Primero es la Paz.
De acuerdo con Jairo Parada.
Qué no será perfecta, pues, ¿quién
me puede garantizar que la perfección existe?
Los críticos de todo, ¿se
pueden atrever a decir que han alcanzado ese estado?
No seamos tan…
Más bien leamos a Parada…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Cruce de caminos
Por Jairo Parada
A pesar de las malas noticias
que generan nuestros sicópatas, Colombia brilló el sábado en Oslo con la
entrega del Nobel de Paz al presidente Santos, quien si bien lo recibió en
nombre de los colombianos y las víctimas, sin duda, es un reconocimiento al
tesón y firmeza en ese objetivo, a pesar de los obstáculos que medio país
conservador le puso por delante. Se puede divergir del gobierno en todos los
aspectos de su manejo político, económico y social, pero en lo referente a la
paz, el bien público más importante de la sociedad colombiana, Santos ha sido
firme, negociando lo posible, con un buen equipo negociador, frente a una
guerrilla que comprendió el signo de los tiempos. Si tiene éxito el país en
este proceso, habremos roto con el sendero de la violencia armada y el
conflicto, que traíamos desde hace más de medio siglo. Por ello, el evento del
Nobel fue, y es, un importante cruce de caminos para ver si al fin emprendemos
otro sendero, por los terrenos del postconflicto, donde esperamos que los conflictos
inherentes a toda sociedad humana se resuelvan por la vía política y
civilizada, y no por las balas.
Nos quedamos con una paz imperfecta, pero la
preferimos a una guerra interminable en busca de una supuesta paz
perfecta.
El escenario económico, en este
marco, no es fácil. 2017 será un año de bajo crecimiento económico, con una
desaceleración económica preocupante, que esperamos haya tocado piso, con más
impuestos y “austeridad inteligente”, que sin duda le harán perder impulso a la
demanda agregada. El postconflicto exige más gasto público, no menos. Si
seguimos atenazados por la ‘regla fiscal’ las frustraciones irán in crescendo
en el año venidero. Pero si logramos tomar ese nuevo camino de la paz, la
esperanza se asentará en los corazones de todos los ciudadanos, situando el
debate de los grandes temas del país en un terreno fuera de este conflicto
armado. Ello estimulará la inversión, los nuevos proyectos, la creatividad y la
innovación productiva y social, para construir un nuevo país de verdad, donde
respetemos al otro, al diferente y al que piensa distinto. No es el tiempo de
ir a intrigar en Washington contra el proceso de paz. Es la hora de finiquitar
la tarea con el ELN, y de someter con el poder del Estado a los grupos ilegales
de delincuencia común, además de enfrentar la dura problemática de la
corrupción, que azota a los territorios del país. Los colombianos necesitamos
seguridad ciudadana, transparencia pública y empleo. Hemos avanzado en la lucha
contra la pobreza y algo en desigualdad. Pero nos falta mucho si nos comparamos
con otros países de América Latina.
Las reformas firmadas en La Habana son
tímidas, pero se mueven en la dirección correcta. Es la hora de empezar a
modificar la aguda concentración de la tierra y los ingresos, de entender que
este país necesita más equidad y justicia social, pero también más crecimiento
económico y empleo. Miles de jóvenes profesionales se pueden vincular a la
construcción de esta nueva Colombia, si detenemos las fuerzas oscuras que nos
quieren llevar al viejo y doloroso camino, el de la guerra eterna.
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