lunes, 21 de marzo de 2022

ZARES, SOVIETS Y PUTIN. Por Ricardo Plata Cepeda

¿Será que Putin está mal de la cabeza?

Leamos a Ricardo Plata Cepeda, en su columna de hoy en el diario El Heraldo, de Barranquilla.

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ZARES, SOVIETS Y PUTIN

Y su negación de la existencia de Ucrania como pueblo, como nación, se estrella contra el ánimo de lucha “nietzscheana” por su reconocimiento. Mientras dos millones de mujeres y niños han emigrado y muchos han muerto en el intento, los hombres no sólo se han quedado, sino que decenas de miles han regresado a pelear. 

Por Ricardo Plata Cepeda

Por su ataque a Ucrania sin mediar agresión militar varios historiadores han comparado a Vladimir Putin con Joseph Stalin, el paranoico dictador soviético.

Nina Krhrusheva, politóloga y bisnieta de Nikita Krushchev, el Primer Ministro de la URSS que aplastó la revuelta húngara del otoño de 1956 metiendo a Budapest los tanques del ejército rojo, ha disentido de ese parangón, advirtiendo que es injusto.

“Injusto con Stalin”, aclaró. “Éste al menos tenía idea de sus razones, Putin ha sido incapaz de articular las suyas para invadir a Ucrania. Su visión de un estado paneslavo, conformado por Rusia, Bielorrusia y Ucrania es más que anacrónico, además de alejado de un supuesto apetito guerrero del pueblo ruso”. 

Su acusación de nazismo a Ucrania, que dejó millones de muertos en la segunda guerra mundial luchando contra los nazis y que ahora está presidida por un judío, resulta cínica. “No mientas” le increpó Emmanuel Macron en reciente conversación al repetir Putin su “misión” de desnazificar Ucrania. Y su negación de la existencia de Ucrania como pueblo, como nación, se estrella contra el ánimo de lucha “nietzscheana” por su reconocimiento. Mientras dos millones de mujeres y niños han emigrado y muchos han muerto en el intento, los hombres no sólo se han quedado, sino que decenas de miles han regresado a pelear.

Estuve en Kiev y en Kharkov en el verano de 1978, en plena guerra fría. Me impactó el ritual de las parejas en traje de boda en los monumentos a los héroes de la guerra para rendir homenaje a sus padres y abuelos caídos antes de seguir a la celebración. Hace dos años, una de mis nueras fue a conocer Ucrania. El guía de una caminata turística, un hombre de unos 50 años, que no disimulaba su antipatía por Putin, le confesó: “No he peleado nunca en la vida, pero luego de la invasión rusa a Crimea en 2014 me alisté en el ejército y conmigo miles más. Tengo en mi casa municiones y armas. Si hay una nueva guerra me quedo hasta el final, cualquiera que este sea”. ¿Acaso la inteligencia rusa desconocía eso? ¿O a Putin solo se le puede decir lo que quiere oír? 

La OTAN y la Unión Europea desatendieron por más de una década las peticiones de “neutralidad” de Putin, por lo que no pocos les endilgan culpa en la tragedia. A eso responde la rumana Hertha Muller, premio Nobel de literatura: “¿Por qué los rumanos y los polacos quisieron entrar en la OTAN? No para atacar a Rusia, sino para protegerse de ella.

Putin no conoce más que la mentira, la falsedad, la extorsión y el asesinato. ¿Qué puede ofrecer sino una dictadura?” La ucraniana Svetlana Aleksiévich, también premio Nóbel agrega: “Ni el homo sovieticus ni las dictaduras han muerto” y el historiador Stephen Kotkin nos recuerda: “Un siglo antes de la OTAN la Rusia de los zares era así: Había un autócrata, represión, militarismo y desconfianza de Occidente. Nada de eso apareció ayer”. Quien es capaz de matar, o de mandar a matar, como Putin, cree tener el poder para obligar. Quien está dispuesto a morir, como Zelensky y el guía, tiene el poder para no obedecer. 

rsilver2@aol.com

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