Uno de los buenos escritores costeños,
colombianos y del mundo.
Me gusta su estilo.
Gocemos esta anécdota.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Kid Pambelé, Pastrana y
Alberto Salcedo
Estoy muriéndome de la risa por una
anécdota de Kid Pambelé que me contó su hijo José Luis. Una anécdota que
demuestra lo bonachón e ingenuo que El Pambe ha sido siempre.
Cuando Pambelé fue campeón mundial entabló una relación cercana con Andrés Pastrana Arango, que entonces era un muchacho universitario. En esa época Pastrana hacía marchas por las calles y usaba a Pambelé como gancho para convocar.

Cuando Pambelé fue campeón mundial entabló una relación cercana con Andrés Pastrana Arango, que entonces era un muchacho universitario. En esa época Pastrana hacía marchas por las calles y usaba a Pambelé como gancho para convocar.

Pero años después, cuando Andrés Pastrana
se convirtió en Presidente de la república, Pambelé andaba tirado al desastre,
consumiendo drogas y haciendo escándalos públicos. No era buena idea en
absoluto que Pastrana se dejara ver al lado de él, y por eso lo evadía.
Un día Pambelé estaba borracho con sus
amigos en el centro de Cartagena, y de pronto se enteró de que el presidente
Pastrana iría a cenar en el Restaurante Nautilus. Los amigos lo azuzaron:
-- Mira que él te usaba cuando no era nadie y tú eras el champion. Vamos a ese restaurante y le dices que te tire la liga (en lenguaje costeño, "la liga" es un dinerito para pasar el rato).
Todos fueron al restaurante a montar guardia para encarar a Pastrana por sorpresa.
-- Mira que él te usaba cuando no era nadie y tú eras el champion. Vamos a ese restaurante y le dices que te tire la liga (en lenguaje costeño, "la liga" es un dinerito para pasar el rato).
Todos fueron al restaurante a montar guardia para encarar a Pastrana por sorpresa.
De pronto se produjo el encuentro. Incómodo, nervioso, Pastrana saludó con una
cortesía distante. Pambelé le reclamó:
-- Tú no me saludabas así antes.
-- Tú no me saludabas así antes.
Entonces Pastrana lo llamó aparte. Le puso
la mano en el hombro, se sacó algo del bolsillo y se lo dio a Pambelé.
Pambelé se despidió, efusivo. y regresó hacia donde lo esperaban sus amigotes de farra. Venía esgrimiendo por el aire, feliz, un billete de veinte mil pesos (equivalentes a unos seis dólares).

Pambelé se despidió, efusivo. y regresó hacia donde lo esperaban sus amigotes de farra. Venía esgrimiendo por el aire, feliz, un billete de veinte mil pesos (equivalentes a unos seis dólares).

Uno de los amigos lo bajó de la nube.
-- Eche, ¿eso es todo lo que te va a regalar el señor presidente de la república?
-- Ajá, mi hermano -- se defendió Pambelé --. Él me dijo que ahora está un poco mal de plata (y en este punto se deslizó el dedo índice por el cuello) porque todavía no han pagado la quincena en la Presidencia de la República.
-- Eche, ¿eso es todo lo que te va a regalar el señor presidente de la república?
-- Ajá, mi hermano -- se defendió Pambelé --. Él me dijo que ahora está un poco mal de plata (y en este punto se deslizó el dedo índice por el cuello) porque todavía no han pagado la quincena en la Presidencia de la República.
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