días mas tarde, contrataron una cuadrilla de fornidos trabajadores para empezar las obras de excavación y remoción de tierras. El informe final de la comisión fue trasladado al papel meses después. Cavando en la cálida arena de la extensa playa encontraron vestigios de pontones, barandas y rieles “es indudable pues, decían al terminar su informe, que sí existió en el sitio donde sitio antes denominado Puerto Colombia, un flamante y costosísimo Muelle. La falta de datos no impide saber la causa que determino el abandono de tan flamante obra.Estamos seguros de que el mar en su retiro hacia el norte, convirtió en playa lo que en otro tiempo fue tierra profunda cubierta por agua, y que la renilla de los medanos, arrastrada por los vientos alisios, acabo por sepultar esta obra gigante de la civilización del siglo XX.” El Presidente del Centro de Historia del atlántico leyó con dificultad la decisión escrita de los arqueólogos africanos. No solo por ser corto de vista, sino debido también a su escaso conocimiento del Esperanto. Le dio el visto bueno y se quedo pensando. -No puede ser cierto. Los Barranquilleros (dice la tradición) han sido conservadores de sus grandes obras. Y no puedo creer que dejaran perder un muelle tan gigantesco.” FRAMAR.” Él, que escasamente tuvo los pesos para pasar un par de noches de Luna de Miel en el Hotel Atlántico, en Puerto Colombia, a pocos metros del Muelle, no pudo menos que sonreír al terminar de leer aquel escrito…-Ese muelle no lo tumba nadie. Me muero yo, se mueren mis hijos y mis nietos y él seguirá allí…. ¡Qué tipo tan exagerado! Pensó para su caletre…mientras masticaba un pan de sal, tal como se lo recomendó su madre para ocultar el olor a cerveza…Siempre le tuvo terronera a las cantaletas de mi madre, hasta cuando se le dio por llevarle serenatas con El Morrocoyo, el Burro y El Flaco Torres… Con eso la amansó y no volvió a preocuparse ni por el tufo, ni por las monsergas que le armaban todos los sábados cuando llegaba a bañarse en Menticol, a cambiarse de muda para salir a lucir su enjuta figura en los bares de moda… Se murió el viejo Manuel Pineda sin imaginar que fuera posible que los barranquilleros dejaran perder el que fue el tercer muelle más largo del mundo, bajo cuyos pilotes, en contra de su voluntad y venciendo sus remilgo de “niña modosita y bien criada”, se atrevió a besar a la recién desposada y me trajeron al mundo sin pedirme consentimiento…. moisespinedasalazar@yahoo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario