Por las correndillas de la
semana, estuve debiendo este RADAR.
Me complace que sea Claudia Ríos
la periodista que firme esta nota.
Y que lo haga ella, porque en el
pasado, fue ella la comunicadora que asesoró al ministro Alberto Carrasquilla
al ocupar este mismo puesto que tiene ahora como zar de las finanzas, en el
gobierno de Álvaro Uribe -2004-.
Por aquí por el RADAR nos enteramos
de cómo el ministro manejaba en muchos pasajes, esa cartera… Una de las carteras
más importantes de la nación.
Los colombianos debemos estar
seguros de la honestidad del funcionario. Y en el caso mío, la confianza se
mantiene.
Dios lo guíe siempre ministro y
tenga la seguridad que al final, la verdad prevalecerá.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El juicio
inclemente de los medios y la sociedad
- Una reflexión que parte del alma
Por Claudia
Patricia Ríos
Bogotá,
septiembre 11 de 2018
Soy
periodista y comunicadora social egresada de la Universidad Pontificia
Bolivariana, formada en un contexto educativo y familiar en donde la ética y
los principios transparentes siempre han guiado mi desarrollo profesional y
personal.
Llevo casi
30 años de ejercicio profesional y con asombro veo cómo cada día se pierden más
los principios básicos que no solo deben primar en nuestra profesión sino en
nuestra sociedad: no presumir, otorgar el beneficio de la duda, informar con
sustento, opinar con la verdad y sobre todo respetar a las demás personas sean
mis amigos o mis oponentes.
Lo que ha
ocurrido esta semana con el Ministro Alberto Carrasquilla, a quien conozco
personalmente y para quien trabajé entre 2004 y 2007, es una absoluta violación
a dichos principios. Un columnista se aboga el derecho a escribir una denuncia
de supuestos actos de corrupción en términos irrespetuosos, sin consultar
previamente al involucrado, sin tomarse el trabajo de contrastar la información
recibida, sin siquiera entender de qué está hablando ni qué hizo o no hizo
Carrasquilla y, usando verdades a medias termina mezclando literalmente peras
con manzanas para armar un caso y vestir de delito lo que no es.
En
automático la gran mayoría de medios y periodistas (se escapan muy pocos) le
dieron credibilidad a semejantes afirmaciones y reprodujeron la denuncia como
un gran escándalo, lo aderezaron con sus propios calificativos y “vendieron” su
mensaje como pan caliente…
Por supuesto
“hicieron su agosto en septiembre” y la sociedad ya está convencida que nuestro
Ministro es corrupto.
Ah!, y sin
esperar respuesta del afectado quien antes de pronunciarse ya fue condenado por
medios, sociedad y políticos, insultado con los más absurdos improperios y
cuestionado hasta más no poder.
Una vez
responde, ahí si aparece la “objetividad” al dudar de sus explicaciones, al
minimizarlas y, en el mejor de los casos, a decir que “bueno, a lo mejor no es
corrupto pero por lo menos faltó a la ética” y tiene que darles explicaciones,
abren micrófonos a todo el que quiere opinar y hacer su propio juicio sin
conocer del tema ni explicarlo a la audiencia para que por lo menos intente
formarse su propia opinión. No hace falte, ya le dijeron a la sociedad lo que
querían y para ellos ninguna explicación será suficiente.
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