miércoles, 9 de septiembre de 2020

La situación del carbón en el país: en problemas serios, Por Ricardo Ávila

Con Ricardo Ávila hemos tenido la oportunidad de compartir en Barranquilla, Colombia y el mundo.

Nos encontramos muchas veces en las Asambleas del Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial.

Siempre ha sido diálogos valiosos porque siempre revisamos la situación d Colombia y del mundo económico.

Ricardo es un estudioso ciudadano que analiza muy bien el panorama nacional e internacional.

Vamos a leerlo...

RADAR,luisemilioradaconrado

@radareconomico1

La situación del carbón en el país: en problemas serios

Bajos precios y dificultades regulatorias tienen a este sector de la minería en dificultades.

Cerrejón

En 2020, la producción de carbón en el país estaría por debajo de las 60 millones de toneladas.

Foto: 

Archivo / EL TIEMPO

Las máquinas se apagaron al filo de las tres de la tarde. Casi al unísono las gigantescas grúas dejaron de extraer mineral de los tajos, las enormes volquetas se detuvieron y los trenes que recorren 150 kilómetros de carrilera hasta llegar al puerto apagaron sus motores. En cuestión de minutos, el silencio se extendió en las instalaciones en las que laboran unas diez mil personas diariamente, entre empleados directos y contratistas.

Así comenzó el lunes pasado la huelga en el Cerrejón, al sur de La Guajira, en donde está ubicada la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina. A pesar de los llamados en pro de no suspender las operaciones, la determinación de los afiliados al sindicato de Sintracarbón fue la de detener sus labores tras haber agotado las etapas previas de negociación sin haber llegado a un acuerdo con la administración de la empresa.

No hay duda respecto al daño que dejará la parálisis. El cálculo es que las pérdidas para el departamento y el país ascienden a unos 7.000 millones de pesos al día, mientras que en lo que atañe a la compañía, su realidad financiera será peor, tras registrar un saldo en rojo por 368.000 millones de pesos al cierre del primer semestre.




En medio de las difíciles circunstancias por las que atraviesan el país y la región, lo ocurrido califica como una mala noticia. Basta recordar que en Riohacha la tasa de desempleo asciende al 27,5 por ciento o que en los meses desde cuando comenzó la pandemia, se habían distribuido 20 millones de litros de agua a las comunidades de la zona por parte de la firma.



Ahora es probable que la desocupación suba más y que la calidad de vida de miles de personas empeore, sobre todo si no hay un arreglo pronto. Muchos en la zona recuerdan el impacto de la huelga de hace siete años, que duró 32 días y cuyas secuelas aún se sienten.



La mala hora

Pero más allá de si una solución se encuentra rápido o no, el caso pone de presente la profunda crisis que golpea al sector. A la fecha, tres de las cuatro minas más grandes del país no están operando pues, aparte del Cerrejón, también están paralizadas las labores en las instalaciones de Prodeco y CNR, ubicadas en el Cesar. Tan solo Drummond sigue adelante, no sin enfrentar desafíos.



Las cifras son elocuentes. Hace tres años, cuando se extrajeron 90 millones de toneladas, se llegó a considerar factible alcanzar los 100 millones de toneladas en un lapso relativamente corto.



Sin embargo, la meta no solo no se alcanzó, sino que en 2020 la producción estaría por debajo de los 60 millones de toneladas, 20 millones menos que en el calendario previo. Mal contada, esa disminución equivale a unos 800 millones de dólares, si se toman como base las cotizaciones actuales.



Es verdad que algunos imprevistos influyen en ese cálculo. Por cuenta de las cuarentenas, las puertas de los diferentes frentes de trabajo se cerraron, al menos, durante tres semanas. Una vez retornaron las autorizaciones para volver a comenzar, en varias poblaciones los alcaldes y la ciudadanía en general expresaron su preocupación ante la posibilidad de que aumentaran las cifras de contagio del covid-19. Debido a ello, la normalización tardó más que lo esperado.



De otro lado, la temporada invernal que se siente con fuerza en el norte del territorio nacional golpea la productividad en las áreas donde se labora, pues el agua se empoza y hace más difíciles las condiciones de tránsito en las vías de acceso. Ahora que el Ideam pronostica que las precipitaciones superarán con creces el promedio, los obstáculos serían todavía mayores.


Tenemos la posibilidad de adaptarnos a los cambios que ya sucedieron junto con los que vienen y seguir vigentes, pero eso exige que jalemos para el mismo lado 

Tales factores se suman al descenso en los precios internacionales del mineral que, en el caso del que se utiliza para las plantas térmicas que generan energía, han bajado 58 por ciento a lo largo de los pasados dos años. Para decirlo en plata blanca, el valor de la tonelada puesta en un puerto de Colombia pasó de 91 a menos de 35 dólares en ese lapso.



A lo anterior hay que agregarle elementos adicionales. Las decisiones tomadas por diferentes tribunales han aumentado costos y limitado oportunidades de expansión, como lo ilustran un par de casos.



Una demanda interpuesta por representantes de la etnia yukpa, que habita a ambos lados de la serranía del Perijá, derivó en una sentencia que impide disponer del material estéril en el área usada por Prodeco, con lo cual hay que transportarlo mucho más lejos. Y en lo que corresponde al Cerrejón, no se ha podido explotar una parte del yacimiento, al tiempo que se hacen exigencias sobre la calidad del aire que están muy por encima de lo que establecen las normas nacionales.



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Como si lo anterior no fuera suficiente, el proceso de consulta previa hace más compleja la obtención de permisos. Y el Gobierno tampoco se caracteriza por moverse con rapidez.



Por ejemplo, hay una discusión respecto a la forma en que se liquidan las regalías que, según voceros del ramo, desemboca en que se pague al menos 1,3 dólares de más por tonelada. Aunque una solución vendría en camino, todavía no aparece.



Un giro necesario

Ante semejante cadena de infortunios suenan voces que señalan que, en cualquier caso, la suerte de la actividad está echada. Según esa visión, el mundo está en proceso de dejar atrás los combustibles fósiles, con lo cual es cuestión de tiempo antes de que el consumo del mineral desaparezca.



La realidad es otra. Si bien el carbón va a disminuir su peso dentro de la canasta de generación energética, las proyecciones señalan que dentro de un par de décadas todavía tendrá una participación del 25 por ciento dentro de la producción de electricidad a nivel global.



Es verdad que en algunas regiones el consumo viene cayendo. En Europa existe el plan de pasarse a fuentes renovables, aunque el cronograma de desmontar las plantas térmicas existentes se movió hasta 2038. En Estados Unidos, las circunstancias cambiaron, pues gracias al polémico fracking aumentó la oferta de gas y se hicieron reconversiones para usar ese combustible.



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No obstante, en Asia el apetito por el mineral no ha disminuido. China, India, Indonesia, Vietnam o Filipinas están en proceso de construir nuevas centrales termoeléctricas. Japón, por su parte, planea desarrollar más de 20 proyectos del mismo tenor.



El año pasado, las regalías atribuibles a las explotaciones carboníferas fueron de 2,2 billones de pesos, que, a su vez, representan el 89 por ciento de todo lo correspondiente a la minería.
El año pasado, las regalías atribuibles a las explotaciones carboníferas fueron de 2,2 billones de pesos, que, a su vez, representan el 89 por ciento de todo lo correspondiente a la minería.

Si bien la preocupación por el vertimiento de gases de efecto invernadero a la atmósfera es una constante, la tecnología de filtros viene mejorando. Y aunque todavía no se ha alcanzado el ideal, los optimistas pronostican que no está lejos el momento en el cual las emisiones de dióxido de carbono se reduzcan a un mínimo.



De tal manera, no es cierto que el mercado del carbón vaya a acabarse, sino que está cambiando de geografía. Así lo refleja el comportamiento de las exportaciones colombianas. Mientras que en 2010 más de la mitad de las ventas se concentraban en Europa, ahora el Viejo Continente representa menos del 10 por ciento. Hoy por hoy, Turquía es el principal comprador de casi una cuarta parte de lo que vendemos.



La competencia, en todo caso, es muy fuerte. Suráfrica, Rusia o Australia cuentan con minas de gran tamaño y se encuentran más cerca de las naciones que son grandes consumidoras de carbón. El valor de los fletes se convierte en un factor crítico, sobre todo por cuenta de las bajas cotizaciones actuales.

