lunes, 31 de julio de 2023

PROBOCRACIA. Por JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ

Probocracia.

A eso se refiere Julio César Henríquez en esta columna en El Heraldo y que está pasando por las redes sociales.

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PROBOCRACIA

La democracia del siglo XXI está llena de apariencias, mentiras, posverdades, neuroverdad, patrones públicos y escándalos favoritos. Con resignación las mayorías le definen cómo el menos malo de los sistemas y las formas de gobierno. Por JULIO CÉSAR HENRÍQUEZ

La democracia del siglo XXI está llena de apariencias, mentiras, posverdades, neuroverdad, patrones públicos y escándalos favoritos. Con resignación las mayorías le definen cómo el menos malo de los sistemas y las formas de gobierno.

Los valores son el lenguaje programático de la condición humana. Aquello que aprendemos e imitamos marca para siempre la noción de lo que somos. Son los emblemas de la identidad. El conector de nuestras tradiciones con las aspiraciones. Los valores son la energía del ser puesta al servicio de sus sueños. 

Constituyen las reglas del juego de la vida destacando los patrones de comportamiento dignos del carácter ejemplar propio de la buena conducta.

¿Eliges los candidatos por su trayectoria? ¿Buen ejemplo? ¿Probidad? ¿Idoneidad? ¿Sigues simplemente el principio de elegir al menos malo? ¿Tus elecciones están marcadas por intereses económicos, clientelistas, particulares, egocéntricos o burocráticos? La Probocracia debería ser un proceso de selección en el que el voto sea la calificación que les dan las mayorías a los mejores candidatos. 

La probidad es la condición ideal del buen gobierno. Entendida como virtud confiere a quien le cultiva la habilidad para destacarse desde la excelencia de sus resoluciones. Probo es quien sigue sin reservas los códigos de la moralidad adoptada por la sociedad o el grupo humano con el que interactúa y con la comunidad a la que pertenece. Sin probidad el liderazgo se torna superficial, ególatra e irresoluto. El discurso es un vacío rodeado de palabras en el fondo de un precipicio llamado ignorancia.

La democracia del siglo XXI está llena de apariencias, mentiras, posverdades, neuroverdad, patrones públicos y escándalos favoritos. Con resignación las mayorías le definen cómo el menos malo de los sistemas y las formas de gobierno. Esa consideración de aceptar el mal menor, es un síntoma de la victoria de la mediocridad en el acontecer social. Se requiere un nuevo enfoque en la mayoría de las actividades humanas, especialmente en todo lo que implica dinámica social e interacción, integración, vínculo o participación colectiva. 

La Probocracia debe erigirse como la participación de la honradez, la integridad, la lealtad y la fidelidad en los bienes e intereses comunes. Una sociedad que elige a los probos en los cargos de elección popular y las altas dignidades estará más cerca de superar sus condiciones de existencia aproximándose a encontrar mejores niveles en la calidad de vida. 

Pero ¿Existen probos? ¿Se atreven a ser candidatos? En algunas sociedades se requieren 11 generaciones para salir de la pobreza. ¿Cuántas se requerirán para superar la corrupción? En ambos casos el factor clave es la determinación. Elegir los mejores no es una fantasía propia de una sociedad extraterrestre.

Poder con probidad. Es cuestión de Probocracia.

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