Mensaje clave para el cierre de año.
“Sea cauto gastando para final de año”, dice
el editorial del diario La República.
Excelente consejo para que no nos enredemos
cerrando 2017 y arrancando 2018.
Muchos se emocionan y después se presentan
los inconvenientes con los acreedores que no hacen más que apretar clavijas.
Y no lo hacen con malas intenciones, sino que
es su labor como cobradores de un servicio que nos gozamos los ciudadanos.
Así que, pilas. “Sea cauto…” Póngale la
atención a los consejos…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Todos los análisis dicen que el próximo año
será mejor. Aún así, antes de ‘botar la casa por la ventana’ la economía tiene
retos por superar
EditorialLR
Estos dos últimos años no han sido
económicamente fáciles: en 2016 el problema era una inflación coqueteando con
los dos dígitos y en 2017 un consumo que se vio golpeado por el aumento del IVA
de la reforma tributaria y por el pesimismo. Aunque todo parece indicar que lo
peor ya pasó, y que de ahora en adelante la situación va a ser mucho mejor, aún
se necesita cautela en el gasto.
Arranca la recta final del año, y noviembre y
diciembre siempre son meses para gastar: las novenas, las natillas, los
buñuelos, las fiestas, los regalos, la decoración y hasta la muda que los
colombianos estrenan en Navidad y en Año Nuevo son factores que le pasan su
cuenta de cobro al bolsillo, y llegan en tiempos en los que se debe tener
cuidado con las finanzas personales.

Todos los análisis apuntan a que el próximo
año va a ser mejor que éste, pero ese es un discurso que venimos oyendo casi
desde 2015, cuando apenas se empezaban a ver los efectos en la economía local
de la caída de los precios del petróleo. Por más que cada vez esté más cerca la
luz al final del túnel, es bueno recordar que todavía estamos en el túnel, y
aunque esperamos que 2018 sea un mejor año, no hay que ‘botar la casa por la
ventana’ este fin de año, sin tener en cuenta que hay retos importantes que la
economía tiene que afrontar en el corto plazo.
En primer lugar, la economía tiene que ver
cómo sortear la incertidumbre de un año electoral, y más cuando la polarización
del país está a la orden del día. Los análisis de Fitch dicen que el próximo
gobierno, sea cual sea, no va a traer un gran cambio para la economía, con lo
que se seguiría confirmando la famosa estabilidad colombiana, al menos en lo
que tiene que ver con su modelo económico. Sin embargo, hay que ver cuáles son
las propuestas económicas de los candidatos y cuál es su posición frente a
temas que ya se han venido hablando como una nueva reforma tributaria, que baje
los impuestos que pagan las empresas, o qué van a hacer con las recomendaciones
de la Comisión del Gasto o si proponen cambios en el sistema pensional.

Todos estos factores tendrán impacto en la
confianza de los empresarios y en sus decisiones de inversión, y de los planes
de expansión de las empresas dependen otras variables como la generación de
empleo en las ciudades, que precisamente es otro de los retos que tiene que
afrontar la economía. Siempre se ha dicho que el mercado laboral es, tal vez,
lo que mejor ha reaccionado a la desaceleración de la economía, pero las cifras
de desempleo, si bien en el total nacional son estables (9,2% según el último
reporte del Dane), para las grandes ciudades, las 13 ciudades del informe, el
dato llega a 10,5%; lo que demuestra que en los centros urbanos es necesario
impulsar la creación de puestos de trabajo.
De la mano con los retos en el empleo, hay
otro desafío importante que es lograr que las familias estén más cómodas con el
pago de sus deudas. Es cierto que la situación de la cartera está lejos de ser
crítica, pero también es cierto que los morosos crecen a un ritmo de 37,1% real
anual (27,5% para consumo y 30,5% para vivienda), mientras la cartera bruta
aumenta apenas 2,1%(7,4% para consumo y 6,9% para vivienda).
Además de eso,
informes de Anif revelan que las familias cada vez se están tomando más tiempo
para pagar sus obligaciones y que están usando 40% de su ingreso neto (lo que
les queda después de pagar impuestos) para cumplir con sus créditos. En 1997,
antes de la crisis, ese porcentaje era 38%.
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