Ello quiere decir que el país debería tratar de ser más competitivo, pero ese no es necesariamente el caso. “Operar se ha vuelto más difícil que antes, por cuenta de las exigencias de diferentes autoridades, del activismo judicial y de la falta de agilidad para resolver problemas puntuales”, señala Juan Camilo Nariño, de la Asociación Colombiana de Minería.



Tal como están las cosas, hay quienes no están dispuestos a funcionar a pérdida. Eso explica que las labores en Prodeco y CNR estén suspendidas hasta que cambien las condiciones, algo que puede llevar a una discrepancia seria con las autoridades.


Operar se ha vuelto más difícil que antes, por cuenta de las exigencias de diferentes autoridades, del activismo judicial y de la falta de agilidad para resolver problemas puntuales 

Cuentas que sirven

Ignorar la crisis puede salir caro en muchos frentes. Lo que está en riesgo es el segundo renglón de las exportaciones colombianas, que representa casi una quinta parte de las ventas externas del país.



De acuerdo con la Agencia Nacional de Minería, el renglón genera 130.000 empleos directos, de los cuales 30.000 corresponden a las grandes operaciones ubicadas en el Cesar y La Guajira. En buena parte se trata de puestos formales y bien remunerados, que existen en zonas donde las opciones de conseguir una buena plaza son escasas.



Si bien el carbón y el coque metalúrgico –de mayor poder calórico– que se producen en el interior del territorio nacional han podido compensar con volúmenes una reducción del 23 por ciento en los precios de ese segmento, tampoco la tienen fácil. “Si no tomamos decisiones acertadas, el país entero se verá afectado”, dice Juan Manuel Sánchez, presidente de Fenalcarbón.



El efecto sobre las finanzas regionales tampoco es despreciable. El año pasado, las regalías atribuibles a las explotaciones carboníferas fueron de 2,2 billones de pesos, que, a su vez, representan el 89 por ciento de todo lo correspondiente a la minería.



Además, no se puede olvidar que las reservas con que cuenta Colombia son cuantiosas, por lo cual desperdiciar la oportunidad de sacar el mineral y venderlo equivaldría a un gran desperdicio de recursos. Lo que corresponde es hacerlo bien y de la manera más sostenible posible, reconociendo que los desafíos de los proyectos de gran envergadura no son los mismos que los de las operaciones medianas y pequeñas.



“Tenemos la posibilidad de adaptarnos a los cambios que ya sucedieron junto con los que vienen y seguir vigentes, pero eso exige que jalemos para el mismo lado”, subraya José Miguel Linares, presidente de Drummond. “Necesitamos mejor capacidad de reacción, más creatividad, mayor flexibilidad y, como dice la expresión futbolística, juego de cintura, para salir de las dificultades”, agrega Juan Camilo Nariño.



Cruzarse de brazos ante la crisis y olvidarse de trazar una estrategia de largo plazo sería un error, y más en las actuales circunstancias. Aparte de sacrificar divisas, se estarían perdiendo empleos y recursos fiscales, que son clave en medio de las dificultades derivadas de la pandemia.





Estrategias como las que impulsa el Grupo de Diálogo sobre Minería en Colombia (GDIAM) son encomiables. Sentar alrededor de la misma mesa a personas de distintas disciplinas y visiones sirve para encontrar salidas. “Siempre hemos hecho un llamado a unir esfuerzos en pro de un interés que nos une, el nacional, y esta no debe ser la excepción. Aunque parezca mentira, siempre es posible profundizar en los consensos”, afirma Claudia Jiménez, directora ejecutiva de este esquema.



Como es evidente, el mundo seguirá utilizando el carbón para consumir energía, así estemos activos o no en el mercado internacional. Disminuir nuestra presencia no se justifica, entre otras, porque el mineral colombiano posee un bajo contenido de azufre que lo hace menos contaminante.



Ello quiere decir que no hay motivos para expedirle la partida de defunción a una actividad que todavía cuenta con futuro por delante. Y eso es bien distinto a darle a este renglón un entierro de tercera, como el que algunos desean. Por eso vale la pena enmendar la plana, antes de que sea tarde.





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