Ricardo
Plata Cepeda y el Pánico Energético Global.
Y el recuerdo de lo que pasó en Japón
¿Qué
pasó en Fukushima?
El 11
de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9,0 sacudió la costa noreste
de Japón y provocó un tsunami de 15 metros. Si bien los
sistemas de respaldo para evitar un colapso en la planta nuclear de
Fukushima sobrevivieron al terremoto inicial, el tsunami causó más daños.
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PÁNICO ENERGÉTICO GLOBAL
Casi todos los elementos de la crisis se replicaron este año en España, Inglaterra, otros países europeos y Chile. Las centrales a carbón que habían sido cerradas pocos meses antes pudieron volverse a encender, si pasan un par de años más eso no habría sido posible; y si bien evitaron el racionamiento no pudieron evitar la disparada de los precios del gas, del carbón y por ende de la energía.
PÁNICO ENERGÉTICO GLOBAL
Por Ricardo Plata Cepeda
“No traten de copiar a Alemania”, así encabezó sus conclusiones el Dr. Hans von Koeller, experto alemán sobre políticas de transición energética, en el primer debate central de Caribe Biz. “Contemplen los proyectos renovables, pero estabilizando la operación del sistema y los precios”, fue su recomendación final.
¿Por qué esas
advertencias?
Poco antes había
mostrado qué en su país, luego de invertir miles de millones de euros anuales
en generación solar y eólica durante una década, éstas llegaron en 2020
al 54% de la capacidad instalada, pero solo lograron generar un 33% de la
demanda durante el año, a pesar de tener prioridad para despachar.
En contraste, las energías
fósiles con un 34% de la capacidad atendieron un 40% de la demanda.
Las centrales nucleares, que también generan energía firme, fueron condenadas, luego del accidente de Fukushima en 2011, a ser clausuradas tan pronto como fuese posible. Por suerte, las 6 que aún continúan operando, aunque sólo suman el 4% de la capacidad, lograron atender el 11% de la demanda, contribuyendo también a evitar un apagón sin precedentes.
La razón de la
frustrante confiabilidad de las energías renovables es su intermitencia, típica
de fenómenos naturales.
Koeller mostró que
entre la última semana de enero y la primera de febrero las renovables no
convencionales pasaron de generar el 62% al 14%, oscilaciones traumáticas para
la operación del sistema que fuerzan a las convencionales a saltar en sentido
contrario para estabilizar. En palabras de Michelle Hanook, presidente de la
Asociación Mundial del carbón: “El sol no siempre
brilla, el viento no siempre sopla”. En
Colombia tenemos que agregar “y en invierno no siempre llueve”.
Casi todos los
elementos de la crisis se replicaron este año en España, Inglaterra, otros
países europeos y Chile. Las centrales a carbón que habían sido cerradas pocos
meses antes pudieron volverse a encender, si pasan un par de años más eso no
habría sido posible; y si bien evitaron el racionamiento no pudieron evitar la
disparada de los precios del gas, del carbón y por ende de la energía. Ésta se
ha triplicado en Alemania, con un impacto abrumador en la canasta familiar y la
competitividad empresarial, a pesar de un subsidio gubernamental cercano a 10
mil millones de euros anuales.
La tenaza de la crisis fue, de una parte, la sobreinversión en las renovables no convencionales, que no entregaron lo que se esperaba de ellas y, de otra, la subinversión en las convencionales, tanto en plantas generadoras como en la producción y logística de carbón y gas, que cumplieron con creces, pero a un costo muy alto. Exacerbado éste porque a las empresas de combustibles fósiles les resulta cada vez más difícil y más caro obtener financiación para sus actividades, por lo cual la inflación causada no desaparecerá pronto. El destino de la transición energética está claro, también lo está que el camino es más complejo y tortuoso de lo previsto.
Atendamos las
advertencias de von Koeller.
Minminas,
la UPME y la CREG, tomen nota.
rsilver2@aol.com
Muy valiosa y oportuna advertencia.
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