Esta columna de Antonio Caballero en Semana, nos enseña que el expresidente tiene mucha gente que lo cuida.
Y eso está demostrado.
Son muchos los colombianos que se la juegan por él.
Es un amor profundo que sienten por el personaje.
La historia nos entregará el final de esta película.
Mientras tanto, leamos a Caballero...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Una larga impunidad
Las dos últimas acusaciones que le han caído al senador y expresidente Álvaro Uribe le han resbalado al parecer sin dejar mancha, como todas las anteriores.
Esta vez fueron la de violador de mujeres subalternas y la de promotor de falsos testigos: la primera, insinuada por una de sus víctimas y repetida por varias publicaciones del país y del extranjero; la segunda, consignada en un fallo de la Corte Suprema de Justicia.
Antonio Caballero | 2018/02
Todos los presidentes de Colombia han tenido, como es natural, enemigos políticos, desde Simón Bolívar hasta hoy. Y sin embargo a ninguno lo han acusado sus enemigos de tan numerosos y tan variados desafueros como a Álvaro UribeLas dos últimas acusaciones que le han caído al senador y expresidente Álvaro Uribe le han resbalado al parecer sin dejar mancha, como todas las anteriores.
Esta vez fueron la de violador de mujeres subalternas y la de promotor de falsos testigos: la primera, insinuada por una de sus víctimas y repetida por varias publicaciones del país y del extranjero; la segunda, consignada en un fallo de la Corte Suprema de Justicia.
A la primera contestó Uribe
rehuyendo las preguntas de los periodistas, y sacando luego un trino
electrónico en el que decía que siempre había sido “decente con las mujeres” y
que omitía “comentar sobre el burdo ataque político”. Es decir, se negó a
contestar, como suele, tal vez para no autoincriminarse. A la segunda tampoco
contestó: se limitó a repetir su habitual cantinela sobre el inveterado “ánimo
persecutorio” que tienen los jueces contra su persona.
Sobre una y otra sus calanchines del Centro Democrático sacaron sendos comunicados diciendo que, como siempre, se trata de calumnias de sus enemigos políticos.
Sobre una y otra sus calanchines del Centro Democrático sacaron sendos comunicados diciendo que, como siempre, se trata de calumnias de sus enemigos políticos.
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Pero es curioso. Todos los
presidentes de Colombia han tenido, como es natural, enemigos políticos, desde
Simón Bolívar hasta hoy. Y sin embargo a ninguno lo han acusado sus enemigos de
tan numerosos y tan variados desafueros como a Álvaro Uribe. De violación
sexual, de invención de testigos falsos, de desaparición de archivos, de falso
testimonio, de calumnia e injuria, de cohecho para obtener votos
parlamentarios, de colusión con paramilitares, de fundación de bloques
paramilitares, de protección a estos y de colaboración en sus masacres de
campesinos cuando era gobernador de Antioquia, y de favorecimiento cuando era
presidente, de colaboración con narcotraficantes cuando, como director de
Aerocivil, les daba licencias de vuelo y de pistas de aterrizaje, e incluso de
homicidio en el caso de su antiguo compinche y luego contradictor Pedro
Juan Moreno. Sin hablar de su responsabilidad en crímenes de Estado tan
atroces como los miles de asesinatos llamados “falsos positivos” cometidos
durante su gobierno y con su complacencia sardónica: “No estarían recogiendo
café”, comentó cínicamente cuando salieron a la luz los primeros casos de
Soacha, para justificar que los hubieran matado aunque no fueran guerrilleros
en combate.

Algunas de esas acusaciones han sido probadas, y los cómplices de Uribe en
tales casos han sido condenados: nunca habían ido a la cárcel tantos ministros,
viceministros, secretarios de la Presidencia, jefes del DAS, jefes de la Casa
Militar, altos comisionados y demás funcionarios de un gobierno. Lo cual, por
extraño que parezca, no despertó ninguna sorpresa en el propio Uribe, que los
conocía bien. Por eso, a los parlamentarios de su bancada no vaciló en
recomendarles sonriente que votaran por sus proyectos antes de que los jueces
se los llevaran presos. Otras han quedado en el aire y siguen a la espera de
que se adelanten las investigaciones correspondientes, o han caído en el limbo
del encarpetamiento en el despacho de un magistrado, o se han ahogado en la
Comisión de Acusaciones del Congreso.
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Y ningún presidente ha tenido tampoco a tantos allegados y parientes que hayan sido investigados, o acusados, o condenados, o que anden prófugos de la justicia. Su padre, sospechoso de compartir helicópteros y negocios con los mafiosos del narcotráfico. Su hermano Santiago, investigado por la conformación de una banda de asesinos. Sus hijos, socios de un negociante en chatarra acusado de lavado de activos. Su cuñada, viuda de su hermano Jaime, y su sobrina, condenadas en los Estados Unidos por tráfico de drogas. Su primo Mario, condenado por nexos con el paramilitarismo. Sus sucesores designados, Andrés Felipe Arias y Óscar Iván Zuluaga, condenado el uno por peculado y celebración indebida de contratos y el otro investigado por espionaje ilegal. Sus amigos… Pero ¿tiene amigos el senador y expresidente Uribe?
Y ningún presidente ha tenido tampoco a tantos allegados y parientes que hayan sido investigados, o acusados, o condenados, o que anden prófugos de la justicia. Su padre, sospechoso de compartir helicópteros y negocios con los mafiosos del narcotráfico. Su hermano Santiago, investigado por la conformación de una banda de asesinos. Sus hijos, socios de un negociante en chatarra acusado de lavado de activos. Su cuñada, viuda de su hermano Jaime, y su sobrina, condenadas en los Estados Unidos por tráfico de drogas. Su primo Mario, condenado por nexos con el paramilitarismo. Sus sucesores designados, Andrés Felipe Arias y Óscar Iván Zuluaga, condenado el uno por peculado y celebración indebida de contratos y el otro investigado por espionaje ilegal. Sus amigos… Pero ¿tiene amigos el senador y expresidente Uribe?
Dicen que el difunto Pedro Juan Moreno era su amigo. En resumen: el caso es que
al senador y expresidente Uribe lo han acusado de todo, pero no le pasa nada.
Ahí sigue prosperando. Como observó una vez el maestro Darío Echandía, a quien
llamaban la conciencia jurídica de la República, “en Colombia no hay nada más
respetable que una larga impunidad”.
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