- Reflexiones sobre política pública, educación, comunicación y Sostenibilidad Ambiental durante panel de Fedesarrollo
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Foto tomada del diario El Espectador |
“La pandemia nos ha ayudado a hacer mucha conciencia de que tal vez llegamos a una cúspide del bienestar a costa de la transformación degradativa de los sistemas de soporte vital”. Esa es la opinión de la bióloga, rectora de la Universidad EAN de Colombia, Brigitte Baptiste, ampliamente reconocida por su experiencia en economía ecológica y manejo de recursos naturales en nuestro país.
Baptiste participó en el análisis
de la investigación que hizo el agrónomo Eduardo Uribe sobre la Sostenibilidad Ambiental
en Colombia, que forma parte de un libro que publicará Fedesarrollo en marzo de
2021, en el marco de la celebración de los 50 años de fundación de esta
entidad.
Para Eduardo Uribe, la ganadería
colombiana es uno de los sectores de la economía que más ha influido en la
transformación del territorio colombiano y aunque muchos no quieren aceptar
estar en ese grupo de “depredadores”, es una realidad que no se puede negar.
“El país no puede resolver
el problema ambiental si no atiende la erosión de la tierra, la tala de bosques
y el uso del agua”, dijo el investigador, quien resaltó que la meta del
actual gobierno, de cero deforestación en 2030 es bastante ambiciosa y
es necesario que la gestión ambiental del Estado y el diseño del desarrollo
sostenible, sea articulado y de un solo mandato.
“Eso plantea un
escenario completamente distinto de política pública” dice Baptiste luego
de escuchar a Uribe. Dice que nos muestra la necesidad de rediseñar el
desarrollo, que en los 70 y 80 nos decían que debía hacerse con principios de
sostenibilidad, pero ahora es de una manera compulsoria. Agrega que no podemos
seguir aspirando a mejorar la calidad de vida de Colombia y el mundo, “a
partir de la transformación adicional de esos ecosistemas que ya no tienen para
dónde coger”.
Brigitte Baptiste asegura
que la región de Santander está al borde del colapso y es un departamento que
está entrando en la lógica de la Costa Caribe, donde el agua es cada vez más
escasa, donde la fertilidad va desapareciendo, donde la biodiversidad también
entra en una crisis y el resto de indicadores puede que resistan un tiempo (los
de bienestar, los de consumo, los de crecimiento urbano en las ciudades), pero
sin ese soporte vital va a ser muy difícil que se mantenga.
Para la bióloga, esa
primera reflexión de Uribe y la interpretación del nexo que hay entre los
distintos componentes de la gestión pública y privada de los recursos son muy
importantes, especialmente por cómo se conecta la energía con el manejo del
agua, con la producción de comida, con la expansión de las ciudades. Esto por
primera vez comienza a romper de una manera mucho más llamativa la visión del
desarrollo por sectores.
Baptiste resaltó que “llevamos
varios años hablando de la intersectorialidad, de los vasos comunicantes entre
unos y otros, pero lo cierto es que, hasta el momento, las medidas de ajuste
que vuelvan a esa interconexión de cooperación, apenas están apareciendo”. Por
eso considera que estamos al borde de la aparición, si tenemos los liderazgos
adecuados, de un Estado cooperativo, un Estado que promueve la eficiencia en la
gestión.
Aclara que ese concepto de
eficiencia no se reduce a la eficiencia financiera, sino a una
eficiencia polivalente que tiene que ver con muchos indicadores, una eficiencia
integral que responda a una lectura del bienestar humano, que no se reduce
a la rentabilidad como se entendía en el pasado.
La minería no
es el único depredador
Cuando se habla de daños
ecológicos, las opiniones están muy divididas en Colombia, pero la mayoría solo
mira hacia la minería, tal como se puede observar en medios de comunicación y
redes sociales.
Sin embargo, de acuerdo a
lo que dice Eduardo Uribe en su estudio, la interpretación de la situación ambiental
y del papel de las políticas públicas, de la sociedad civil, del capital y de
los empresarios en la construcción de una nación ecológica, no está tan
ajustada a la realidad.
Uribe responsabiliza al
agro, al sector productor de alimentos, a la producción ganadera, del colapso
ecosistémico que estamos viviendo en Colombia, pero la gente se obsesionó con
el tema del petróleo y la minería.
Es cierto, de acuerdo a
Uribe y Baptiste, que este sector también tiene sus retos ambientales y sus
problemas de gestión. “Deben entrar rápidamente en la transición energética,
que a veces quisiéramos acelerar, pero definitivamente para Colombia no constituye
el “almendrón” de la crisis. El
conflicto armado, el narcotráfico, la contaminación del agua por la minería
ilegal y la deforestación, son las amenazas más grandes y esa visión no está
siendo compartida por todo el mundo”, reafirmó Brigitte Baptiste.
Dos problemas
que hay que resolver: educación y comunicación
La educación es la cereza
negra del pastel en este caso, dice Baptiste, porque considera que mientras no
tengamos una sociedad con la capacidad crítica de interpretar toda la
problemática en torno al desarrollo ambiental, vamos a seguir llegando a los
lugares comunes, vamos a seguir repitiendo las frases estereotipadas de hace 50
años, vamos a continuar con la crítica al modelo de desarrollo como lo hacían
nuestros profesores de los años 80 y 90
Todo esto nos debe llevar
a una reflexión sobre los próximos 50 años, aunque es mucho tiempo,
especialmente cuando el Cambio Climático no permite mirar más allá de 10 años,
porque no se sabe lo que va a pasar.
Baptiste recomienda construir
un nuevo vocabulario y una nueva perspectiva para una economía regenerativa, que
soporte las transiciones en todos los sectores, que sea bioeconomía y
fortalezca la circularidad.
Sobre el estudio de
Eduardo Uribe, considera que entrega elementos suficientes y precisos para
aportar una interpretación creativa, que hace 20 años no se tenía, porque en
ese momento “todavía estábamos tratando de entender cuál era nuestra
relación con los ecosistemas y los problemas de gobernanza, tecnológicos y de
innovación”.
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