lunes, 1 de febrero de 2021

Un duro 2020 y un incierto 2021

 Columna Podcast




Jairo Parada

Economista

Puede escuchar la columna, en la voz del autor, en https://anchor.fm/radar-econmico/episodes/Un-duro-2020-y-un-incierto-2021-epoo3g 

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Los que creían que de esta pandemia saldría un mejor mundo, ya no pueden reafirmar esa seguridad. El año pasado nos mostró con crudeza las debilidades de nuestra sociedad en materia de gestión pública, salud, empleo y desigualdad. Examinando el tema a nivel universal, podemos inferir algunas lecciones:

1) La idea que los problemas de nuestros tiempos se resolvían sólo con los mecanismos de mercado y que era válido debilitar el estado central, quedó hecha añicos por los hechos: los ciudadanos exigieron una mayor intervención del Estado para enfrentar la pandemia y atenuar las crisis económicas.

2) Nuestra especie es una más en el universo y a éste no parece importarle nada nuestro destino: una molécula, ni siquiera es un organismo vivo, nos ha acorralado, ha agudizado la destrucción de la economía y nos ha encerrado en la prisión de nuestras viviendas, con la muerte esperándonos afuera, aprovechando cualquier descuido. Este virus ha limitado la interacción personal y familiar a pantallas virtuales, y hasta la educación ha perdido su esencia, el contacto personal con los estudiantes, ahora reducidos a símbolos con iniciales, despersonalizados, que a veces hablan, y que no sabemos si escuchan.

3) Ha quedado claro que las inversiones públicas de los gobiernos deben enfatizar los bienes públicos como la salud, pues de nada nos sirven monumentos y avenidas, con una mortandad creciente en las calles y barrios.

La crisis ha afectado nuestros regímenes políticos que aspiran a ser democráticos. Los eventos del 6 de enero de 2021 ocurridos en Estados Unidos, planeados por sectores fanáticos de la extrema derecha norteamericana fanática, racista y enemiga de los inmigrantes, reflejaron otro asalto más a la democracia en ese país, ante los ojos asombrados del mundo. Ello no nos sorprendería si fuese en algún país en desarrollo, pero en el país que se suponía ser el más fuerte institucionalmente, nos dejó mudos.

En la historia americana han existido previamente estos sucesos a nivel estatal, después de la Guerra Civil y en el siglo XX, con asaltos violentos de los supremacistas blancos cuando el resultado de las elecciones no les favorecía. Esta vez llegaron a Washington y el mundo vio lo que se había incubado en décadas.  Un país fuerte se caracteriza por el respeto a las instituciones, es decir, a las reglas establecidas. Aquí, una muchedumbre convencida fanáticamente por Trump se fue al asalto. Por ello, muchos analistas serios de la democracia señalan que no basta que haya elecciones. Es necesario que la política se ejerza con seriedad, sin fanatismo, mediante el debate serio de las ideas. Repetir mentiras indefinidamente nos llevó a Hitler y Mussolini en el pasado, y ahora a Trump. Se necesita que las reglas democráticas vayan acompañadas de valores ciudadanos, que permitan examinar con razón los argumentos, aunque persistan los desacuerdos o la polarización.

En Colombia debemos aprender de estos eventos. Nuestra crisis económica y social es profunda.  Basta mirar las cifras del DANE y los informes de los gremios.

Sin embargo, en el plano político, uno escucha la misma propaganda de siempre contra el supuesto “castrochavismo” o el “neosocialismo”, o que tal candidato es “tibio”, ideas que de ninguna manera se han propuesto por los movimientos alternativos, sean de izquierda o de centro.

El debate se debe hacer sobre las propuestas concretas, dirigido a cómo enfrentar esta segunda ola arrasadora de la pandemia, cómo debe ser la vacunación y cuándo, y de qué manera se puede reactivar la economía, pues con más cierres y cuarentenas, no iremos a ninguna parte.

Lo que ha sucedido en Bogotá en esta última semana nos lo demuestra, con pérdidas billonarias en la producción y en los servicios y con una desazón que ha ensombrecido la supuesta reactivación en el mes de enero, cuando ya llegamos a febrero.

En los próximos años es necesario definir cómo vamos a enfrentar el Cambio Climático, nuestro verdadero problema de fondo.  Por lo tanto, la incertidumbre nos agobia y no se ve fácil el ambiente para las supuestas reformas que solo buscan profundizar el modelo económico y social que a todas luces ya ha fracasado. El movimiento social y político debe reactivarse a pesar del COVID y empezar a enfrentar estas fallidas propuestas con otras mejores.

Otro mundo es posible, pero dependerá de si los ciudadanos actuamos.


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