Por: Sergio Mutis Caballero *
Germán Vargas Lleras como candidato presidencial expresó de manera sustentada
que en vivienda y empleo "mejor es posible".
Tuve el honor de coordinar el equipo que contribuyó a preparar su programa que
utiliza la vivienda como política de estado, para multiplicar por cuatro la
construcción de vivienda social. Además, de manera excepcional, a los hogares
que no pueden acceder a una vivienda, se les entregará sin costo una solución
habitacional. Todo esto generará una necesaria e importante transformación del
país.
Dicho programa, en buena hora acogido por el Presidente Santos,
estableció la propuesta de construir 100 mil viviendas gratuitas, en
los años inmediatos, para los familias más pobres del país. Vargas
Lleras, después de una destacada gestión como Ministro estrella del actual
gobierno, decide combinar su condición de brillante servidor público, estadista
y gran ejecutor, y acepta el reto de liderar la transformación planteada por
medio de este instrumento.
El proyecto de ley de iniciativa gubernamental, presentado la semana pasada al
Congreso por el entrante Ministro de Vivienda, dicta normas tendientes a
facilitar y promover el desarrollo urbano y el acceso a vivienda a los hogares
más necesitados, las familias de menores recursos.
Mediante el mecanismo fiduciario y con recursos, tanto del presupuesto nacional
como de eventuales aportes de los entes territoriales, se establecen
facilidades, beneficios y normas para construir dichas Viviendas Sociales de
Interés Prioritario, con aportes complementarios para infraestructura
social, como escuelas, puestos de salud y parques.
Ahora
bien, este programa de viviendas gratuitas, como instrumento social, no debería
aplicarse en las grandes ciudades, sino en los pequeños poblados del país de
donde salen los desplazados, en las ciudades más pobres y para hogares con
nivel 1 de Sisbén. Si se aplica en Bogotá, Medellín y Cali, incentivaría
más desplazamientos. La vivienda genera arraigo y seguridad.
Es
posible por ejemplo, complementar el programa de titulación de tierras a
campesinos entregando viviendas en poblados cercanos, para garantizar la
permanencia. De otra parte, se deben construir barrios completos en poblaciones
del Magdalena Medio, en ciudades afectadas como Gramalote o en poblaciones
donde más necesidades básicas insatisfechas existen. El suelo en estos lugares
es además más económico. La transparencia para la escogencia de los
beneficiarios hará perdurar el instrumento.
Estas viviendas deben ser usadas por el beneficiario, con la imposibilidad de
ser vendidas a terceros y la eventual cesión a los herederos directos solo si
cumplen los requisitos de necesidad para una familia. Hay que establecer las
seguridades jurídicas y sociales para el éxito del programa.
Las Cajas de Compensación Familiar, por su experiencia, son instituciones
estratégicas que pueden acompañar este proceso, pero probablemente no para sus
afiliados, ya que precisamente por su condición laboral tienen o pueden tener
acceso a pagar su vivienda.
Como el proyecto de ley establece instrumentos y condiciones para producir y
entregar soluciones habitacionales a los hogares que hoy no tienen posibilidad
de acceder a una vivienda, lo que corresponde a una significativa parte de
familias colombianas, la ejecución de las 100 mil viviendas iniciales marcará
la pauta para que, efectivamente, se logre la transformación planeada.
Regalar
casas es fácil; lo difícil es: ¿dónde?, ¿con quién?, ¿a quién?, para que tenga
el más alto impacto, el justo beneficio y la mayor trascendencia económica
y social.
*Presidente
constructora VALOR S A
Analista
Bogotá, D.C.,
viernes 11 de mayo de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario