El Carnaval, pero cuando debemos trabajar lo hacemos con gusto.
Demostramos, este domingo 15 de junio, que también tenemos poder para definir quién se queda en la Casa de Nariño.
Leamos a Parada, que siempre enseña…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
La marcha incontenible
de la paz
Por JAIRO PARADA
El pasado domingo, los colombianos
estuvimos al borde de seguir un camino equivocado: el de cerrarle las puertas a
la terminación del conflicto. Se utilizaron los sofismas como el del
castro-chavismo, sin posibilidad en nuestra patria, o el de la supuesta entrega
en La Habana de nuestras instituciones.
Se usaron hackers.
Se calumnió en forma desvergonzada.
Nada de eso sirvió. Con casi un
millón de votos de diferencia, los colombianos supieron asimilar un proceso
difícil lleno de escepticismo, con una guerrilla torpe políticamente, que cada
vez daba declaraciones absurdas.
Todos sabíamos que era una cita
decisiva. Por ello hubo que hablar con hermanos, amigos y familiares para
hacerles ver que la abstención o el tonto voto en blanco de nada servía, en
esta oportunidad. Era un cruce definitivo en el camino, del cual dependía el
desarrollo de nuestro país y el silenciamiento de los fusiles. La democracia la
inventaron los seres humanos como una tecnología social para resolver las
diferencias entre nosotros, como decía John Dewey, para aprender a vivir en
sociedad. Sin necesidad de matarnos, ni de recurrir a grupos armados, sin
exterminar físicamente a los oponentes.
Salir de la dialéctica de las armas,
para pasar a la dialéctica de los argumentos.
Las pasadas elecciones al fin
ayudaron a delinear un claro partido de derecha, ultraconservador, que ha
sabido reconocer en boca de Óscar Iván Zuluaga su derrota. Hay que felicitarlo
por eso, a pesar de las palabras destempladas de su líder. La centro-derecha
del país, aliada con el centro y la izquierda derrotaron a las fuerzas del
status quo ultra-conservador.
Se impone ahora el tránsito ordenado
hacia las reformas, sin atropellar los derechos de quienes quedaron en
minoría. La lucha no fue entre modelos económicos, todavía no estamos
para eso. Fue una lucha entre visiones de estado y de cómo se hace la política.
De cómo se puede llegar a la paz sin exigir rendiciones imposibles.
Un gran institucionalista americano,
el profesor John Fagg Foster señaló que para lograr un cambio institucional en
una sociedad se requiere el reconocimiento de la interdependencia mutua frente
a los problemas. Todavía estamos muy divididos, pero lograrlo dependerá de cómo
se sepa desarrollar el debate político, se pueda llegar a compromisos para
sacar esta nación adelante, con una visión de país de fondo, que apuntale el
desarrollo y la igualdad. Ello requerirá aceptar reformas profundas en la
estructura agraria, en el sector financiero y en el sistema político. Habrá que
gravar con fuerza no tanto los ingresos sino la riqueza, como lo ha sugerido
Piketty. Habrá que destinar los inmensos recursos de la guerra para generar una
educación de calidad, de gratis acceso en todos los niveles, sin las odiosas
estratificaciones. En fin, no solo democracia política sino también democracia
económica.


Los atlanticenses le demostramos al
país, por encima aún de Bogotá, cómo nuestro pequeño departamento puede ser
decisivo en una campaña presidencial, y no precisamente por mermelada como
ahora quieren muchos decir.
El mensaje de la guerra no prosperará
entre nosotros. Es lo que el uribismo nunca ha entendido.
Jairo
J. Parada Corrales
Economista,
PhD.
Barranquilla-Colombia
Celular 311-650-0550
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and fax: 57-5-3557657
twitter: #jparadacor
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