viernes, 19 de febrero de 2021

En Colombia, el agro ha deteriorado más al medio ambiente que la minería

 

  • Reflexiones sobre política pública, educación, comunicación y Sostenibilidad Ambiental durante panel de Fedesarrollo


Foto tomada del diario El Espectador

“La pandemia nos ha ayudado a hacer mucha conciencia de que tal vez llegamos a una cúspide del bienestar a costa de la transformación degradativa de los sistemas de soporte vital”. Esa es la opinión de la bióloga, rectora de la Universidad EAN de Colombia, Brigitte Baptiste, ampliamente reconocida por su experiencia en economía ecológica y manejo de recursos naturales en nuestro país.

Baptiste participó en el análisis de la investigación que hizo el agrónomo Eduardo Uribe sobre la Sostenibilidad Ambiental en Colombia, que forma parte de un libro que publicará Fedesarrollo en marzo de 2021, en el marco de la celebración de los 50 años de fundación de esta entidad.

Para Eduardo Uribe, la ganadería colombiana es uno de los sectores de la economía que más ha influido en la transformación del territorio colombiano y aunque muchos no quieren aceptar estar en ese grupo de “depredadores”, es una realidad que no se puede negar.

El país no puede resolver el problema ambiental si no atiende la erosión de la tierra, la tala de bosques y el uso del agua”, dijo el investigador, quien resaltó que la meta del actual gobierno, de cero deforestación en 2030 es bastante ambiciosa y es necesario que la gestión ambiental del Estado y el diseño del desarrollo sostenible, sea articulado y de un solo mandato.

Eso plantea un escenario completamente distinto de política pública” dice Baptiste luego de escuchar a Uribe. Dice que nos muestra la necesidad de rediseñar el desarrollo, que en los 70 y 80 nos decían que debía hacerse con principios de sostenibilidad, pero ahora es de una manera compulsoria. Agrega que no podemos seguir aspirando a mejorar la calidad de vida de Colombia y el mundo, “a partir de la transformación adicional de esos ecosistemas que ya no tienen para dónde coger”.

Brigitte Baptiste asegura que la región de Santander está al borde del colapso y es un departamento que está entrando en la lógica de la Costa Caribe, donde el agua es cada vez más escasa, donde la fertilidad va desapareciendo, donde la biodiversidad también entra en una crisis y el resto de indicadores puede que resistan un tiempo (los de bienestar, los de consumo, los de crecimiento urbano en las ciudades), pero sin ese soporte vital va a ser muy difícil que se mantenga.

Para la bióloga, esa primera reflexión de Uribe y la interpretación del nexo que hay entre los distintos componentes de la gestión pública y privada de los recursos son muy importantes, especialmente por cómo se conecta la energía con el manejo del agua, con la producción de comida, con la expansión de las ciudades. Esto por primera vez comienza a romper de una manera mucho más llamativa la visión del desarrollo por sectores.

Baptiste resaltó que “llevamos varios años hablando de la intersectorialidad, de los vasos comunicantes entre unos y otros, pero lo cierto es que, hasta el momento, las medidas de ajuste que vuelvan a esa interconexión de cooperación, apenas están apareciendo”. Por eso considera que estamos al borde de la aparición, si tenemos los liderazgos adecuados, de un Estado cooperativo, un Estado que promueve la eficiencia en la gestión.

Aclara que ese concepto de eficiencia no se reduce a la eficiencia financiera, sino a una eficiencia polivalente que tiene que ver con muchos indicadores, una eficiencia integral que responda a una lectura del bienestar humano, que no se reduce a la rentabilidad como se entendía en el pasado.



La minería no es el único depredador

Cuando se habla de daños ecológicos, las opiniones están muy divididas en Colombia, pero la mayoría solo mira hacia la minería, tal como se puede observar en medios de comunicación y redes sociales.

Sin embargo, de acuerdo a lo que dice Eduardo Uribe en su estudio, la interpretación de la situación ambiental y del papel de las políticas públicas, de la sociedad civil, del capital y de los empresarios en la construcción de una nación ecológica, no está tan ajustada a la realidad.

Uribe responsabiliza al agro, al sector productor de alimentos, a la producción ganadera, del colapso ecosistémico que estamos viviendo en Colombia, pero la gente se obsesionó con el tema del petróleo y la minería.

Es cierto, de acuerdo a Uribe y Baptiste, que este sector también tiene sus retos ambientales y sus problemas de gestión. “Deben entrar rápidamente en la transición energética, que a veces quisiéramos acelerar, pero definitivamente para Colombia no constituye el “almendrón” de la crisis.  El conflicto armado, el narcotráfico, la contaminación del agua por la minería ilegal y la deforestación, son las amenazas más grandes y esa visión no está siendo compartida por todo el mundo”, reafirmó Brigitte Baptiste.


Dos problemas que hay que resolver: educación y comunicación

La educación es la cereza negra del pastel en este caso, dice Baptiste, porque considera que mientras no tengamos una sociedad con la capacidad crítica de interpretar toda la problemática en torno al desarrollo ambiental, vamos a seguir llegando a los lugares comunes, vamos a seguir repitiendo las frases estereotipadas de hace 50 años, vamos a continuar con la crítica al modelo de desarrollo como lo hacían nuestros profesores de los años 80 y 90

Todo esto nos debe llevar a una reflexión sobre los próximos 50 años, aunque es mucho tiempo, especialmente cuando el Cambio Climático no permite mirar más allá de 10 años, porque no se sabe lo que va a pasar.

Baptiste recomienda construir un nuevo vocabulario y una nueva perspectiva para una economía regenerativa, que soporte las transiciones en todos los sectores, que sea bioeconomía y fortalezca la circularidad.

Sobre el estudio de Eduardo Uribe, considera que entrega elementos suficientes y precisos para aportar una interpretación creativa, que hace 20 años no se tenía, porque en ese momento “todavía estábamos tratando de entender cuál era nuestra relación con los ecosistemas y los problemas de gobernanza, tecnológicos y de innovación”.



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